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Madrid 'reduce' la contaminación cambiando la forma de medirla

La capital superó en 2009 el máximo legal de dióxido de nitrógeno - Este año elimina las estaciones de medición más 'sucias' para entrar en los límites de la UE

Parece un caso digno de estudio. Una ciudad europea de más de tres millones de habitantes, que lleva años superando ampliamente los límites de contaminación que marca la Unión Europea y que, de repente, cuando esos límites empiezan a ser obligatorios, consigue rebajar su contaminación un 26%. En un solo año. ¿Cómo lo ha hecho? ¿Con un peaje disuasorio para circular por el centro, como Londres? ¿Prohibiendo la entrada de más coches cuando la contaminación empieza a subir? ¿Creando una zona de bajas emisiones? Nada de todo eso.

El año pasado, Madrid registró una media de 54 microgramos por metro cúbico de dióxido de nitrógeno. El límite era 42. Y este año, cuando el límite legal es 40 y ya es obligatorio, Madrid ha conseguido bajar a 40 (entre enero y septiembre, últimos datos del Ayuntamiento). ¿Magia? Algo así: truco. La capital cambió en enero de este año la red que mide la contaminación. Eliminó algunas estaciones y añadió otras. Casualidad o no, las que liquidó eran las situadas en las zonas más contaminadas de la capital.

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Ecologistas en Acción presentó ayer su informe sobre calidad del aire en España en 2009. Y como era previsible, Madrid aparece entre las zonas más contaminadas. La capital y muchas ciudades de la región. Aun así, la polución por dióxido de nitrógeno bajó ligeramente con respecto al año anterior. La crisis, asegura la organización ecologista, tuvo mucho que ver. El consumo de combustibles de automoción bajó un 5%, recordó su portavoz, Paco Segura. "Con una pequeña reducción del tráfico se ha notado la mejora en la calidad del aire", aseguró. "Así que sabemos cuál es la vía". En resumen, menos coches echando malos humos.

El Ayuntamiento de Madrid está orgulloso de su labor para reducir la contaminación de la ciudad. "Cumplimos con la legislación europea", dice un portavoz. La Concejalía de Medio Ambiente ha reorganizado la red de estaciones de medición de la polución. "Cumplimos con lo establecido con Bruselas", repiten como en una letanía. "Apostamos por el coche eléctrico", resaltan.

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Hace un año el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, aprobó el enésimo plan para disminuir la contaminación en el centro de la ciudad. Bajo el ambicioso nombre de Plan para la mejora de la calidad del aire, el Ayuntamiento presentaba un paquete de medidas para cumplir con la normativa europea correspondiente, la directiva 50/2008, que obliga a reducir la contaminación bajo la amenaza de sanciones. Las principales consistían en modificar la ubicación de las estaciones de medición y crear una zona de emisiones bajas (ZEB). Otra vez. Ya en 2006, cuando se presentó la Estrategia local de calidad del aire de la ciudad de Madrid, se habló de la ZEB. Iba a entrar en vigor en 2008. La idea era prohibir entrar al centro a los vehículos más contaminantes, los Euro 1 (en general, matriculados antes de 2003).

En 2008 la Concejalía de Medio Ambiente se echó atrás. "La fecha final, el objetivo, es 2010". Ya estamos a finales de 2010 y no hay ZEB. El Consistorio madrileño aún no ha fijado ni los criterios ni las medidas que se aplicarán en la zona de baja emisión un año después de delimitar la zona.

Otras capitales europeas sí se han puesto manos a la obra. Londres cobra un peaje a los coches que quieran circular por el centro desde 2003. Además, tiene una ZEB prohibida para los vehículos más contaminantes, pensada para camiones y autocares privados con años de rodaje. Una decena de países europeos ya tienen sus ZEB en marcha o a punto. Roma prohíbe la entrada a buena parte de su término municipal a los vehículos más sucios entre las ocho de la mañana y las ocho de la tarde. Berlín multa con 40 euros al que se salte la restricción. Barcelona ha optado por otros sistemas: el uso compartido de bicicletas y la limitación de velocidad en las entradas a la ciudad.

