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Las consecuencias de un acuerdo histórico

El 'efecto Angela' llega a las academias

"Como no tengo esperanza de trabajar en España, me voy", lamenta resignada la barcelonesa Berta Hernández, de 20 años, que el próximo año culminará su carrera de Comunicación Audiovisual con una estancia Erasmus en Colonia (Alemania). Hernández es una de las españolas que ha sucumbido al efecto Angela, que es como se conoce entre los centros de idiomas la expectación generada por Berlín de ofrecer arbeit (trabajo) a profesionales cualificados. La demanda para aprender la lengua de Nietzsche ha aumentado este año un 10%, según el Instituto Goethe, un organismo vinculado al Ministerio de Exteriores germano y donde en 2009 se formaron 6.313 españoles. "La finalidad del 70% de nuestros estudiantes es laboral", admite Marc Borneis, responsable en Barcelona.

En los centros públicos españoles, donde se matricularon en alemán 35.000 estudiantes, también han detectado el incremento, según el Ministerio de Educación. La lengua germánica, no obstante, sigue siendo la tercera por detrás del inglés (200.000) y el francés (57.000). Manejarse con fluidez requiere de media 400 horas de estudio y 3.000 euros. Con estos mimbres, el estudiante adquiere los conocimientos para superar el nivel B1, que avala destreza en la conversación. "Quien cree que es difícil, nunca lo ha intentado", precisa Bernhard Roters, profesor con décadas de experiencia. "Pese a los estereotipos, el alemán es más sencillo que el árabe o el chino", concluye irónico Borneis.

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