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Reportaje:Tormentas financieras en la zona euro

Libertad vigilada para España

La deuda pública salva temporalmente el huracán, pero pueden volver los ataques si el Gobierno no cumple su plan de recortes

Íñigo de Barrón

El 10 de mayo y el 23 de julio son fechas clave que explican por qué España no está ahora sufriendo los vaivenes de Irlanda o Portugal. En mayo, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero vio el infierno (económico). Las autoridades europeas le explicaron que o recortaba drásticamente el gasto o pondría al país al borde de la bancarrota. Zapatero hizo caso, aplicó los recortes sociales más fuertes de la democracia y superó el primer trámite, aunque desenterró el hacha de guerra con los sindicatos.

El 23 de julio se publicaron las pruebas de resistencia sobre el sistema financiero europeo. "El que más se jugaba en aquella prueba era España. Todos los ojos de los inversores estaban puestos en su sistema financiero y en la supuesta incapacidad para soportar la crisis. Sin embargo, sacó la prueba con nota, como ahora reconocen en muchos foros internacionales", comenta Tano Santos, profesor de la Universidad de Columbia.

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El 80% del sistema, entre ellas todas las grandes entidades, demostraron tener capital suficiente para superar una hipotética crisis aguda.

Los mercados dejaron de golpear a España. A partir de esas fechas, la prima de riesgo (que mide la diferencia entre lo que se paga por la deuda española frente a la de Alemania) inició un camino relajado -entre los 180 y los 200 puntos- mientras que el indicador de Portugal y el Irlanda no ha dejado de subir.

Otro dato relevante: a primeros de mayo, la prima de riesgo de España estuvo a poco más de 20 puntos de diferencia con la de estos dos países afectados. Ayer la divergencia era de más de 200 puntos. Ya llueve menos.

Este indicador es clave porque supone millones de euros en el pago de los intereses de la deuda con la que se financia el Tesoro. Aun quedan por emitir unos 60.000 millones en 2010 y 192.000 millones que están previstos para 2011. Si el Gobierno quiere financiarse a precios asequibles, como ha ocurrido en las últimas subastas, "debe demostrar que puede cumplir los objetivos de déficit sobre el PIB. O aplica el ajuste presupuestario o volverá la tormenta", augura Luis de Guindos, director del Centro PWC-IE del sector financiero.

Alfredo Sáenz, vicepresidente y consejero delegado del Santander, advirtió el viernes: "La principal asignatura pendiente es reducir los déficits fiscales, lo que va a ser especialmente doloroso para economías como la española". Este banquero ya declaró hace semanas que lo más difícil para Zapatero no será cumplir el objetivo de déficit de 2010, sino el de los años siguientes, porque hay dudas de que la economía crezca.

Los expertos coinciden en que el origen de los problemas de España está en el enorme endeudamiento, que le obliga a tener contentos a los inversores internacionales, los que prestan el dinero. En 14 años de bonanza la deuda del Estado, empresas y particulares asciende a 2,7 veces el PIB.

Por eso, hace unos días, Zapatero se reunió con los grandes banqueros y medios de comunicación anglosajones para convencerles de España puede pagar su deuda. José Manuel Campa, secretario de Estado de Economía, hizo lo mismo ante los inversores asiáticos y logró que China se convirtiera en uno de los principales inversores en deuda española. Los grandes banqueros habían pedido al presidente que diera este paso. "Hay que ir a la plaza pública y contar tu historia. No puedes dejar que otros (como la prensa anglosajona), lo hagan por ti porque solo aparecerá su versión", dice un alto ejecutivo de una gran caja de ahorros.

Esta recuperación de la credibilidad también ha supuesto la apertura de los mercados mayoristas de financiación para la gran banca. Si los inversores compran las emisiones españolas, las entidades podrán volver a dar préstamos y el sistema se engrasará. Por eso Guindos sostiene: "El problema de la banca española está mucho más ligado al riesgo-país que al riesgo bancario".

España ha gozado de tres meses de alto el fuego y ha comprobado sus ventajas. Pero ahí siguen los problemas de fondo y cualquier día los prestamistas pueden volver a cortar el grifo si dudan de la capacidad de pago porque se incumple lo prometido.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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