En octubre el Ayuntamiento tuvo que avisar a la población de los altos niveles de dióxido de nitrógeno (NO2), un gas irritante de las vías respiratorias que agrava problemas de salud como el asma. Aunque la media de la red no supere los máximos permitidos, muchas estaciones siguen recogiendo altos niveles de contaminación. "En cualquier otra capital europea se toman este tema mucho más en serio que en Madrid", afirma Fernando Prieto, doctor en Ecología de la Agencia Estatal de Evaluación de Políticas Públicas. "Hay que informar mejor a la población. Y parar la circulación de vehículos cuando sea necesario". La zona de emisiones bajas sería una buena solución para atajar el problema en Madrid, añade.

Pero el problema del NO2 no es exclusivo de la capital. Coslada y Getafe superaron los límites el año pasado. Un portavoz del Gobierno regional restó importancia a los datos. "Lo que ocurre aquí es lo mismo que sucede en el resto de comunidades desarrolladas de todo el mundo occidental". Descartó que desde el Ejecutivo regional se vayan a tomar medidas como las adoptadas en Barcelona. "Eso es competencia del Ayuntamiento de Madrid", desliza. Medio Ambiente reconoce que el problema de Madrid el tráfico de coches, pero recuerda que han apostado por el uso del transporte público. "Hemos construido cerca de 100 kilómetros de metro", dicen. E insisten en que apuestan por construir aparcamientos disuasorios aunque solo han puesto en marcha ocho de los 50 prometidos. Son los ciudadanos, añaden, los que "tienen que tomar conciencia del problema y hacer un uso más razonable del vehículo".

Cómo luchan otras ciudades contra la mala calidad del aire

París

- La capital francesa, a diferencia de Madrid, no tiene problemas para reconocer sus problemas de contaminación. El 90% de la red de medición de dióxido de nitrógeno supera los límites legales. El último informe de calidad del aire admite que "no es probable que se pueda cumplir con la nueva reglamentación". París no restringe la circulación, pero tiene un sistema de información que incluye paneles informativos en las calles. El aparcamiento, además, es carísimo para disuadir del uso del coche.

Roma

- El sistema que tiene Roma para reducir su contaminación es bastante complicado, además de muy restrictivo. Tiene varias zonas de baja emisión, cada una con unas normas y unos vehículos afectados diferentes. Además, si la contaminación es muy alta, se puede restringir la circulación a los vehículos con matrícula par o impar, según el día. En función de los límites que se superen, también se prohíbe completamente la circulación durante unas horas, hasta que la situación mejora.

Berlín

- El 1 de enero de 2008 entró en vigor la llamada "zona ecológica" de Berlín, un área de 88 kilómetros cuadrados (un millón de residentes) delimitada por la línea circular del tranvía. Los vehículos más contaminantes tienen prohibido circular dentro de la zona ecológica. Cuatro pegatinas de diferentes colores señalan el grado de emisiones de cada coche. Son obligatorias en toda Alemania (Stuttgart, Hannover, Colonia...), incluso para los turistas. La multa por incumplir la normativa es de 40 euros.

Barcelona

- Pionera en limitar la velocidad de los vehículos en los accesos a la ciudad a 80 kilómetros por hora (lo hace desde 2008), Barcelona ha conseguido rebajar la contaminación. El último informe asegura que las emisiones se han reducido un 11%, el equivalente a retirar de la circulación 22.100 coches al día. También se ha bajado el ruido, entre dos y tres decibelios, y las víctimas mortales en accidente en las vías con limitación de velocidad han descendido un 50%.

Londres

- A falta de un sistema para reducir la contaminación, la capital británica tiene dos. El congestion charge (tasa de congestión) es un peaje para entrar al centro de la ciudad. Unas cámaras leen las matrículas. Son ocho libras al día (solo laborables). La zona baja de emisión, que es más amplia que la del peaje, prohíbe circular a vehículos muy contaminantes (camiones, autocares, furgonetas grandes). Si uno se salta la prohibición, la multa es de 100 ó 200 libras, dependiendo del vehículo.

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