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Reportaje:JAMES SALTER | DIARIOS DE ESCRITORES

'Me gustaría morir aquí'

…las largas hebras del sauce susurrando al viento como un vestido, descendiendo para rozarme o azotarme de pronto la cara. Los árboles me abrazan torpemente. Me gustaría morir aquí y ser enterrado junto a ellos, cerca del viejo campo a orillas del río donde antes jugaban al fútbol, el River Field. Corría 1922, y para ellos era aún doloroso mirar a las mujeres. La música cambia pero el baile… Qué cautivadoras nos parecen las seducciones de antaño, los lugares de encuentro. Lo que los hombres buscan es emocionante: la conquista. Lo que las mujeres buscan es más pequeño: un hogar.

La cuestión es: ¿deben satisfacerse todos los deseos de la juventud? ¿Eso los echará a perder, o es el sentido mismo de la vida lo que estamos planteándonos, su centro y lo más preciado?

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Diarios de escritores

No somos estoicos. Mientras veo la televisión, me avergüenzo de lo que tomamos por sentimientos, por alma.

22 de octubre. Domingo por la mañana. De camino en coche hacia el pueblo. Todas las demás mañanas, las de después del adulterio cuando nunca me sentí mejor, todo en el mundo está en su sitio, las amantes, las avenidas, mi casa.

Coroliano, como explicó Peter Hall a Olivier, "es un hombre que está tan orgulloso que no tolera siquiera ser amado… o elogiado; es como si fuera propiedad de sí mismo".

Olivier decía, antes de los ensayos, "debemos eliminar todo eso de la falsa modestia, cuando rechaza todo elogio a su valor. Los isabelinos consideraban eso atractivo, pero para los públicos modernos es sencillamente aburrido". (…)

escribir ensayo. Peter ha admirado el mío en Esquire.

Aparece Jay McInerney. ¿Llegué a recibir su carta? (que escribió con motivo del Esquire de este verano). No.

Cuando salgo, llega Bill Kennedy. Cruzo unas palabras con él. Tengo en la mano su tarjeta. Muchas más personas. La mesa de billar está cubierta de cosas para comer. George se irá al campo el fin de semana de Navidad. Confieso a Bill Becker que no he sido muy inteligente.

-¿Por qué no?

-Nunca he ganado dinero.

En la fiesta del Esquire, en un lugar llamado Belle Epoque. Pero ahora ya no las necesitas -están todas aquí con sus vestidos negros y sus piernas hermosas-, eso era en otros tiempos. Están todas aquí con la música a todo volumen como una nave espacial y Dionisos impera: una rubia alta con una blusa de cuello cerrado de seda roja y pantalón negro, camareras, camareros, rostros resplandecientes, chicas con apartamentos pequeños y la ropa apretujada en el armario, fotos de verano abarquilladas, la pila de cintas o revistas.

¿Quién pensó que las cosas estaban cambiando? Ahí están todas, riéndose, sacudiendo la melena. Y hombres de Harvard, Princeton.

¿Son todos los hombres tan desagradables cuando se despiertan en plena noche?, pregunta la morena alta de rostro sensual.

Es Pearson Marx, la heredera de la fortuna (…), me dice Rust. Su novio…

Traducción de Isabel Ferrer

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