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Ola de cambio en el mundo árabe

Arabia Saudí delega en la Liga Árabe el apoyo a una intervención militar

Riad lanza una advertencia contra quienes alienten protestas entre los saudíes

Ángeles Espinosa

Arabia Saudí delegó ayer en la Liga Árabe la decisión de respaldar una eventual zona de exclusión aérea sobre Libia. Su ministro de Exteriores, el príncipe Saud al Faisal, dijo que Riad no va a inmiscuirse en esa crisis y lanzó una advertencia a quien pueda tener la tentación de alentar protestas entre los saudíes. Aún atónitos por las revueltas que sacuden al mundo árabe, los responsables de Arabia Saudí ven con creciente preocupación la posibilidad de contagio. "Los problemas deben abordarse a través del diálogo, no de la protesta", declaró Saud.

Las declaraciones del jefe de la diplomacia saudí constituyen la primera respuesta pública de Riad a la búsqueda de respaldo árabe por parte de EE UU y Europa para adoptar medidas que puedan frenar la guerra civil libia sin ser acusados de intervencionismo. Los líderes rebeldes de ese país han pedido a la comunidad internacional que imponga una zona de exclusión aérea para evitar el bombardeo de la aviación de Muamar el Gadafi.

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"Las opciones para alcanzar el objetivo de proteger al pueblo libio y frenar el derramamiento de sangre dependen de la Liga Árabe", manifestó el príncipe Saud. Aunque durante sus 66 años de existencia ese foro se ha mostrado escasamente relevante, la reunión del próximo sábado para tratar la crisis libia va a constituir una prueba de su capacidad de marcar una diferencia con el pasado y adoptar alguna medida eficaz.

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Con Egipto e Irak fuera de juego por su situación interna, Arabia Saudí se ha convertido en el único país árabe con peso político (y financiero) para dar el visto bueno a una acción de ese calibre. Sin embargo, los primeros indicios de que el reino tampoco es inmune a los vientos democratizadores que soplan en la región aconsejan extremar la cautela. Cualquier decisión sentará un precedente.

Saud, que lleva al frente de la diplomacia saudí desde 1975, insistió en diferenciar los motivos que alientan las revueltas en cada país. "Cada caso es distinto. No puedo vincularlos y decir que es un fenómeno galopante", dijo.

Los activistas saudíes aseguran sin embargo que las revueltas en Túnez y Egipto les han servido de ejemplo. "Cuando vimos que se iba Mubarak, comprendimos que el cambio era posible y perdimos el miedo", asegura Eman al Nafja, una de las blogueras saudíes de referencia. Como otros activistas entrevistados estos días, asegura que desea una reforma del sistema, no un cambio de régimen. Enseguida empezó a debatirse en los foros sociales la convocatoria de una manifestación que, tras algún baile de fechas, se ha fijado para mañana viernes. Aunque pocos creen que vaya a obtener una gran respuesta, su mera existencia ha puesto a las autoridades a la defensiva.

Sin mencionar ese llamamiento, Saud aseguró que las manifestaciones no van a traer la reforma a Arabia Saudí y recordó que sus ulemas han prohibido las protestas. "En mi opinión, el diálogo es la mejor forma de abordar los problemas que aquejan a la sociedad", declaró antes de advertir contra posibles interferencias extranjeras. "Cortaremos cualquier dedo que se introduzca en el reino", concluyó usando una expresión hecha en árabe.

El ministro de Exteriores, el príncipe Saud al Faisal, en la conferencia de prensa.
El ministro de Exteriores, el príncipe Saud al Faisal, en la conferencia de prensa.SUSAN BAAGHIL (REUTERS)

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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