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Putin acusa a Washington de alentar las protestas electorales en la calle

El jefe del Gobierno abre su campaña para recuperar la presidencia rusa

Pilar Bonet

El jefe del Gobierno ruso, Vladímir Putin, quiere que su vuelta a la presidencia del Estado en las elecciones del 4 de marzo sea un gran triunfo personal como líder de la nación, limpio de las salpicaduras de los escándalos que han rodeado la victoria oficial de Rusia Unida (RU) en los comicios legislativos del 4 de diciembre.Putin apuntó hacia dos objetivos: el primero fue distanciarse de RU como si este partido que él creó y dirigió fuera ya un instrumento gastado. Y el segundo fue utilizar la retórica de "país acosado" -clásica de la guerra fría y atractiva para los sectores nacionalistas- con el fin de acusar a la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, de alentar las protestas sociales contra los resultados de las elecciones legislativas. En otras palabras, de incitar a una revolución como las que sucedieron en Ucrania o Kirguizia, por citar dos Estados de la antigua URSS que Putin mencionó como ejemplo de "caos".

"Occidente quiere que no olvidemos quién es el amo del planeta", dice
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"Examiné la primera reacción de nuestros socios norteamericanos y lo primero que hizo la secretaria de Estado fue valorar las elecciones diciendo que no habían sido honradas ni limpias, aunque todavía no había recibido los materiales de los observadores de ODHIR", dijo el jefe de Gobierno, refiriéndose a la entidad de la OSCE responsable de la observación electoral.

Clinton se expresó en Vilna, capital de Lituania, cuando los observadores ya habían realizado su informe preliminar, que, sin contener literalmente las palabras "honradas" y "limpias", sí da una descripción bastante negativa de los comicios, ya que afirma que las autoridades rusas se habían inmiscuido en todos los eslabones del proceso electoral.

Según Putin, la oposición rusa había "oído la señal y con el apoyo del Departamento de Estado de EE UU comenzó un activo trabajo". "Estamos obligados", añadió el dirigente ruso, "a defender nuestra soberanía y tendremos que pensar en cómo incrementar la responsabilidad de los que cumplen tareas de un Estado extranjero por influir en los procesos internos", advirtió. Putin añadió que la condición de potencia nuclear de Rusia "causa cierta preocupación" en Occidente. Y en Occidente, continuó, tratan de que Rusia no olvide "quién es el amo en nuestro planeta" y "quién tiene las palancas para influir en nuestro país". En Rusia, dijo el jefe del Ejecutivo, "nadie quiere el caos" como el que se produjo en Kirguizia o Ucrania, donde hubo movimientos de protesta contra las elecciones que acabaron en cambio de régimen.

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Las manifestaciones en Moscú y San Petersburgo contra el fraude electoral han causado preocupación en el Kremlin, según parece indicar el cambio de actitud de la Comisión Electoral Central, dispuesta ahora a examinar los vídeos que registran esas falsificaciones, a pesar de que su jefe, Vladímir Chúrov, los había calificado de falsedades rodadas en casa. Desde Praga, donde se encontraba en visita oficial, el presidente Dmitri Medvédev apoyó el derecho a manifestarse siempre y cuando sea en el marco de la ley, ya que, según dijo, supone una "expresión de democracia" y no hay "nada sobrenatural" en ello. Putin se expresó en el mismo sentido. Sin embargo, los organizadores de un mitin de protesta contra las falsificaciones, que ha sido convocado para mañana en Moscú, no pudieron ponerse de acuerdo ayer con los representantes del alcalde sobre el escenario de la concentración. Los organizadores exigen que el mitin se celebre en la plaza de la Revolución, muy cercana a la Plaza Roja. El Ayuntamiento ofrece la plaza Bolotnaia, que es un lugar céntrico, pero solitario y desolado.

De entrada se había solicitado permiso para reunir a 300 personas, pero el número de los que han anunciado su deseo de participar por las redes sociales superaba ya los 50.000 en la tarde de ayer.

El primer ministro ruso, Vladímir Putin, ayer durante una reunión en Moscú.
El primer ministro ruso, Vladímir Putin, ayer durante una reunión en Moscú.REUTERS

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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