_
_
_
_
_
Reportaje:Vuelta de los octavos de la Copa

"Estamos saliendo del huevo"

Ante la euforia desatada en las filas rojiblancas, Quique hace una llamada "a la prudencia"

José Marcos

Nunca había remontado el Atlético dos goles en la Copa. Así que tres, aunque enfrente estuviera un segunda como el Recreativo, con sólo cuatro titulares, sonaba a película de ciencia ficción. No para los devotos rojiblancos. No para la sufrida grada del Calderón, que, tras muchísimo tiempo de letargo, volvió a ser La Bombonera. "Ésta es una afición única en España y Europa. Muy crítica y exigente, pero, cuando aprieta, y sé de lo que hablo porque la he sufrido, lo hace como sólo saben hacerlo en Suramérica", dijo orgulloso, conteniendo a duras penas la emoción, Quique Flores después de hacer realidad el milagro de los panes y los peces.

En otro de esos partidos que hacen única e inexplicable la Copa, el Atlético demostró su capacidad sobrenatural para complicarse la existencia y hacer posible lo imposible. "Es un grupo que parece que sólo reacciona con el agua al cuello, entre la espada y la pared, y eso no puede ser. Hay que ser regular, no un día el peor y al siguiente el rey del mambo", era la gota malaya con la que el cuerpo técnico trataba de serenar al vestuario, el mensaje que ya habían emitido Abel Resino o Javier Aguirre. "Estas emociones, semejantes explosiones de alegría, nos deben durar muy poquito y, aunque es inevitable ilusionarse, la presunción casi nos dejó en el camino antes de lo previsto. Fuimos nuestro peor enemigo", llamó "a la prudencia" Quique, sabedor de que la senda hasta la final -el Celta espera en los cuartos y Osasuna o Racing en las semifinales en caso de pasar- parece un camino de rosas.

Más información
¡Qué Atlético!

"Que no tengan espinas", resopló Assunção, al que sus compañeros reconfortaron tras regalar el gol a Carmona y su posterior expulsión. "Ha hecho un partidazo. El regate fallido que propició el gol del Recre no estropea su labor, hoy y siempre vital para nosotros. ¿O conoce a alguien que robe más veces el balón?", expresó Ujfalusi. El checo reconoció que el resultado y su gol de cabeza le aliviaron de la expulsión tonta en la ida en el Colombino.

"Esta victoria se la dedicamos a la gente atlética", intervino otro de los héroes, De Gea, que atajó lo habido y por haber.

Ávida de alegrías, la afición se agarró a un clavo ardiendo y disfrutó gustosa. Incluso cuando Forlán pecó de egoísta y chutó al travesaño en vez de dejar en bandeja el balón a Agüero. "¡U-ru-gua-sho! ¡U-ru-gua-sho!", atronaron 35.000 gargantas poco antes de que llegara el cuarto gol, obra de Agüero, que tiene calado al Recre en el Calderón, donde siempre le ha marcado al menos un gol. Aun así, el gesto de Quique, que corrió a abrazar al matador charrúa en vez de al Kun, lo dijo todo. "Necesito a todos mis hombres. Empezamos a ver la luz al final del túnel... Estamos saliendo del huevo", fue la explicación del técnico, que aseguró haber soñado con el 5-1: "Por eso nunca dudé de la remontada. Sabía que, tras el gol de Carmona, tras esos diez minutos de incertidumbre, llegaría el nuestro".

Llegó de las botas de Simão, que resucitó a un Atlético moribundo, agotado y con uno menos por la expulsión de Assunção, clavando el balón por la escuadra en un saque de falta.

Fue el colofón a una noche mágica que empezó y terminó entre cánticos y trompetas. Faltaba menos de una hora y cientos de aficionados guardaban cola delante de las taquillas para retirar las invitaciones con las que el club obsequió a los adeptos abonados a todas las competiciones (el 70%). "¡Si ganamos hoy, ganamos la final!", arengaba Alejandro a su cuadrilla, tres que se convirtieron en seis gracias a la estrategia del club para tapar las calvas en el graderío. La otra opción era pagar 10 euros, una posibilidad que muy pocos se plantearon. "Yo vengo sin convicción alguna. Más que nada, porque, como remonten y me pille en casa, me pego un tiro...", razonaba Emilio, otro seguidor, sin tenerlas todas consigo.

"No tengo nada que decir a lo sucedido... Lo primero que hay que hacer es tener personalidad. No hemos sabido competir y toca apechugar", susurró con las orejas caídas Raúl Agné, el técnico del Recre. Un equipo le había pasado por encima. "Era el Atlético, el que mejor representa el espíritu de la Copa", resumió Agüero, que se dio "un largo abrazo" con Quique en el vestuario. "Y así lo hicimos todos porque somos un equipo y esta noche lo demostramos", se despidió el Kun. "Queríamos limpiar nuestra imagen y lo hemos hecho", concluyó Simão.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

José Marcos
Redactor de Nacional desde 2015, especializado en PSOE y Gobierno. Previamente informó del Gobierno regional y casos de corrupción en Madrid, tras ocho años en Deportes. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Trabajó en Starmedia, Onda Imefe y el semanario La Clave.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_