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Caos sin precedentes en Barajas

Descontrol en Barajas

El plante de los controladores bloquea en el aeropuerto a miles de personas - Muchos de los viajeros tuvieron que ser devueltos de los aviones a las terminales

F. Javier Barroso

El aeropuerto de Madrid-Barajas se convirtió ayer en una trampa monumental para miles de pasajeros. Un plante improvisado de los controladores aéreos dejó a miles de pasajeros en tierra justo cuando comenzaba el mayor puente del año. El paro en la torre de control, justificado por una acumulación de bajas médicas, se produjo alrededor de las seis de la tarde y se prolongó hasta la medianoche, cuando las compañías ya anunciaron que no iban a operar hasta hoy por la mañana. El efecto del paro fue inmediato: viajeros desesperados, repetidores de telefonía colapsados, cientos de viajes frustrados, momentos de tensión y desesperación por parte de los afectados. Las colas en la terminal 4 llegaban de punta a punta del edificio. Los pasajeros se arremolinaban en torno a los mostradores de atención al cliente de Iberia y de reclamaciones de AENA.

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Los trabajadores no daban abasto: repartir hojas de reclamaciones, intentar recolocar a los pasajeros en vuelos para hoy. "Me han cambiado los billetes para mañana, pero ya nos han fastidiado el puente", decía con cara de desesperación Conchi, junto con su marido y sus tres hijos.

Lo que más se utilizó ayer fueron los teléfonos móviles. Los frustrados pasajeros comunicaban a sus familiares y a sus empresas que no podían salir del aeropuerto. Algunos incluso lo tuitearon desde dentro de los aviones en los que quedaron atrapados a la espera de noticias. La tensión afloró ante los mostradores de atención al cliente, donde las preguntas de los pasajeros se estrellaban una y otra vez con la falta de respuestas de AENA y de las compañías aéreas. "Tú estás haciendo tu trabajo, pero a mí me estás jodiendo la vida", le gritó un pasajero indignado a un trabajador que trataba de apaciguar ánimos.

Los turistas miraban asombrados todo lo que está pasando. "Es increíble que nadie dé información ni diga nada de lo que está pasando", se quejaba en inglés Sandra, una mujer que tenía que volar a Zúrich a las 19.10. "Mi marido es periodista y se tiene que marchar", añadía indignada. "Yo no tengo a nadie que cuide a mis hijos y no puedo encontrar a un canguro a estas horas".

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De nuevo, la falta de información: "Nos han hecho facturar, pasar hasta el embarque, ir a la terminal satélite y, cuando estábamos en el avión, nos dicen que bajemos, que no salimos. Y nadie nos explica el porqué", destacaba Patricia Crespo, de 28 años, que tenía previsto volar a A Coruña a primera hora de la noche. "Me buscaré la vida para conseguir un transporte alternativo y poder pasar el puente con mi familia", explicaba.

AENA tardó bastante en emitir anuncios por megafonía. Desde el primer momento cargó contra los responsables de la torre de control: "Debido al abandono de los puestos de trabajo por parte de los controladores de Barajas, nos vemos obligados a cerrar el espacio aéreo de Madrid-Barajas. Disculpen las molestias". Alrededor de las siete de la tarde agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP, conocidos como antidisturbios) se desplegaron por las terminales para evitar altercados. No hubo incidentes.

Los que sí tuvieron más trabajo fueron los taxistas que acudieron en masa al aeropuerto. Muchas personas decidieron darse la vuelta, por lo que el metro se llenó de usuarios (el servicio se prolongó durante toda la noche) y la demanda de taxi se disparó. Barajas tenía previstas para ayer 1.299 operaciones, entre salidas y llegadas. Hasta las siete de la tarde, hora en que se terminó de cerrar el espacio aéreo, había efectuado 792, según fuentes de AENA. Quedaban otras 507 (248 llegadas y 259 salidas).

La gente se desesperaba y se tumbaba por la terminal. Unos utilizaban las maletas como asientos improvisados. Otros preferían directamente el suelo. Los ordenadores portátiles se utilizaban para ver películas.

"Estoy aquí metido y no me dicen nada de cuándo puedo salir. Ellos mismos no tienen ni puñetera idea de lo que va a pasar en las próximas horas", chillaba por teléfono un hombre.

