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Muere uno de los prelados más combativos

El arzobispo emérito de Valencia, Agustín García-Gasco, de 80 años, había viajado al Vaticano para participar en la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II

El catolicismo español ha perdido esta mañana a uno de sus prelados más combativos. Se trata del arzobispo emérito de Valencia y ex secretario general de la Conferencia Episcopal, cardenal Agustín García-Gasco. Ha sido encontrado muerto en su cama de la residencia romana de las religiosas Obreras de la Cruz, que le acogían cada vez que iba a Roma. El cardenal debía acudir a primera hora al Vaticano para participar en la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II. Alertadas por su ausencia en el desayuno, una monja ha acudido a la habitación del prelado para despertarlo, pero lo encontró muerto, al parecer a causa de un infarto. Tenía 80 años.

De presencia física vistosa ("Paul Newman a lo divino", decían sus admiradores), García-Gasco ganó en 2007 para la archidiócesis de Valencia una distinción cardenalicia inesperada, encumbrado por Benedicto XVI por la exitosa organización en esa ciudad del V Encuentro Mundial de las Familias, que facilitó la primera visita triunfal del papa Ratzinger a España. Fue una sorpresa, porque el prelado ya había superado la edad de su jubilación y Valencia sólo había contado en su historia con cinco cardenales. También era un premio a su actitud combativa ante un Gobierno, el presidido por Rodríguez Zapatero, al que Roma tachaba entonces -y sigue tachando- de laicista radical y anticristiano. García-Gasco, junto con los también cardenales Antonio María Rouco y Antonio Cañizares, formaba parte del grupo de resistencia a ese gobierno, frente a una actitud más dialogante del presidente de la Conferencia Episcopal en aquel momento, Ricardo Blázquez, hoy arzobispo de Valladolid.

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Nacido el 12 de febrero de 1931 en Corral de Almaguer (Toledo), García-Gasco estudió en el seminario de Madrid-Alcalá y fue ordenado sacerdote en 1956. Como no era un estudiante vulgar, sus superiores decidieron que debía ampliar la formación, facilitándole el ingreso en la Universidad Pontificia Comillas para licenciarse en Teología, en 1969. También estudió Sociología Industrial y Relaciones Humanas, Ciencias Empresariales y Técnicas de Grupo.

En sus orígenes eclesiásticos no fue García-Gasco un hombre conservador, a la manera de otros colegas en la última etapa del férreo nacionalcatolicismo franquista. Es más, todavía quedan observadores que lo adscriben al grupo liderado por el mítico cardenal Tarancón. Pese a todo, accedió tarde al episcopado, de la mano de Pablo II, que le nombró en 1985 obispo titular de Nona y auxiliar en la archidiócesis de Madrid-Alcalá del cardenal Ángel Suquía Goicoechea. En 1990 asumió la presidencia del Instituto Internacional de Teología a Distancia, denominado Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Agustín. El mismo Juan Pablo II le nombró arzobispo de Valencia en 1992. Benedicto XVI aceptó su renuncia por edad en 2009.

En la Conferencia Episcopal Española (CEE) fue secretario general entre 1988 y 1993 y también presidente de la Comisión para la Doctrina de la Fe, que es como se llama ahora el viejo Santo Oficio de la Inquisición. Esa función coincidió con su nombramiento de cardenal, de la mano de Benedicto XVI. Era la primavera de 2007 y a su consagración cardenalicia en Roma acudió la ex vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega. En la misma ceremonia recibió el capelo cardenalicio el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, y el jesuita Urbano Navarrete, durante años rector de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y que ya tenía 83 años.

García-Gasco en una imagen de julio de 2006.
García-Gasco en una imagen de julio de 2006.LUIS TEJIDO (EFE)

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