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EE UU pide a China que reduzca sus emisiones a la mitad en 2050

El enviado de Obama a Barcelona reclama a Pekín que deje que la ONU audite sus emisiones

El negociador de Obama en la cumbre de Barcelona, Jonathan Pershing, ha explicado hoy que para que haya un acuerdo en Copenhague China debería reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero un 50% en 2050 y aceptar controles internacionales sobre su evolución. En un encuentro con la prensa española, Pershing ha afirmado: "Lo que esperamos de China e India es un cambio a largo plazo. La ciencia sugiere que el mundo debe estar en 2050 un 50% por debajo de sus emisiones de 1990. Si China está en ese rango estaría bien. Como el mayor emisor del planeta, debe estar en esa cifra. Nosostros tendremos que hacer más porque somos más ricos. Y Japón y la UE. Otros, los más pobres, deberán hacer menos. Pero China, con un 50% de reducción, estaría en lo apropiado. Todavía no nos han dicho. El presidente Hu dijo en Nueva York que tendrían una reducción notable. No ha definido notable. Creemos que será una muy buena cifra y que eso será parte del acuerdo en Copenhague".

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Además, ha reclamado que las emisiones de China e India estén auditadas por Naciones Unidas, algo que estos consideran una intromisión. El problema no son las emisiones, sino que a partir de ellas puedes deducir la evolución económica de cada país. "Europa y nosotros estamos preocupados por lo que hacen otros países. ¿Cómo podemos saberlo? Una forma es que que cada país dé un informe y que la comunidad internacional, a través de la Convención de Naciones Unidas, lo revise y publique los resultados. Para que podamos decir que EE UU prometió esto y si lo ha cumplido o no. Queremos lo mismo para China. ¿Lo hará? Hasta ahora no lo han dicho. Por el momento aseguran que no es apropiado que haya una revisión internacional. Pero ellos sí tienen revisiones internacionales en otras áreas. Ya tenemos una revisión internacional del comercio chino. No han dicho que sí pero es muy importante para nosotros".

El negociador jefe ha explicado la dificultad que supone para la Adminsitarción de Obama llegar a Copenhague sin tener la ley de reducción de emisiones aprobada en el Senado. "No tenemos que tener todo terminado en el Congreso antes de actuar pero no queremos estar en una posición en la que tengamos un acuerdo en Copenhague que luego no podamos implantar en casa. En Kioto conseguimos un acuerdo que negoció la Administración y llegamos al Congreso y no lo aprobó. Esta vez vamos en la dirección contraria: mientras tengamos una ley fuerte en casa y usémosla como base en la negociación internacional". El problema es que así EE UU llega a la negociación con las manos atadas, no puede ampliar el recorte de emisiones que pacte el Congreso y, lo más importante, hace casi imposible que en un mes haya un tratado internacional vinculante y con sanciones que sustituya a Kioto.

"El asunto de si es vinculante o no es un poco engañoso. Nuestros abogados nos dicen que puedes tener lenguaje vinculante en una decisión y objetivos voluntarios en un tratado internacional. El asunto no es la forma legal sino qué ocurre tras ese acuerdo. Y queremos uno que cambie la dirección de las emisiones, que podamos actuar tras él, sin esperar 20 años". Pero los países pobres sí lo ven muy relevante. Ven que el tiempo se acaba y que cada vez más voces de los países ricos restan importancia a que sea vinculante. Consideran que no es lo mismo una declaración formal -aunque incluya cifras concretas de reducción de emisiones- que un tratado internacional que haya que ratificar y que incluya sanciones.

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