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Reportaje:

Los 5.000 esforzados 'brigadistas' del PSC

Militantes y simpatizantes del partido harán una campaña puerta a puerta para intentar repescar a sus votantes

Miquel Noguer

Las encuestas que llegan a la calle de Nicaragua, sede de los socialistas catalanes, no dejan de vaticinar malos augurios. No solo insisten en que una parte nada despreciable del electorado socialista prefiere el 28 de noviembre una victoria de Artur Mas, sino que los quesitos y las barras también indican que, en el mejor de los casos, la mitad del electorado socialista de las últimas elecciones autonómicas todavía no tiene decidido si va a ir a votar esta vez, y mucho menos a quién. Ante una desmovilización de tal calibre, la dirección del PSC ha activado esta vez un dispositivo de 5.000 voluntarios para que, calle por calle y puerta por puerta, intenten lo que el equipo de campaña de Obama en las últimas elecciones americanas bautizó como get the vote out, sacar el voto que se resiste.

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El trabajo de estos voluntarios se antoja titánico. Se trata, según explica el jefe de campaña del PSC, Jaume Collboni, de implicar a afiliados, simpatizantes y simples votantes en una espiral boca a boca para que estos 5.000 voluntarios atraigan hacia el partido entre 15 y 20 votantes cada uno. "Buscamos una forma muy llana de alcanzar a gente que en alguna ocasión nos ha votado y que en esta ocasión no lo tiene claro", dice Collboni. En total, pretenden llegar al menos a 100.000 personas.

Los voluntarios se organizan en lo que han llamado secciones electorales. Hace cerca de un año que ya trabajan a razón, más o menos, de una sección por mesa electoral. Los jefes de esta sección, que a menudo coinciden con los interventores que el día de la elección estarán junto a la urna, son los encargados de movilizar a su entorno más próximo. "Yo ya tengo identificados a casi todos los vecinos de mi escalera", dice uno de ellos, residente en Sarrià, barrio tradicionalmente difícil para el PSC. "Puerta con puerta tengo a un matrimonio: ella vota al PP y seguro que no la convencemos, pero él nos ha votado alguna vez; a ver si ahora lo convencemos", explica. Este ejemplo refleja la operación de microcirugía electoral que está intentando hacer el partido.

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En primer lugar, antes de ir a por nuevos votantes, se trata de identificar las fugas. Aquí es inevitable comparar el millón y medio de votos largo que el PSC logra en unas elecciones generales (en 2008, fueron 1.672.777) con los menos de 800.000 (796.173) conseguidos en las últimas autonómicas, en 2006. Se trata de ir a por estas 876.000 personas que le dijeron a José Luis Rodríguez Zapatero y que no se molestaron en votar a José Montilla o, directamente, se pasaron a otro partido.

Un ejemplo práctico: en Mataró 27.000 personas votaron por el PSC en las generales de 2008. Solo 14.000 lo habían hecho en las autonómicas de dos años antes.

En este caso, una de las labores de los 5.000 voluntarios que ha reclutado el PSC sería identificar las grandes bolsas de voto dormido e intentar movilizarlas. Como todos los grandes partidos, el PSC tiene perfectamente identificado, mesa por mesa, el potencial de votante socialista y es capaz, ya en las primeras horas de la jornada electoral, de vaticinar cuáles serán sus resultados partiendo del grado de participación en algunas de estas urnas clave.

Sabiendo dónde flojean más, los voluntarios tienen ahora una labor concreta. "Les pedimos que antes de las elecciones contacten con estas 15 o 20 personas al menos dos veces, para explicarles el programa de tú a tú, sin rigideces", explica Collboni. El formato es de lo más variado: "Desde una charla en un bar hasta una reunión de Tupperware", dice el jefe de campaña socialista.

La mayor de las batallas de estos voluntarios se centrará en Barcelona. De los 5.000 hombres y mujeres a disposición del partido, 1.000 ejercen en la capital catalana. El trabajo de estos voluntarios, sobre todo en Barcelona, no se ha planificado solo con vistas a las autonómicas. Las municipales de mayo están a la vuelta de la esquina y el PSC no puede permitirse el lujo de perder Barcelona, sobre todo si antes ha perdido ya la Generalitat. Por esta razón, la federación local del partido afronta el 28-N como un banco de pruebas para mayo, sobre todo en los barrios donde la gestión del alcalde, Jordi Hereu, ha sido más contestada. Todos recuerdan que las autonómicas de 2006 fueron ya un punto de inflexión importante, pues CiU ganó por primera vez incluso en la capital catalana. Es aquí donde las palabras que pronunció José Montilla el pasado sábado toman más significado: "Si ganamos Barcelona, ganamos Cataluña".

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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