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Tres propuestas para rebajar las cifras de muertes en accidente de tráfico

Los expertos abogan por reducir la velocidad máxima, aplicar más las tecnologías de seguridad y crear carreteras que alternen carriles reversibles

José Manuel Abad Liñán
Francia reducirá la velocidad máxima en carreteras secundarias a 80km/h a partir del 1 de julio
Francia reducirá la velocidad máxima en carreteras secundarias a 80km/h a partir del 1 de julioSEBASTIEN BOZON (AFP)

La tendencia al alza en víctimas de accidente deja cada vez más atrás la época de las medidas estrella, como el carné por puntos, el agravamiento de penas del Código Penal. Además del aumento de la vigilancia, la renovación del parque o la mejora de infraestructuras, expertos consultados apuestan por tres ideas para reducir los números trágicos:

1. Límites de velocidad más bajos

Si se respetaran al 100% los límites de velocidad actuales, una de cada cinco personas que muere en carretera evitaría ese destino final. Bajar la velocidad aún más obraría beneficios adicionales, como propone el Ayuntamiento de Madrid, que pretende reducir a 30 kilómetros por hora el límite de velocidad en las calles de un solo carril. O como ocurre en Francia, que acaba de bajar de 90 kilómetros hora a 80 el límite de velocidad permitida en carreteras secundarias. En España, Las carreteras convencionales limitadas a 90 kilómetros por hora son las vías donde más se incumplen los límites de velocidad.

Las cifras ofrecidas por un experto de la Fundación Pons recientemente refrendan los beneficios: a 80 kilómetros por hora, las posibilidades de que un peatón atropellado muera del 95%; a 50 por hora, la probabilidad baja al 50%; y a 30 por hora es de tan solo el 5%. “Reducir en ciudad a 30 kilómetros hora supone un aumento considerable de seguridad con respecto a 40 kilómetros hora, por ejemplo para reducir atropellos”, afirma Jesús Monclús, de Fundación MAPFRE. “¿Y qué supone para cualquiera bajar solo 10 kilómetros por hora a efectos de ganancia de tiempo, en distancias tan cortas como las de las ciudades?”, se pregunta el experto.

2. Carreteras "2+1"

La época de bonanza económica trajo un aumento extraordinario de las nuevas vías. Muchas carreteras se desdoblaron y eso contribuyó a la reducción, entre otros, de los adelantamientos peligrosos. "Cuando se desdobla una vía los accidentes se reducen a la mitad aproximadamente", apunta Jesús Monclús. Más económicas en coste que los desdoblamientos y las autovías son las carreteras "2+1", que llevan años implantadas en Suecia o Alemania. Estas vías consisten en dos carriles independientes, separados por una barrera que se adentra más en uno de ellos y deja así espacio para una vía de adelantamiento. La barrera alterna su ubicación cada pocos kilómetros para que esa vía sirva para quienes conducen en el otro sentido.

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El coste de las "2+1" es mucho menor que el de las carreteras con dos carriles por sentido, pero ¿sería su beneficio en seguridad similar al de los desdoblamientos? "Prácticamente sí, porque evitan los adelantamientos", ilustra el experto. "Por ejemplo, cada cinco kilómetros el sentido de circulación que tenía un carril pasa a tener dos y después ocurre al contrario. Si conduces detrás de un camión y no puedes adelantarlo, sabes que a los pocos kilómetros encontrarás una zona para hacerlo con seguridad".

3. Vías "perdonaerrores" y bandas laterales

Dos de cada tres accidentes son por salida de vía. El experto de Fesvial Fernando Minaya apuesta por invertir en carreteras "que perdonen los errores" que comete el conductor para darle una "nueva oportunidad". En este sentido, hay que pensar en sistemas ITS (sistemas inteligentes de transporte) y la comunicación V2C (vehículo-carretera), que disminuyen la gravedad y por tanto la mortalidad de los siniestros. Las bandas laterales en la calzada, que avisan al conductor cuando se sale de sus límites, deberían universalizarse.

Sobre la firma

José Manuel Abad Liñán
Es redactor de la sección de España de EL PAÍS. Antes formó parte del Equipo de Datos y de la sección de Ciencia y Tecnología. Estudió periodismo en las universidades de Sevilla y Roskilde (Dinamarca), periodismo científico en el CSIC y humanidades en la Universidad Lumière Lyon-2 (Francia).

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