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Blázquez rechaza que los relevos en la Iglesia vasca busquen reconducir su línea

El nuevo arzobispo de Valladolid presiente que ETA "renunciará pronto"

Ricardo Blázquez, quien este fin de semana se despide de la diócesis de Bilbao y el próximo día 17 tomará posesión de su nuevo cargo como arzobispo de Valladolid, rechazó ayer de plano que los últimos cambios en el episcopado vasco -su ascenso y el nombramiento de José Ignacio Munilla en San Sebastián- busquen reconducir la línea de la Iglesia de Euskadi. "Es una elucubración", zanjó el prelado en una entrevista concedida a Radio Euskadi. El prelado sostuvo que "en cada momento" se decide qué persona puede afrontar la tarea de dirigir cada obispado de la forma más satisfactoria posible.

A su entender, el nombramiento de Munilla en sustitución de Juan María Uriarte como obispo donostiarra y la posible designación de su obispo auxiliar y miembro del Opus, Mario Iceta, para relevarle a él mismo no forman parte de estrategia eclesiástica alguna para rebajar el perfil nacionalista del clero vasco.

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El paso de Blázquez a Valladolid ha sido interpretado como un avance más, el penúltimo, en la reconquista del País Vasco por el sector más españolista de la Conferencia Episcopal, con su presidente, el cardenal Rouco a la cabeza.

Tras los cambios en Bilbao y San Sebastián, sólo restaría la renovación en Vitoria, cuyo titular, Miguel Asurmendi, se ha destacado menos que Blázquez, Uriarte o el predecesor de este, José María Setién, y podría seguir allí el lustro que falta hasta su jubilación, a los 75 años.

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Blázquez añadió en la entrevista que ha conocido tres tipos de obispo durante su trayectoria: "El que llegó al Concilio Vaticano II, el que se configuró tras ese cónclave y el que llegó con Juan Pablo II, la etapa en la que nos encontramos ahora.

El nuevo arzobispo vallisoletano mostró su impresión de que "ETA pronto va a renunciar", al tiempo que destacó los esfuerzos por la paz realizados por la Iglesia vasca y la importancia de estar cerca de las víctimas. El prelado reconoció que el problema de la violencia etarra y el trato a sus víctimas han sido capítulos muy importantes de su trayectoria en la capital vizcaína.

"No sé si es un deseo, una esperanza, también un presentimiento, una convicción de que ETA pronto va a renunciar; esta impresión tengo", apuntó. Blázquez destacó el compromiso de los obispos vascos con las víctimas: "Hemos estado cerca [de ellas] lo mejor que hemos podido" de forma "muy discreta". Recordó que ya en 1998 la Iglesia vasca pidió perdón a las víctimas de la violencia si en algo no había estado a la altura necesaria.

Blázquez también se refirió a los casos de abusos a menores que se están sucediendo en el seno de la Iglesia católica y destacó la reciente carta del Papa dirigida a los fieles de Irlanda. "Es una carta realmente admirable por la humildad, que pide perdón sintiendo vergüenza; por el valor, de exigencia a todos los que tienen responsabilidad en la solución de estos casos; la cordialidad con la que se dirige a quienes han sido víctimas, comprendiendo la penosísima situación que han padecido y, además, poniendo las bases para que, en el futuro, esto no ocurra", sostuvo.

El nuervo arzobispo añadió que "éste es el punto de referencia" de la Iglesia católica para todos los asuntos relacionados con la pederastia y advirtió de que señalar que Benedicto XVI podría verse deslegitimado o afectado por estos casos supone "una acusación absolutamente desmedida".

Puntualizó que estos casos, contrarios a la moral cristiana, deben ser analizados también desde "un punto de vista estadístico" para comprobar que son pocos los que afectan a la institución católica. "La pederastia es un problema no de la Iglesia sólo, es un problema de la sociedad", remachó.

Tras el "hosco" recibimiento a su llegada a Bilbao en 1995, Blázquez mostró su pesar en su adiós. Y concluyó que "pronto" muchos de los que le criticaron le pidieron disculpas y ahora le despiden "con pena".

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