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Análisis:Tensión entre España y Marruecos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Cuándo llamará Clinton a Mohamed VI?

Colin Powell, el secretario de Estado norteamericano, no lograba comunicar con el rey Mohamed VI en la mañana del 18 de julio de 2002. Intentaba hablar con él para cerrar el acuerdo sobre el islote de Perejil, del que los españoles habían desalojado la víspera a los marroquíes. Sólo el monarca podía dar su visto bueno. Powell perdió la paciencia. Le advirtió al ministro de Exteriores de Marruecos, Mohamed Benaissa, de que disponía de 10 minutos para ponerle al soberano al teléfono o, de lo contrario, se iría un largo fin de semana a jugar con sus nietos y "los españoles no abandonarán la isla". El rey descolgó y dio su luz verde al acuerdo hispano-marroquí sobre Perejil. Así lo contó, meses después, el propio Powell a la revista GQ.

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¿Cuándo llamará la secretaria de Estado Hillary Clinton a Mohamed VI para resolver la crisis desatada por la expulsión de Aminetu Haidar de El Aaiún a Lanzarote? Para eso sería necesario, primero, que el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se lo pidiera, como hizo en su día su predecesora, Ana Palacio, con Powell. Moratinos ha solicitado hasta ahora la intervención del secretario general de la ONU, pero no la de la Administración de Barack Obama. EE UU ya se implicó en 2006, en tiempos de George W. Bush, para que Haidar, recién salida de la cárcel, obtuviera un pasaporte marroquí -el único que podía tener legalmente- con el que viajar.

En un país tan jerarquizado como Marruecos, nadie duda de que la decisión de deportar a Haidar a Canarias fue tomada por Mohamed VI -su discurso del 6 de noviembre es revelador de la línea dura con los independentistas saharauis-, y sólo él puede dar marcha atrás como hizo, en su día, en el conflicto de Perejil.

La diplomacia española cometió un primer error al aceptar, el 14 de noviembre, acoger a la activista saharaui que desembarcó en Lanzarote en contra de su voluntad. Ha cometido un segundo error al no hablar directamente con Mohamed VI, el único que podía resolver el problema.

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha dejado el asunto en manos de Moratinos, pero su ministro no llega al rey. Todo lo más puede transmitir a su homólogo, Taieb Fassi-Fihri, mensajes para el monarca de los que ni siquiera está seguro de que sean repercutidos correctamente.

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Zapatero no se ha involucrado y tampoco ha pedido a don Juan Carlos que lo haga. Y eso que el Rey de España hizo múltiples gestiones con Hassan II por cuenta del presidente Felipe González. Hasta tenaces republicanos como Cayo Lara, coordinador de IU, reclaman que el Monarca interceda ante Rabat por Haidar. Ahora ya es quizá demasiado tarde para una iniciativa de La Zarzuela y, acaso, de EE UU.

Moratinos y Elena Valenciano, responsable de relaciones internacionales del PSOE, explicaron a sus interlocutores marroquíes que, a causa de Haidar, tienen a la opinión pública soliviantada y les rogaron su ayuda para apaciguarla. Mohamed VI les replicó, indirectamente, tratando de demostrar que él también tiene una opinión pública, pero se inclina en sentido contrario. A instancias suyas se reunieron hace una semana el ministro de Exteriores y los líderes de todos los partidos. Emitieron un comunicado conjunto en el que rechazan las demandas españolas de proporcionar un pasaporte a Haidar.

Con este comunicado rotundo el rey ha querido que le aten de pies y manos para no poder ceder. Durante la crisis de Perejil no tomó ninguna iniciativa similar. Mientras no se produzca nos quedará la duda de si la llamada de Clinton tendría el mismo resultado que la de Powell en 2002.

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