_
_
_
_
_
Reportaje:CARTA DEL CORRESPONSAL / Lima

Burbuja en ciernes

Lima está cambiando de forma y no necesariamente para bien. Al menos, no para todos. La mole de apartamentos enorme y blanca como un hospital que acaban de terminar a pocos metros del modesto y antiguo edificio donde reside este periodista sin duda luce poco atractiva, pero soportable. Mucho más feo fue amanecer la semana pasada y descubrir un panel publicitario en la casa ubicada al otro lado de la calle, otra vieja vivienda vendida a la vorágine inmobiliaria. Dentro de unos meses empezará la ruidosa construcción, y luego se levantará allí un nuevo edificio de seis o siete pisos, suficientes para suprimir lo que queda de mi lejana pero sugerente vista al océano Pacífico.

Por donde uno se mueva se encuentran evidencias de la transformación de una ciudad que por primera vez apunta alto en serio. Las viejas casas limeñas, entre ellas muchas de gran belleza y algunos auténticos palacetes, son demolidas en cuestión de días y reemplazadas por edificios que le están cambiando de forma decidida y definitiva el perfil a la ciudad. Salvo algunos nostálgicos del barrio en extinción y los pobres a los que nos privarán de un buen panorama, nadie se queja. Todos hablan de negocio, ya sea para vender o para comprar. En cosa de cinco años, el precio del metro cuadrado en las zonas residenciales más clásicas de Lima se ha duplicado, y en las zonas más exclusivas ya está alrededor de 3.000 dólares.

Los optimistas hablan de un 'boom' que todavía no ha tocado techo
El precio en las zonas más caras se ha duplicado en cinco años
Más información
El fin de los estímulos deprime la vivienda en EE UU

Al mismo tiempo, los edificios se han hecho más grandes, y los pisos, más pequeños. Habrá que tomarlo como un síntoma de progreso: dentro de poco se podrá vivir igual de incómodo en Lima que en las principales capitales del mundo.

Los optimistas, que de un tiempo a esta parte sobran en Perú, hablan de un boom al que todavía falta mucho para tocar techo. En el primer semestre de este año se vendieron unos 7.500 inmuebles en Lima, y el año anterior, que supuestamente fue de crisis, fue todavía mejor. Pese a ello, todos los corredores y analistas aseguran que queda mucha demanda insatisfecha. E incluso antes de que se saturen las zonas más tradicionales, donde se concentra la población de mayor poder adquisitivo, los desarrolladores han empezado a tomar posiciones en la periferia de la ciudad, donde abundan los terrenos eriazos y antiguas áreas de cultivo, para construir urbanizaciones y viviendas más baratas.

Nadie piensa ahora en términos negativos como saturación o burbuja. Todos piensan solo en construir, incluso el Estado, que, además de dar ayudas para la compra de viviendas, se ha embarcado en obras de apariencia faraónica como la primera línea de un tren eléctrico o la remodelación total del estadio Nacional. La idea es que al finalizar el año el ámbito de la construcción crezca un 5,2% y vuelva a liderar el PIB por sectores, según una proyección de la Cámara de Comercio de Lima. Lo cierto es que el sector muestra un dinamismo que parece no tener fin. Si se está formando una burbuja, es demasiado pequeña aún como para que alguien se la tome en serio. -JAIME

CORDERO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_