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España salva con una recuperación débil el acoso de los mercados

El PIB enlaza dos trimestres al alza, tras crecer un 0,2% entre abril y junio - El Banco de España advierte de que el repunte del consumo es transitorio

Alejandro Bolaños

Los meses en los que los mercados financieros pusieron a la economía española de los nervios fueron también los meses en los que se alejó un paso más del precipicio de la recesión. Según adelantó ayer el boletín del Banco de España, el PIB aumentó entre abril y junio un 0,2% respecto al trimestre anterior. Es una variación raquítica, apenas una décima más que en el arranque del año, pero sirve para certificar que la economía crece por segundo trimestre consecutivo, tras pasar siete en números rojos. Y también corrobora que la débil recuperación de la economía española aguantó el descomunal temporal de desconfianza que se extendió tras la zozobra de Grecia.

El crecimiento es exiguo: si se obvia la recesión del último año y medio y el primer trimestre de 2010, que sirvió para salir de ella, un 0,2% sería el incremento trimestral del PIB más débil en 15 años. El contraste con otros países de la zona euro (que es, a su vez, la región económica que más tarda en recuperarse de la crisis), es aún agudo: el PIB de Reino Unido avanzó un 1,1% en el segundo trimestre, Italia creció un 0,4%, según los aún escasos datos oficiales sobre el periodo.

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Pero, por comparación con el descalabro que se produjo en el mismo periodo de 2009 (un retroceso del 1%), el segundo trimestre da un empujón a la tasa interanual del PIB (0,2% frente al 1,3% del primer trimestre), cerca ya de territorio positivo. El dato adelantado por el Banco de España, que tiene que ser aún ratificado la próxima semana por el Instituto Nacional de Estadística, coincide además con la previsión más optimista de los expertos (algunos habían anticipado incluso la posibilidad de una recaída) y con el vaticinio del Gobierno.

Según el análisis del organismo supervisor, pudieron más los incentivos sobre la demanda privada de algunas decisiones del Gobierno, y la aportación del comercio exterior, que la enorme crisis de confianza gestada en los mercados. La memoria de lo que pudo ser el mayor descalabro del Estado en la democracia está aún fresca. Las dudas generadas por el fiasco de las cuentas griegas se contagiaron a otros países europeos endeudados y alimentaron la especulación: el diferencial de coste con la deuda pública española con la alemana alcanzó niveles récord y la financiación para empresas españolas en los mercados se puso imposible.

El rumor de que la zona euro podía verse obligada a rescatar a España cogió cuerpo en mayo y forzó al Gobierno a salir a la palestra con un drástico plan de ajuste (congelación de pensiones y obra pública, recorte del sueldo de los funcionarios). La tensión aflojó, aunque solo remitió con la reciente decisión de publicar las pruebas de esfuerzo a la banca.

Y, pese a todo, la economía española, mantuvo el pulso, débil, que se le auguraba antes de que la crisis volviera a enraizar en los mercados. En palabras del boletín del Banco de España: "Durante el segundo trimestre la actividad mantuvo una pauta de recuperación similar a la del primero, en un entorno de acusada volatilidad en los mercados financieros y de crisis de confianza muy aguda, tras la propagación de los efectos de la crisis fiscal griega hacia otras economías europeas".

Como ocurrió en el primer trimestre, la clave de esta incipiente recuperación fue el consumo de las familias, que explica más de la mitad del PIB. El gasto de los hogares aumentó un 0,7% respecto al trimestre anterior, lo que permitiría "la primera variación interanual positiva tras casi dos años", apunta el supervisor. Es un crecimiento apreciable, similar al de los años de expansión, que el Banco de España explica por "algunos elementos de naturaleza transitoria": el aumento de compras por el fin de las subvenciones a la adquisición de coches, por el adelanto a la subida del IVA en julio, o, incluso, por la cercanía del Mundial de fútbol y el apagón analógico, que impulsó las ventas de televisores.

El problema es que muchos de esos estímulos se han terminado, lo que deja dudas sobre una posible recaída. El programa de subvenciones a la compra de vehículos está agotado, como evidenció el desplome de las matriculaciones en julio. No habrá tampoco más compras para adelantarse a la subida del IVA, porque el recargo ya está en vigor desde el 1 de julio. Y, sobre todo, el efecto del drástico plan de ajuste orquestado en mayo dejará su huella en la segunda mitad del año. Aun así, el Banco de España corrobora el diagnóstico del Gobierno, cuestionado por Bruselas y buena parte de los analistas: no habrá recaída.

El boletín cree que "las tasas de crecimiento seguirán siendo débiles durante algunos trimestres más", pero nada dice de la hipótesis de que el PIB vuelva a retroceder este año. Eso sí, el supervisor pone condiciones para consolidar la recuperación: "requiere una pronta y firme instrumentación de los planes de consolidación fiscal comprometidos y de las reformas estructurales aprobadas o anunciadas".

El Banco de España apuesta a que, pese a la retirada de los estímulos, "cabe esperar una continuación de la recuperación del consumo privado" aunque más atenuada. Para ello debe consolidarse el reestablecimiento de la confianza y "un panorama menos incierto sobre las perspectivas del mercado de trabajo".

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