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Los supervisores niegan que el recargo de capital a la banca tenga impacto económico

Alejandro Bolaños

Tras meses de dilaciones, síntoma de un debate enconado, el G-20 decidirá por fin este mes de noviembre cómo encaja en la reforma financiera a los grandes bancos, aquellos que los Estados no dejan caer por su efecto multiplicador en el sistema. Buena parte de la propuesta que debe presentar el Consejo de Estabilidad Financiera ya está madura desde junio. Ahora, el organismo internacional que impulsa la reforma, se ha parado a analizar el impacto económico de la exigencia adicional de la capital a estas entidades, que concentran buena parte del crédito internacional. Y su conclusión es contundente: "Como mucho tendría un impacto muy modesto en la producción, cuando los beneficios de reducir los riesgos de crisis financieras serán sustanciales".

El requisito adicional varía entre el 1% y el 2,5% de los activos
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Esta crisis financiera, que explotó cuando se dejó quebrar en septiembre de 2008 a uno de esos gigantes, el banco Lehman Brothers, ha evidenciado la privilegiada posición de la gran banca en la economía internacional. Su tamaño y su participación en todo tipo de operaciones de crédito, más o menos arriesgadas, implican que cuando una de estas entidades amenaza con irse a pique, sea cuál sea la vía de agua (la brusca depreciación de activos tóxicos, créditos inmobiliarios o títulos de deuda pública), la incertidumbre se propaga como un reguero de pólvora, el préstamo se seca y la economía real se contrae, como demostró la Gran Recesión. Eso pone una presión casi ineludible sobre los Estados que se aprestan a poner dinero público cuando uno de estos gigantes está en apuros. Y el banco franco-belga Dexia es solo el último botón de una muestra prolija.

La constatación de la enorme influencia de los gigantes financieros en la economía mundial ha activado varias iniciativas para extremar su vigilancia y para evitar que el peso de crisis bancarias futuras vuelva a recaer en los contribuyentes. Por mandato del G-20, el Consejo de Estabilidad Financiera decidió dar un tratamiento específico a las "entidades sistémicas" dentro de la reforma financiera. Si a todos los bancos se les exigirá más capital para que tengan más capacidad de asumir futuras pérdidas (el ratio de capital ordinario debe subirse del 2% al 7% de los activos ponderados por riesgo entre 2013 y 2019), a los grandes bancos se les impondrá un recargo adicional.

El comité de Basilea, que reúne a los principales bancos centrales, ya planteó en junio establecer cuatro tramos de recargo para las entidades sistémicas, que oscila del 1% al 2,5% adicional según su importancia en el sistema financiero internacional. En definitiva, el capital de mayor calidad (acciones y reservas) que se exigirá a los grandes bancos en 2019 irá del 8% al 9,5% de los activos ponderados por riesgo.

A partir de esas nuevas variables (un recargo adicional de entre el 1% y el 2,5% a una treintena de entidades), los técnicos de varios bancos centrales han hecho simulaciones sobre el impacto económico de esta medida. La conclusión es que el aumento de capital puede llevar a los bancos a encarecer los créditos, pero de manera muy limitada. Y que eso tendrá una incidencia casi inapreciable en la marcha de las economías afectadas, apenas un 0,01% del PIB menos.

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