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La protesta social en Francia

El Senado aprueba la reforma de Sarkozy

Antonio Jiménez Barca

Tras tres semanas extenuantes de debate, añagazas por parte de la oposición para alargar las sesiones y trucos legales por parte del Gobierno para acelerarlas, los senadores franceses votaron ayer (y aprobaron gracias a la mayoría de centro-derecha de Nicolas Sarkozy) el proyecto de ley de la reforma de las pensiones. El resultado fue de 173 votos a favor por 153 en contra. Una carambola del destino (o una acertada forma de apurar los tiempos por parte del Gobierno) ha hecho que la votación coincida casi exactamente con el inicio de las vacaciones de Todos los Santos lo que, según los asesores del presidente, adormecerá el movimiento de protesta.

No será fácil ni es tan seguro: los sindicatos, adelantándose al resultado cantado de la votación de ayer (el enigma era el cuándo no el qué) ya avisaron el jueves de que las manifestaciones y las huelgas continuarán: el jueves que viene, 28 de octubre, fecha en que, previsiblemente, el texto de la ley que sale del Senado será votado, a la vez, nueva y definitivamente, por las dos Cámaras, hay ya convocada otra nueva jornada de protesta. Y el sábado 6 de noviembre habrá otra: para entonces, estará cerca el día de la promulgación, por parte del presidente de la República, de esta ley sobre la que gira, exclusivamente, la vida política de Francia. Todo se resume al pulso entre los sindicatos decididos a continuar y un Sarkozy convencido de no ceder.

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El último discurso en el Senado fue el del ministro de Trabajo, Eric Woerth, que insistió en la necesidad de esta reforma y añadió, entre los gritos y los abucheos de la oposición: "Llegará un día en que todos los que han criticado esta ley reconozcan el coraje del presidente de la República". Tras la votación, añadió, refiriéndose a la protesta callejera: "Las instituciones han hablado".

A pesar de las varias y crecientes manifestaciones sucedidas mientras se debatía la ley, el Gobierno no ha cedido en lo principal: la edad legal de la jubilación se retrasará de los 60 a los 62 años y la jubilación completa para aquellos que no hayan cotizado los años pertinentes se retrasará de los 65 actuales a los 67. Ese tiempo necesario de cotización también se alarga: de 40 años pasa a 41,5.

Cuando empezó el debate de la reforma de las pensiones la votación se antojaba definitiva para ahogar la protesta. Entonces, eso sí, ni había escasez de gasolina ni los jóvenes se habían sumado a las manifestaciones. Ahora este paso no liquidará la crisis social. Queda por ver si la aplacará.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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