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Washington da la espalda a la UE

La reunión entre Estados Unidos y la Unión Europea, que puso fin a la cumbre de la OTAN en Lisboa, aportó buenas palabras y declaraciones de intenciones, pero no eliminó la sensación de que el interés de Washington en su relación con los aliados europeos está por debajo del que dedica a Asia y las potencias emergentes. Después de más de una hora de espera, cuando la cumbre hacía rato que había terminado, comparecieron ante la prensa Barack Obama y los presidentes del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. Tres breves declaraciones, genéricas, sin apenas compromisos, y punto final. No hubo lugar para preguntas.

Obama describió la reunión Washington-Bruselas con estas palabras: "Esta cumbre no fue tan interesante como otras, porque básicamente estuvimos de acuerdo en todo". Luego dijo que la relación con los aliados europeos es crucial y que EE UU "desea y necesita una Europa fuerte". El presidente y sus interlocutores de la UE hablaron de economía, seguridad y política exterior, y anunciaron medidas en defensa del libre comercio y la supresión de barreras arancelarias, a través del consejo económico transatlántico. Ninguna mención a la situación concreta de países con serios problemas financieros como Irlanda, ni de eventuales medidas de rescate. Sí hubo referencias a la necesidad de crecimiento económico, de consolidar presupuestos y crear empleo.

En otro orden de cosas, Obama, Van Rompuy y Barroso anunciaron la creación de un grupo de trabajo sobre seguridad, para combatir el terrorismo, el crimen organizado internacional y nuevos peligros como el terrorismo cibernético.

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