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Reportaje:

Figueruelas confía en su eficacia

Trabajadores y Administración esperan con cautela los planes de General Motors

Manuel V. Gómez

"Yo sé que con la planta que tenemos, en cualquier proyecto industrial de Opel que se monte para ganar dinero se tiene que contar con Figueruelas. De ahí la confianza". Las palabras de José Juan Arcéiz, presidente del comité de empresa de la planta, hablan de futuro. También de pasado, de los 27 años que hace que llegó la factoría a esta pequeña localidad de la provincia de Zaragoza de 1.400 habitantes. Pero la atención se centra ahora en lo que está por venir. Y ello va ligado al nuevo plan industrial que va a presentar General Motors (GM) tras renunciar a vender su filial europea a Magna cuando sólo faltaba la firma final.

El gigante estadounidense, ya fuera de la suspensión de pagos y con las ayudas públicas de EE UU en el bolsillo, se ha comprometido a presentar "en breve" un nuevo plan industrial para Opel, que perdió 1.168 millones. En ese proyecto, para bien o para mal (todavía no se sabe), Figueruelas tendrá un papel destacado. Es la mayor planta de Opel. Emplea a 7.000 trabajadores y puede fabricar 478.000 coches al año, mucho más que cualquier otra del grupo (las tres plantas que tiene en Alemania suman 620.000).

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Cuando Arcéiz habla de "la planta industrial que tenemos" y de confianza se refiere a la productividad y a la competitividad de Figueruelas. El informe Harbour 2007, una consultora del sector independiente, situaba a la factoría como la novena más competitiva del mundo. Según los datos sindicales, producir un automóvil en las instalaciones aragonesas cuesta 17,5 horas. En Opel sólo la supera Eisenach, con 16. Desde la empresa no se facilitan datos a este respecto, pero sí reconocen que es de las más "efectivas".

Dentro del sector se admite la competitividad de las instalaciones aragonesas. "En todos los informes que he leído era una de las fábricas más competitivas", corrobora Antonio Delgado, de PwC. Aunque advierte que esto cambia y depende de la producción respecto a la instalada.

Apoyados en esa competitividad y efectividad, la mayor parte de los actores implicados en el futuro de Figueruelas muestra su confianza. Aunque también mucha prudencia y cautela. Lo hacen los sindicatos. "Somos una buena planta. Ésa ha sido nuestra fortaleza", afirma Chema Fernando, de CC OO. En esa línea se expresa la industria auxiliar por boca del director gerente del Cluster del Automóvil de Aragón, la asociación que la agrupa, David Romeral. También los políticos. El consejero aragonés de Economía, Alberto Larraz, afirma con cierta rotundidad: "Seguro que no nos van a poner un documento peor", tras hablar de las fortalezas de Figueruelas. Incluso GM, a través de su vicepresidente financiero en Europa, Enrico Digirolamo, habló esta semana de una planta "clave" para el grupo.

Pero, de momento, no hay más que confianza. El plan de GM no se conoce aún. Y el del fabricante de componentes austrocanadiense Magna y su socio ruso Sberbank, por motivos obvios, se ha ido al traste. Llegar a un pacto con el consorcio costó muchas semanas, reuniones y una amenaza de huelga. El resultado alumbrado fue que en Figueruelas se conservarían las dos líneas de producción y las prensas; se fabricaría el Meriva en exclusiva, el Corsa compartido con una planta alemana y el Combo al menos hasta 2011; y se aseguró la supervivencia de la planta más allá de 2013. A cambio, se reducirían 900 puestos de trabajo. Todo un logro si se tiene en cuenta que los planes iniciales de Magna era una reducción de 1.672 empleos.

Y aquí, en este acuerdo, han trazado su línea roja trabajadores y políticos españoles. Asumen que habrá recortes y sacrificios; los admiten. La situación del sector, con una caída de ventas en 2009 del 6,6% en Europa (del 24,4% en España), lo aconseja. Pero se niegan a partir de nuevo de cero. "El trabajo no ha sido en balde", advierte Larraz, "no vamos a dar un paso atrás". Esta es una postura consensuada con el Gobierno: "Lo acordado con Magna representa el suelo, no contemplamos un escenario con peores condiciones". Y a ella se suman los sindicatos. "No aceptaremos más recortes de los necesarios para asegurar el futuro de Figueruelas", ahonda Felipe López, secretario general de la Federación de Industria de CC OO.

En todo caso, ni Larraz ni los sindicatos creen que los planes del gigante de Detroit sean distintos de los de Magna. "El plan de Magna viene de una refundición de uno anterior de GM [que ya recogía un recorte de 900 empleos en Figueruelas]", pronostica Arcéiz, que se muestra muy cauto, y descarta convocar movilizaciones -a diferencia de sus colegas alemanes- hasta que no se conozca con detalle el proyecto estadounidense. "Lo que haremos será valorar planes industriales".

De ese proyecto, lo único que se sabe hasta ahora es que será "similar, pero no idéntico" al de Magna, según el vicepresidente mundial de GM, John Smith, y que se recortarán unos 10.000 empleos en toda Europa. Pero en los matices esperados no falta quien encuentra motivos para el optimismo. "Mi primera impresión es, que partiendo de la base del acuerdo con Magna, se puede mejorar", afirma contenido Rogelio Mena, secretario federal de automoción de UGT.

La impresión de Mena se basa en el papel político y financiero de Alemania, que concedió un crédito de 1.500 millones a Opel, en la elaboración de los planes de Magna. En el proyecto fallido, la implicación personal de la canciller, Angela Merkel, antes de las elecciones de octubre evitó que los recortes de plantilla en suelo germano fueran mayores, 3.445 sobre los 25.000 trabajadores de Opel allí (el 50% del grupo).

Lo que se espera ahora de los nuevos gestores de GM, más próximos a Obama, es que presenten un plan industrial creíble para Opel. Y ahí, sobre la base de su "efectividad", lo lógico sería que Figueruelas al menos no cargara con más recortes de los pactados con Magna. "En un plan industrial, la competitividad es la clave", afirma Marcelo Veiga, director del área del automóvil de KPMG en España, tras admitir que éste es un punto en el que la planta zaragozana siempre ha destacado. Sin embargo, Veiga advierte que el sector de los coches está muy integrado y al hablar de competitividad no se puede tener en cuenta una sola planta.

La lógica industrial dicta, pues, que Figueruelas no debe perder en el nuevo escenario, pero tras meses de duras negociaciones nadie quiere dejarse llevar por el optimismo, y menos por la euforia. "Sabré mi impresión sobre esta nueva situación cuando tenga el plan de GM escrito encima de la mesa", concluye Larraz, que reclama una solución rápida. Quiere despejar pronto una incógnita de la que dependen el 3,8% del Producto Interior Bruto de Aragón y el 50% de sus exportaciones. Habla de dos semanas.

La empresa estadounidense ya ha convocado a los sindicatos europeos el próximo viernes. Y ha anunciado que los trabajadores, a través de sus representantes, conocerán antes que nadie sus planes. "Quiero que se aclaren ya y que nos dejen tranquilidad", comenta con un punto de optimismo Carlos Sanz. En una hora, a mediodía del pasado viernes, salía de su casa hacia el trabajo.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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