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Reportaje:Elecciones municipales y autonómicas | El Movimiento 15-M

"Aquí no compra ni Dios"

Los comercios de la zona se quejan de que la acampada de Sol ha bajado sus ventas

Patricia Ortega Dolz

La toma de la Puerta del Sol por parte de los indignados ha alterado completamente la vida comercial de la zona, ha perturbado de lleno su dinamismo diario. El campamento ha creado una barrera física y psicológica. La física implica que la gente apenas cruza la plaza de norte a sur.

Las tiendas de la calle de Carretas están vacías: "Llevamos varios días así", asegura una guardia de seguridad de una tienda de ropa interior. "La gente que venía de la calle de Preciados ya no viene". Y lo ratifica el dependiente de una zapatería muy popular, que ni siquiera está en su tienda, sino en la pizzería de al lado: "Aquí no compra ni Dios".

A última hora de la tarde las tiendas, tanto el pequeño comercio como las franquicias, están prácticamente vacías. El dueño de la pizzería que hace esquina con la puerta del Sol dice, en cambio, que ellos sí han hecho buen negocio. Los únicos comercialmente beneficiados parecen ser los locales de comida rápida porque, al otro lado de la plaza, en las calles de la Montera y Preciados, los bares, cafeterías y restaurantes limítrofes han optado por quitar las terrazas o reducirlas a la enésima potencia, porque las constantes riadas humanas hacia el kilómetro cero hacen imposible el trabajo. "No se venden ni chapas", dice Manuel Fernández, camarero con 40 años de profesión y 15 en la Cafetería Europa. Ellos, como otros locales de la zona, han tenido que controlar la entrada a los baños "solo para clientes". Los que no lo han hecho, como ha ocurrido con alguna cadena de comida rápida, se quejan: "Tenemos que limpiarlos cada poco porque están guarrísimos", asegura una de las dependientas.

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Por otra parte, hay otra barrera psicológica generada por el campamento del 15-M que ha afectado también al habitual aspecto que caracteriza a esta zona de la capital. Se trata de un área que siempre ha tenido alargados horarios en sus comercios, pero ahora ya las tiendas no abren hasta tan tarde. Antes de las ocho de la tarde ya han bajado las persianas más de la mitad: ópticas, tiendas de ropa, zapaterías... Probablemente para eludir la avalancha de gente que llega a esa hora para participar en la concentración diaria.

Ayer la concentración colapsó la plaza de la Puerta del Sol. Cruzar de un lado a otro suponía un mínimo de 35 minutos en un habilidoso zigzag por las calles adyacentes. Y, al tiempo que los comercios echaban el cierre o se recogían en el interior de sus locales, en las plazas de Callao, de Jacinto Benavente y del Carmen ya se celebraban asambleas paralelas a la concentración. En resumen: Sol está lleno de gente que no consume más que lo estrictamente necesario y, si puede, no gasta. Y el resto de potenciales consumidores parece que ha optado por no acercarse al centro.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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