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Crónica:TENIS | Cop de Maestros
Crónica
Texto informativo con interpretación

"Federer me marea"

Ferrer, finalista en 2007, debuta hoy ante el suizo, al que no ha ganado en los 10 partidos en los que se han enfrentado

Frente a la negra puerta del número 10 de Downing Street, residencia del primer ministro, David Ferrer mira a sus compañeros con gesto alicaído. Aparecen siete tenistas vestidos de riguroso traje oscuro, como manda la etiqueta. Les recibe David Cameron. Hay fotos y risas. Conversación ligera. A todo eso asiste el alicantino cariacontecido y embutido en un traje gris perla, un foco de luz en medio de las tinieblas nocturnas del jueves, confundido el número siete en el atuendo por el protocolo de la ATP. La anécdota ilustra un peligro: en la Copa de Maestros, Ferrer, finalista del torneo en 2007, rival esta noche del suizo Roger Federer, y sin unos cuartos en un grande que lucir en 2010, corre el riesgo de sentirse un cuerpo extraño.

El alicantino es el segundo que mejor resta y el segundo que más partidos ha ganado
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¿Cómo explicar su presencia en Londres? "Ha cambiado mi mentalidad, el no ser tan pesimista ni tan negativo: jugaba sin claridad de pensamiento", cuenta el alicantino al comparar el final de 2010 con el de 2008, cuando el billete para la cita se le escapó en un mal fin de año. "He mejorado en el saque, también en la volea. Davydenko y Del Potro se han lesionado, y Verdasco no aprovechó su oportunidad".

Escuchar a Ferrer es como asistir a un ejercicio de autocensura. Su tendencia al relativismo, a menospreciarse incluso, no se corresponde con las estadísticas. No habla el alicantino de que es el segundo jugador que más partidos ha ganado en 2010 (60, como Federer). Nada dice de que logró títulos en arcilla (Acapulco) y cemento bajo techo (Valencia). Ni una palabra suelta de que los anaqueles digan que es el segundo mejor del mundo al resto (32% de eficacia).

Quizás la esencia del tenista se desentrañe mejor a través de su entrenador, Javier Piles. El viernes, bajo el frío de Londres, el técnico salió para devorar kilómetros a la carrera. En una pareja tan mimética ("somos una familia"), fue como un aviso a sus rivales: encuadrado en el Grupo B, con los tenistas que más en forma han llegado al fin de curso (Federer ganó Estocolmo y Basilea; Soderling, París-Bercy; Murray, Shanghai; y él, en Valencia), al español no le asusta nada. Para empezar, espera el suizo, que le ha derrotado en sus 10 enfrentamientos. "Contra Federer siempre me cuesta empezar, cambiar de marcha: me cambia mucho los ritmos. Me marea. Tengo que ir fuerte y pasar muchas bolas".

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