A las 19.55, los paneles informaban de que se habían cancelado 10 salidas. La realidad era mucho peor: constaban embarques hasta de las 16.30. En las llegadas, la palabra más repetida era la de retrasado. "Y a mí, ¿quién me paga el aparcamiento en Barcelona?", le decía un hombre a su acompañante.

A las diez de la noche, Iberia empezó a informar de que todos sus vuelos estaban cancelados hasta las once de la mañana de hoy. "A partir de este momento operaríamos regularmente si abre el espacio aéreo", añadía.

La afluencia de pasajeros fue bajando conforme se acercaba la medianoche. Muchos desistieron de reclamar y optaron por marcharse a casa a descansar pasadas las once de la noche. A otros, como a Margarita, el parón indiscriminado de los controladores les resultó muy caro. Tuvo que coger un taxi para llegar al funeral de su tía en Asturias. Cada kilómetro le iba a costar 1,18 euros. "Lo sé. Me saldrá muy caro, pero era como mi madre", concluyó. Hubo también quien acudió a la comisaría a denunciar a AENA y a los controladores. "Es lamentable que encima me insulten" se quejó un pasajero.

Aglomeración de pasajeros en Barajas tras la suspensión de los vuelos causada por el plante de los controladores aéreos.
Aglomeración de pasajeros en Barajas tras la suspensión de los vuelos causada por el plante de los controladores aéreos.SAMUEL SÁNCHEZ

OCHO TESTIMONIOS EN MEDIO DEL CAOS

DESAMPARADA Y DISCAPACITADA. Françoise Liartecouso agita un certificado de discapacidad. "¿Debo quedarme aquí toda la noche?", pregunta mientras explica que debe volver a Lyon. Estaba en Madrid para ver a su nieto, recién licenciado tras cinco años de estudio. Silvina, sentada a su lado, pero a quien no conoce, agente de viajes, se ríe de la paradoja. Vino a hacer un cursillo y vive en Santiago de Compostela.

BROMAS Y HAMBURGUESA. Joan, Miguel, Leo y Lázaro tienen 18 años. Miguel los cumplió ayer, en el aeropuerto, mientras se comía una hamburguesa y esperaba una información que no llegaba. Son estudiantes universitarios y regresaban a ver a sus familias "y de fiesta" a su ciudad. Leo ya estaba metido en el avión cuando le hicieron bajarse de nuevo. Es el único que ha hecho una reclamación formal.

EL CORO DEL AEROPUERTO. Óscar Parada entretiene la espera cantando. Pero no de cualquier manera. Es miembro y presidente del coro Mahsal Wahar de Manzanares (Ciudad Real). Tienen una actuación profesional el domingo en Londres. "No sé si podremos llegar a tiempo", se lamenta, aunque de vez en cuando se arrancan a ensayar y consiguen centrar la atención de toda la cola de reclamantes.

EL ÁRBITRO NO LLEGA AL PARTIDO. Turista lisboeta de 25 años aguarda tumbado. "Vine a visitar Madrid", cuenta y recuerda que tiene compromisos ineludibles: "Soy árbitro de fútbol y no puedo faltar al partido". No sabe dónde dormirá, aunque ya apunta a la mochila.

DESTINO MÚNICH. La idea era pasar el puente con su novia en Múnich. Tenía el hotel reservado y pagado. Antes de salir de casa ha comprobado que su vuelo no sufría retrasos "por el tiempo". "Al menos nosotros nos podemos ahora volver a casa a dormir".

EXAMEN EN URUGUAY. Funcionario de la Embajada de Uruguay. Lleva un ordenador en bandolera y varias maletas. "Me iba a mi país para preparar un examen de ascenso diplomático que tengo el día 10 y quería prepararlo allá". Está casado y vive en Madrid desde hace dos años.

LA FAMILIA AL COMPLETO. Roberto González está indignado. Y eso que, dice, ha tenido suerte. Él, su mujer, Lutita, y sus hijos Ian, de cuatro años, y Leia, de uno. A ellos les han dado otra tarjeta de embarque para volar mañana a Zúrich "de placer". "Hemos encontrado una persona con ganas de trabajar", dice Roberto que, al menos, se consuela recordando que no habían pagado el hotel.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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