_
_
_
_
_
PATÉ DE CAMPAÑA | ELECCIONES CATALANAS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Más se perdió en Nicaragua

Sede del PSC. A las 20.05, con una prontitud que rompe la tradición peninsular ante la derrota, comparece Miquel Iceta, portavoz en el Parlament y un miembro-tipo del aparato del partido, un aparato dividido en sectores, con poco contacto con la sociedad y, en algún sector, mucho contacto con sociedades inmobiliarias. Gato pardo, gran lector de un partido muy difícil de leer -la sensación es que no nació en una maternidad, sino fruto de un pacto con otro sector interno-, Iceta muestra cierta expresión de perplejidad, nueva en su registro. No sé cuanto gana, pero en este caso, gane lo que gane, hoy ganará poco para el papelón que le toca hacer: hablar -TV3 dixit, y el sondeo de TV3 nunca se ha equivocado hasta la fecha- de una derrota histórica.

Más información
El peor resultado de la historia del PSC se lleva por delante a Montilla
Mas reducirá consejerías y suprimirá el impuesto de sucesiones
Artur Mas conquista Cataluña sobre los escombros del Gobierno tripartito

Iceta empieza a modular el discurso universal Dukakis. Da las gracias a todo el mundo que ha participado en el buen curso de esta jornada electoral. Cuando va por el noble cuerpo de ambulancias, se produce un sonido extraño en la sala. Alguien ha tirado un huevo a Iceta. Se desconoce la identidad del individuo, salvo que es un virtuoso del lanzamiento de huevo -le da en toda la frente-. A los pocos segundos dibuja más su carácter con la emisión de un "vivaespaña" y un rojodemierda, que la crítica especializada ya intuía. Repuesto apenas, el portavoz socialista finaliza abruptamente su discurso: "Será una noche electoral corta". Derrota confirmada.

Desprovisto de una lectura de Cataluña y de España desde Pasqual Maragall, con una campaña centrada en el cinturón, con un discurso sin autocrítica y un silencio Zapatero style ante la crisis, los socialistas catalanes ven dulcificada su derrota a lo largo de la noche. Su derrota pierde su carácter de Récord Guinness, su violencia de huevo estrellado en la frente. El escrutinio, no obstante, confirma la victoria de diversos y distantes accesos a la derecha -CiU, PP, SI, C's-, partidos o líderes relacionados en algunos casos con esa rama de la cultura española denominada corrupción, un hecho que al votante tipo, aparentemente, no le preocupa.

Al PSC, aparte de su cultura de lo público, por lo visto poco importante en el sur de Europa, le faltan otros ingredientes. Será divertido ver cómo un aparato poco ágil, más dado a progresiones internas que a la emisión de ideas, verbaliza todo esto. Sale a hablar Montilla -22.20-. Empieza a verbalizar todo eso: anuncia su desaparición del escenario político.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_