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Aseos cotidianos en Camboya

Más de 10.000 personas mueren cada año en Camboya por falta de servicios de higiene El Gobierno tiene un plan: quiere que todos sus habitantes dispongan de letrina en 2025

Un hombre construye un baño en Camboya.
Un hombre construye un baño en Camboya.Unicef

Khoun Yeng era la única mujer que no tenía un váter en su casa en Bos Roka, un pueblo situado en la provincia camboyana de Kampong Cham. Cuando llegaba la estación seca, para evitar ir al bosque a hacer sus necesidades, cavaba un hoyo donde ella y sus tres hijos defecaban. El agujero se inundaba todos los años con la llegada de las lluvias, entre junio y octubre. Yeng, entonces, tenía que volver al campo a hacer sus necesidades mientras sus excrementos se esparcían y contaminaban las cosechas de todo el pueblo. “Si no construía una letrina me iba a sentir avergonzada e iban a decir cosas malas sobre nosotros. Los insectos y las serpientes podrían morder a mis hijos. Además, me estoy haciendo mayor y los niños son muy pequeños para ir lejos de casa”, explica.

Por ello, Yeng ahorró gracias a la venta de arroz para poder pagar una caseta con una letrina que tiene un grifo para lavarse las manos después de utilizarla. Está convencida de que ha hecho una buena inversión: la construcción completa le ha costado alrededor de 180 euros. Calcula que prácticamente el mismo dinero que pagaba anualmente en medicinas para toda la familia. “Desde que la utilizamos, limpiamos nuestras manos y bebemos agua potable, mis hijos y yo ya no sufrimos tanta diarrea”.

En Camboya cada año mueren alrededor de 10.000 personas por problemas asociados a la falta de servicios de higiene. En 2015, sólo el 42% de los hogares cuenta con una letrina en casa y un 76% al acceso a agua limpia, según el último informe de Unicef, de este año, en el que se evalúa el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de todos los países del mundo desde 1990 hasta ahora en materia de agua y saneamiento. “Los motivos: el Gobierno ha asignado muy poco presupuesto a estas actividades, la mentalidad rural, zonas inundadas, bosques y arbustos disponibles cerca de sus casas y la falta de información de las consecuencias negativas del hecho de no tener una letrina cerca”, expone Hang Hybunna desde la ONG Plan Internacional.

Crisis coronavirus
Alumnas de la escuela de primaria Tekhak Panh Nhor, de Phnom Penh, usan su nuevo puesto de lavado de manos.Sam Waller

Los niños son uno de los colectivos más afectados por la carencia de saneamiento adecuado. Más de 2.000 mueren todos los años por diarrea y la falta de higiene también es otro motivo de absentismo escolar además de que los padres no puedan hacer frente a los costes directos o indirectos relacionados con la educación de sus hijos, según UNICEF. “El 17,2% de las escuelas primarias no tiene retretes y el 41,8%, agua. La tasa de abandono en las escuelas es de un 21,2% en educación secundaria”, explica Bunly Meas desde la citada organización.

La falta de saneamiento conlleva también grandes pérdidas económicas entre los adultos. “La defecación al aire libre, no lavarse las manos antes de comer o beber agua contaminada, les va debilitando poco a poco sin que se den cuenta y podrían pagarlo en el futuro cayendo enfermos de tuberculosis o malnutrición severa. Esto hace que disminuyan la productividad y sus ganancias económicas por sí solas. Hacer comprender esto a la comunidad conlleva tiempo porque en algunos casos la educación es limitada y su prioridad es la supervivencia diaria.”, explica Mom Chantara Soleil de Plan. Sólo en 2005, en Camboya se perdieron 400 millones de euros, equivalente a 30 euros per cápita por problemas relacionados con la falta de saneamiento, según datos del 2008 del Banco Mundial. El país tiene una de las coberturas de saneamiento más bajas y las pérdidas económicas per cápita más altas en el Sudeste Asiático.

Camboya ha conseguido cumplir con el ODM para el acceso a agua potable pero aún no ha logrado el relacionado con el saneamiento, aunque su progreso es bueno: en 1990 solo un 3% tenía un váter y ahora es un 43%. Para elevar esta cifra, el Gobierno, con la ayuda del Banco Mundial, ha fijado el ambicioso objetivo de que en 2025 todos los hogares dispongan de una letrina. “Nos enfrentamos a muchos retos. El apoyo presupuestario, la capacidad a nivel subnacional, armonización, conciencia y coordinación es limitada”, expone Sophal Ky, subdirector del Ministerio de Desarrollo Rural de Camboya. “El subsidio para los más pobres será la última opción”, añade.

Khoun Yeng posa frente a su nueva caseta con letrina.
Khoun Yeng posa frente a su nueva caseta con letrina.Ana Salvá

La experiencia en este y otros países demuestra que las subvenciones directas para las infraestructuras de saneamiento no son eficaces para aumentar el número de letrinas y que sean utilizadas. El objetivo, por tanto, es darle un valor a estos retretes para que las personas interesadas busquen la forma de financiarlas. “Su uso está muy relacionado con el concepto de dignidad. Acostumbramos a preguntarles…¿Cómo te sientes? ¿A qué problemas te enfrentas? Y responden… Me asusta que mi hija sea asaltada [cuando salga lejos de casa a defecar]. O… me preocupa qué van a pensar de nosotros los familiares que vienen de visita de la capital porque no tenemos un aseo para ellos. Las letrinas son la solución para estos problemas. No necesitas saber sobre enfermedades para sentir que es importante utilizarlas”, expone Yi Wei desde la ONG International Development Enterprises (IDE).

Tanto Plan Internacional como IDE tienen un programa en el que los mismos vendedores, que acostumbran a ser de la misma comunidad, actúan como agentes y los precios son más bajos porque no tienen que pagar precios de transporte. El coste completo de estas letrinas es de alrededor de 55 euros; en el mercado el precio es más del doble y el comprador tiene que ir a varias tiendas para conseguir todo el aseo completo. El número de letrinas no siempre tiene relación con los ingresos económicos de las familias. “En Camboya hay el doble de posibilidades de que una persona tenga un teléfono móvil o una moto”, concluye Hybunna.

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