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EE UU y Europa negocian en la ONU una resolución de condena a Siria

Las potencias temen, sin embargo, el caos que supondría la caída del régimen

Enric González

Estados Unidos y los cuatro países europeos en el Consejo de Seguridad de la ONU (Reino Unido, Francia, Alemania y Portugal) negociaban anoche un proyecto de resolución para condenar la represión en Siria. Fue significativo, sin embargo, que nadie expresara el deseo de una caída del régimen de Bachar el Asad, y que la presión diplomática se limitara a las formas, no al fondo. En general, se consideraba que un desplome del régimen entrañaría un alto riesgo de caos con efectos sobre el conjunto de Oriente Próximo.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, telefoneó a El Asad y le pidió simplemente "moderación". Si aún le quedaba alguna duda, el presidente sirio debió tranquilizarse ante esas reacciones: no iba a sufrir el mismo tipo de condena que el libio Muamar el Gadafi, aunque él también estuviera utilizando tanques contra la población civil y el número de muertos siguiera en aumento. Las organizaciones sirias de derechos humanos estimaban la cifra de cadáveres en un mínimo de 400, 120 de ellos en las cuatro últimas jornadas.

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Las llamadas al orden procedentes del extranjero han influido de momento en los acontecimientos. Deraa permaneció ayer igual que la víspera, tomada por miles de soldados apoyados por tanques. Las patrullas militares y los shabiha, bandas de matones fieles al régimen, iban casa por casa deteniendo a presuntos opositores o participantes en las manifestaciones. El Ejército no permitía siquiera que se retiraran de la calle los cadáveres del lunes. Un hombre, identificado como Zaher Ahmad Ayyash, fue tiroteado y muerto cuando intentaba recoger los cuerpos de dos de sus hermanos, según un activista local.

El hospital fue cerrado y los enfermos y heridos, enviados a sus casas. La zona, sin electricidad ni teléfonos y con escasez de agua, estaba acordonada, aunque el activista que logró hablar con el exterior con un móvil vía satélite dijo que varios refugiados palestinos, habituados a las situaciones de violencia y a cruzar clandestinamente la frontera con Jordania, introducían víveres.

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Otras ciudades donde la revuelta contra El Asad resultó intensa el fin de semana, como Duma y Jableh, también se encontraban bajo control de patrullas militares y eran objeto de redadas casa por casa, aunque sin intervención de tanques. La intención de El Asad era diáfana: acabar con la revuelta, aunque costara cientos de muertes y miles de detenciones. Pero esa brutalidad entrañaba el riesgo de que la oposición se radicalizara y se armara. Siria tiene fronteras especialmente porosas con dos países rebosantes de armamento, Irak y Líbano.

El Gobierno español convocó ayer al embajador de Siria en Madrid para expresarle su "condena por la represión violenta de las manifestaciones", informa Miguel González.

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