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Columna
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La cita extraviada

Juan Cruz

Antes de que el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, dijera esa anécdota sobre la próstata de Franco para explicar por qué (¿todavía?) Federico Trillo no era embajador en Washington, tuvo una intervención mucho más cultivada en el Instituto Cervantes, la joya de la Corona, nunca mejor dicho ahora.

Margallo hablaba en la toma de posesión del nuevo director del Cervantes, Víctor García de la Concha, acaso el nombramiento mejor recibido de los que se han producido en años. Dicho esto, todos (Margallo, Wert, Carmen Cafarell, la también elogiada antecesora) se deshicieron en plácemes, esta vez más que justificados. Sorprendió a algunos asistentes que, en medio de la celebración y la apropiación ("el Cervantes es mío", vino a decir el ministro de Exteriores), De la Concha (que tiene una memoria infalible) y Margallo hicieran uso de citas similares atribuyéndolas a personalidades distintas.

Vean. Dijo García de la Concha (y el cronista apuntó, porque tiene la gracia que tenía el maestro) que Fernando Lázaro Carreter saludó a Nicolás Sánchez Albornoz en la sede que él presidía con una advocación religiosa que tenía su coña marinera, habitual en el espíritu de Lázaro. Era 1992 y Sánchez Albornoz era el primer director del Cervantes, y como tal lo recibieron los académicos en la sala de plenos donde solo entra el Rey. Pues en ese escenario, explicó De la Concha, Lázaro dijo que los académicos eran "los padres conciliares" del español, mientras que el Cervantes estaba constituido "por misioneros" que se iban a dedicar a predicar por todo el mundo la buena nueva de la lengua.

Después habló Wert. El ministro de Educación y Cultura habló con papeles y sin papeles, y lo mismo hizo García-Margallo. Pero en lo que leyó con papeles, el ministro de Exteriores usó una frase muy similar a la que Lázaro había dedicado al Cervantes (misioneros, padres conciliares), atribuyéndosela, sin embargo, a su amigo el marqués de Tamarón, allí presente, que también fue director del Cervantes.

Rebusqué en el excelente material de Efedata (de la agencia Efe) y descubrí razones para que ambas atribuciones fueran correctas, o casi.

Lázaro dijo que la lengua ahora se ponía en manos de los misioneros en abril de 1992, cuando este país se preparaba para los fastos del V Centenario, en los que él no se crean que creía mucho. Efe: "Lázaro Carreter aseguró que la Academia quiere mantener una relación fluida y directa con los medios de comunicación, centros docentes, escritores e investigadores con el fin de trabajar por la unidad de la lengua. Respecto a las relaciones de la Academia con el Cervantes, Lázaro calificó a estos de 'misioneros', y a la Academia, de 'padres conciliares'.

Así que Víctor García de la Concha bebía del agua clara de Lázaro; él estaba allí. Pero si uno va a Efedata de abril (¡otra vez abril!) de 1997, cuando el Congreso de la Lengua en Zacatecas (México), lee lo que dijo el citado marqués de Tamarón, de cuya fuente bebió Margallo: "En el Instituto somos los misioneros de la lengua y la Academia es el Sacro Colegio Cardenalicio".

Al maestro Lázaro le hubiera encantado que una frase suya diera tantas vueltas y estuviera por lo menos como criterio de autoridad en tres lenguas tan ilustres. -

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