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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Perú protesta

El exmilitar Ollanta Humala deberá disputar la presidencia con Keiko Fujimori en segunda vuelta

El electorado no ha decidido nada en la primera vuelta de las presidenciales peruanas, pero se le entiende todo. Ollanta Humala, el exmilitar y líder de los desheredados -un tercio de la población vive bajo el umbral de pobreza- ha ganado aupándose hasta el 30% de sufragios, lo que, junto a los otros resultados, nos dice mucho sobre el país. Keiko Fujimori, la hija de Alberto Fujimori -el expresidente que cumple 25 años de condena por gravísimas violaciones de los derechos humanos- se coloca para disputarle la presidencia, y el tercero, que se queda fuera, es el empresario y antiguo primer ministro, Pedro Pablo Kuczynski. El expresidente Alejandro Toledo y el que fue alcalde de Lima, Luis Castañeda, que hace unas semanas parecían las mejores apuestas, han quedado también en la cuneta.

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Pese a que Perú ha crecido en los últimos años por encima del 6%, el voto constituye toda una desautorización del sistema. Humala ha hecho los deberes electorales y ha sido aconsejado por asesores del expresidente brasileño Lula, y aunque ha suprimido el vocerío bolivariano que consintió en 2006, cuando fue derrotado por el hoy presidente saliente Alan García, sigue siendo para la derecha un candidato antisistema. Keiko Fujimori, por su parte, es tan conservadora como el que más, pero se beneficia del recuerdo de la política asistencialista de su padre, así como de la derrota que infligió al terrorismo de Sendero Luminoso. Y eso la califica, a su vez, con el brumoso adjetivo de populista. Los demás, incluyendo al APRA de Alan García, que ni siquiera presentaba candidato, han recibido en grado diverso un non sastisfecit del electorado, que parecía decir: crecimiento, sí, pero más dignamente repartido, por favor.

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Todo ello se debe a una extrema fragmentación del voto, en el que no caben segundas preferencias. Se vota al que se vota y se aborrece al que no. Eso es lo que deja las espadas relativamente en alto. Bajo una óptica estándar los siete u ocho puntos de ventaja de Humala sobre la hija de Fujimori, deberían bastar para darle la victoria. Pero ya en las anteriores presidenciales, el candidato izquierdista había ganado en primera vuelta y hubo zafarrancho general para cortarle el paso, suerte que le cupo al señor García. ¿Se repetirá el caso? Entre Fujimori y el exmilitar hay alguna coincidencia de franjas votantes: los agraviados sin ideología. Y eso aún dificulta más todo pronóstico.

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