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Ola de cambio en el mundo árabe | Consecuencias en Rabat

La movilización continuará en Marruecos pese a las reformas

Los disidentes critican por escasas las concesiones del rey

Hace tan solo tres meses, la reforma constitucional que anunció el miércoles por la noche el rey Mohamed VI de Marruecos hubiese parecido a todos determinante. Pero, a la vista de los logros alcanzados por las revoluciones de Túnez y Egipto, ahora resulta muy corta a ojos de los marroquíes que convocaron las manifestaciones de protesta del pasado 20 de febrero.

En un discurso televisado no previsto, el soberano alauí describió a grandes rasgos una reforma que incluye un recorte de sus poderes, en beneficio del primer ministro, y una regionalización con la creación de Parlamentos locales.

Los líderes de la mayoría de los partidos marroquíes se turnaron ante las cámaras de la televisión para ensalzar las ideas del monarca y, en su deseo de halagar, Zhor Chekkdi, que encabeza una pequeña formación, llegó a afirmar que los cambios "van más allá de las reivindicaciones" formuladas por los que pedían reformas.

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Las autoridades de los dos países más afines a Marruecos, Francia y España, tampoco fueron parcas en elogios. El número dos de la diplomacia española, Juan Antonio Yáñez, resaltó su "alcance importante" y su "dimensión histórica", olvidándose de que hace tan solo un mes su ministra, Trinidad Jiménez, proclamaba que Marruecos ya había hecho los deberes en materia de reformas.

Cuando hace 19 días muchedumbres heterogéneas, compuestas por estudiantes, izquierdistas, sindicalistas y un puñado de islamistas, se echaron a las calles en medio centenar de ciudades marroquíes, el Ministerio del Interior restó importancia a la movilización. Señaló que solo hubo 37.000 manifestantes en todo el país, la quinta parte de los que decían los organizadores.

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"Si gracias a una primera movilización se pueden arrancar unas cuantas concesiones, habrá que completar la faena con las siguientes", convocadas a partir del día 20, afirma Ahmed Benseddik, un ingeniero al que el rey encargó los festejos del aniversario de la fundación de Fez. El discurso real ha hecho tomar conciencia a la oposición de su fuerza. El pulso promete ser largo.

Nunca una protesta popular aparentemente tan escasa había arrancado, sin embargo, concesiones tan trascendentes de la monarquía marroquí. El régimen ha debido de tomar conciencia de las ansias de libertad y justicia que mueven a las élites alentadas, sobre todo, por el ejemplo de Túnez, donde la sociedad civil ha impuesto su agenda para la transición. Y esta empieza con una asamblea constituyente.

Esa es la principal reivindicación que aflora en los foros y redes sociales, tras escuchar el discurso del rey, junto con la exigencia de que los "presos políticos" sean liberados. "La comisión

[creada por el monarca para redactar la nueva Constitución] carece de legitimidad popular", afirma Nizar Bennamate, uno de los jóvenes militantes. "Una Constitución democrática ha de ser elaborada por una asamblea democrática", insiste.

Abdelatif Menouni, el jurista designado por el soberano para encabezar la comisión, no prometió ayer, en su primera declaración pública, una asamblea constituyente, pero sí aseguró que la Carta Magna se hará "en concertación con los partidos, las organizaciones de la sociedad civil, etcétera".

La alocución real suscita otras muchas dudas, porque no dejó claro que el rey renuncie del todo a gobernar; ni a su carácter "sagrado", recogido en el artículo 23 de la Constitución; ni a ser el Comendador de los Creyentes o jefe espiritual de los musulmanes. Curiosamente, en las redes sociales ya solo importan el rey y su entorno y apenas se menciona al Gobierno y los partidos.

Mohamed VI, antes del discurso.
Mohamed VI, antes del discurso.MAP

Lo prometido

- Se reforzará el poder del primer ministro, que será nombrado por el rey "en el seno del partido que gane las elecciones".

- El Parlamento emanará de "elecciones libres y sinceras".

- Las competencias de la Cámara baja se incrementarán y se consolidará el papel de los partidos.

- La Justicia se convertirá en un "poder independiente".

- Se fomentará la igualdad entre hombres y mujeres en el acceso a los cargos electos.

- Se crearán Parlamentos autónomos elegidos por sufragio universal directo.

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