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Barcelona celebra la 'Champions'
Columna
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La victoria

El Barça es un club raro. Su mayor rareza es que no es un club de fútbol. Es una tradición rebelde de la ciudad. Todas las tradiciones rebeldes de la ciudad se han topado de narices con el Barça. Y en ese trance, jamás ha habido choques, sino incorporación a la mirada. Manuel Vázquez Montalbán, verbigracia, dibujó el canon de la incorporación de la rebeldía antifranquista a la mirada culé.

Por tradición, era de suponer que el movimiento 15-M, agrupado en la plaza de Catalunya, no tendría nada que temer de su cruce con la cosa Barça, que cuando gana algo va a liarla a Canaletes, a escasos metros. Pero anteayer, cuando los Navy Seals fueron a la plaza de Catalunya a practicarle la higiene con miras al partidazo de hoy, la cosa se enrareció. ¿Hay algo que temer? ¿El 15-M es el único movimiento, si exceptuamos el Glorioso Movimiento, que no se mezclará con el Barça?

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30.000 'culés' al grito de "¡¿por qué?!"
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Bueno. Plaza de Catalunya. Acaba de empezar el partido. Los acampados practican el caceroling. Hay mucha gente, si bien muchos usuarios del movimiento y del Barça, no obstante, están practicando la doble militancia en algún bar con tele del entorno. Los goles del Barça y los cohetes que la ciudadanía tira en toda la ciudad suenan sobre las cacerolas. Son dos accesos a la rebeldía que se mezclan. Conforme el partido avanza, los acampados retiran los chiringuitos hacia los laterales de la plaza. "La plaza es del pueblo. Si quieren celebrar la victoria de su equipo, tienen todo su derecho", dice al respecto un comunicado de #acampadabcn, que a lo largo del partido fue informando de lo que pasaba en Catalunya y de lo que pasaba en Wembley.

Finaliza el partido. Diversos carteles están dispuestos para recibir a la culerada: "nosaltres també som culés", "la revolució també és blaugrana". Empieza a llegar la culerada, una tradición que, históricamente, tiene poco que celebrar y que por eso viene aquí siempre que puede. Chicos sin novia non stop, familias paquis que estrenan mirada, con un niño que estrena camiseta del mejor equipo del mundo, abuelitas cogidas del brazo, matrimonios jubilados, el charnego-power, neotietes, chicas con ganas de liarla, chicos con hambre de gol, papás y mamás con hijos -vestidos todos del Barça-, chicas rubias platino, señoras con la raya del tinte, padres con sus hijos adultos, avanzando con las manos en los bolsillos y poco que decirse, salvo hablar de la mirada que comparten. Un público horizontal. Como el de la plaza.

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