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Elecciones municipales y autonómicas

"Claro que voy a votar, si no, de qué me voy a quejar después"

Pese al estigma de la abstención, el 15-M integra gran cantidad de opiniones

A más gente, más diversidad, pura ley de la acción popular espontánea. La plaza del Ayuntamiento de Valencia, sede desde el lunes del Movimiento 15-M, acoge cada vez más diferencias, igual que la plaza de la Montañeta de Alicante. Ayer acudieron más padres y madres con sus hijos que el jueves, más corbatas, más jerséis al cuello, más canas, más rastas, 10.000 sonrisas en la capital y 2.000 en Alicante. Unos opinaban una cosa; otros, otra, pero todos estaban a lo mismo, que ya nada siga siendo como hasta ahora.

"Al final no van a sacar nada en claro", apuntaba una escéptica Toñi poco después de empezar la asamblea. "Está todo demasiado mal", añadía, "es difícil creer". Pero Toñi miraba a su espalda, a la asamblea, pensaba en sus hijos, dos en el paro, y repetía: "Ojalá". En su puesto de flores, bordeando la plaza, trajinaba dentro y fuera con tenazas, floreros y algún tallo suelto. "Votaremos sí, claro. Si no, ¿qué voy a decir después? No te podrías quejar".

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Curiosamente, Toñi hablaba de los demás, de "a ver si lo consiguen", se ponía al margen, todo lo contrario que Vicenta. Con 79 años y una bolsa a cuestas, esta vecina de Moixent se mostraba encantada con el Movimiento. "Es fantástico", exclamaba, "tienen que cambiar todo esto, hay mucha corrupción". Vicenta, ama de casa y "gran lectora", leía un twitter analógico apoyado en un árbol con mensajes de los indignados. Hablaba de los vicios del sistema y torcía el gesto. "Si es verdad eso que dicen en la radio, es vergonzoso. Si es verdad, este Camps tiene más cara que espalda", exclamaba. "Están paralizando la justicia con sus recursos, no está bien", insistía. Vicenta no se podía quedar a la asamblea. El último tren a Moixent salía poco después de las 20.00 y no podía permitirse un hotel con los 600 euros de la pensión. Aun así, ayer vino adrede a ver el Movimiento, a seguirlo hasta los bancos. "A los viejos ya nos quitaron la dignidad", susurró antes de irse, "los jóvenes aún pueden conservarla".

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Los jóvenes, protagonistas de la historia, han conseguido mucho en pocos días. Han conseguido organizarse y mantener el orden, han consensuado un manifiesto con sus propuestas y han diversificado sus acciones. Ayer, tres de ellos, Carlos, Alex y Constantinos, estampaban eslóganes en la camiseta del que quisiera. Los tres piensan votar, aunque creen que "no hay margen para cambiar el resultado de las elecciones", apuntaban. "Esto tiene que ir paso a paso", opinaba Carlos, "en Grecia llevan cinco años de revolución y aún no han conseguido demasiado". Alex augura que el Movimiento superará la fecha del 22-M, "tiene que seguir, evolucionar". "En dos días", afirmaba, "no se puede cambiar nada". "Hay que votar y saber votar", concluyó Carlos.

En Alicante había muchos jóvenes veinteañeros, aunque también bastantes ciudadanos de otras edades. Antonio, de 23 años, se sumó el jueves a la protesta y ayer, después de pasar por su casa, pretendía hacer noche en la plaza. Está con un grupo de amigos "para cambiar las cosas, que todo se reparta mejor. No vivo mal, pero sé que se podrían cambiar muchas cosas", explica. "Desde casa no se cambia nada", agrega. Antonio es de esa generación que escucha constantemente que no hacen nada, que no se quejan y ha encontrado en el movimiento 15-M la forma de expresar lo que no sabía cómo expresar hasta hace unos días. Mañana no va a votar: "Tenía pensado hacerlo pero a partir de esto no voy a votar. Voy a abstenerme, es mi manera de protestar".

A unos metros, Mari Carmen Sigüenza estaba sentada en un banco cerca de su hijo veinteañero y de sus amigos. Vecina de Elche, el jueves participó en la concentración de esta localidad pero ayer se sumó a la de Alicante. "La juventud necesita todo lo que está reivindicando: el derecho a un empleo, a vivir dignamente, a independizarse, a que los políticos no se lo lleven todo, a no votar a un político imputado que esté en una lista", explicaba. Y Montse, vecina de Alicante, acudió con su pareja y su hija pequeña. "Estamos aquí con la esperanza de ver qué pasa después de las elecciones". Montse explicaba su presencia "por hartazgo, por falta de representación de los partidos mayoritarios y minoritarios. Normalmente somos votantes de izquierda, pero estamos hartos. Mucho te venden en las elecciones pero luego no es verdad y los sindicatos ni te cuento, a pesar de que soy afiliada". Montse, igual que Mari Carmen, pensaba votar mañana.

Un grupo de indignados protestan ante las puertas de un banco en Valencia.
Un grupo de indignados protestan ante las puertas de un banco en Valencia.MÒNICA TORRES

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