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Zapatero pide una "transición pacífica" en Egipto y Túnez

Al sexto día de la revolución de Egipto -cuando los muertos rondan los 130- y 16 días después de la caída del régimen de Túnez, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero deseó a ambos países "una transición pacífica".

El jefe del Gobierno dedicó el arranque de su discurso de ayer ante la convención autonómica del PSOE en Zaragoza a evocar la situación en el norte de África. "Quiero expresar desde aquí a esos pueblos, a esos países amigos, que queremos para ellos lo mismo que para nosotros: reformas democráticas, libertad, progreso y justicia social", afirmó.

"Queremos los cambios pacíficos y nos comprometemos a que la Unión Europea dé un respaldo futuro a esos cambios y que nuestros vínculos y nuestro apoyo al desarrollo de las aspiraciones de los jóvenes estén también presentes en las políticas de la UE", añadió.

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El Ministerio de Exteriores español ya había hecho público, el viernes, un comunicado sobre Egipto en términos parecidos aunque menos cálidos.

El Gobierno español fue estos últimos años uno de los principales valedores del derrocado presidente tunecino Zine el Abidine Ben Ali ante la UE. La presidencia española hizo, el año pasado, grandes esfuerzos para avanzar en la negociación tendente a establecer con Túnez una relación privilegiada otorgándole el llamado "estatuto avanzado".

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"Medidas adecuadas"

Horas antes de que Ben Ali huyese de Túnez, el 14 de enero, el Ministerio de Exteriores español saludó, en un comunicado, las medidas que acababa de tomar. "El Gobierno cree que marcan la línea adecuada en la que debe profundizarse (...)", señalaba el texto.

Los manifestantes tunecinos rechazaron esas medidas y Ben Ali se exilió. Tres horas después Asuntos Exteriores pedía a las autoridades provisionales de Túnez que "convoquen elecciones generales cuanto antes y con plenas garantías".

El régimen de Ben Ali se sostenía sobre dos pilares, el mastodóntico aparato policial y el partido hegemónico, el Reagrupamiento Constitucional Democrático. Este era miembro de pleno derecho de la Internacional Socialista hasta el 17 de enero, cuando fue expulsado con sigilo.

Dos años antes, el vicepresidente belga de la Internacional socialista, Elio di Rupo, hizo gestiones para obtener su expulsión, pero no lo logró a causa de la oposición de los demás miembros.

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