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La carencia de previsiones y de medios favoreció la tragedia brasileña

Las lluvias provocaron 76 muertes y casi 100.000 personas fueron desalojadas

Juan Arias

La tragedia causada por las recientes lluvias en el noreste pobre de Brasil, sobre todo en los Estados de Alagoas y Pernambuco, podría haber tenido una dimensión menor. La prensa del país destaca que la falta de centros de protección civil y medios para preveer la magnitud de las tormentas fueron factores decisivos para que la cifra de muertos haya sido de 76 personas. Cerca de 100.000 tuvieron que ser desalojadas y acogidas en refugios.

La carencia de medios impidió prever la llegada de las lluvias torrenciales y el desbordamiento de los ríos. El radar de Alagoas pudo detectar con ocho horas de anticipación el riesgo de lluvias torrenciales, pero al carecer de un servicio de protección civil no había quién organizase el desalojo de las viviendas, según afirmaba ayer el diario Folha de São Paulo. En otras ciudades afectadas ni siquiera tienen radares.

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En una de las ciudades más golpeadas, Barreiros, en Pernambuco, donde murieron 12 personas, el drama podría ser mayor si las campanas de la iglesia no hubiesen advertido horas antes a la población para que se pusieran a salvo, según ha confirmado Francis Lacerda, meteorólogo del Estado de Pernambuco.

La tragedia ha puesto de manifiesto la fragilidad de las estructuras del Estado, que no han sabido prever y prevenir una catástrofe que revive cada año. En Alagoas, uno de los Estados más pobres del país, siete ciudades están en situación de calamidad pública y carecen de protección civil.

Lula volcado con las afectados

El presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, que no suele ser excesivamente partidario de visitar personalmente los lugares de desastres de cualquier tipo del país, esta vez se ha volcado con su presencia en las zonas más afectadas. Calzado con botas de goma, se ha metido en el fango, entre los escombros, ha abrazado a las personas que lloraban por las víctimas y ha podido ver con sus propios ojos como muchos vecinos hurgaban entre los escombros, hambrientos, en busca de restos de comida.

Además, el presidente ha cancelado su viaje a Canadá con motivo de la cumbre del G20 para seguir personalmente las tareas de ayuda a los damnificados.

El noreste pobre de Brasil es la mayor cantera de votos de Lula y de su candidata a la sucesión, Dilma Rousseff . En aquella región su popularidad supera el 90%. Temiendo que la oposición pudiese utilizar la tragedia de Alagoas y Pernambuco en tiempo de elecciones, Lula se ha volcado allí, no solo con su presencia, sino también con apoyo económico. "No habrá límites a la ayuda", afirmó, y destinó inmediatamente 550 millones de reales (unos 250 millones de euros), que se repartirán entre ambos Estados para cubrir las necesidades más urgentes. La ayuda podrá llegar a los 1.000 millones de reales (454 millones de euros).

La candidata Rousseff, preocupada con un electorado que le es fiel por su identificación con Lula, ha echado la culpa de la precariedad en que viven esos Estados a los Gobiernos anteriores. La oposición, sin embargo, le ha recordado que Lula lleva ya ocho años gobernando el país y que ella, como ministra de la Casa Civil, era la responsable de hacer funcionar las infraestructuras, sobre todo en los Estados más carentes de mecanismos de prevención ante las tragedias naturales.

Lula abraza a una joven el jueves en Palmares (Pernambuco), una de las poblaciones brasileñas afectadas por las lluvias
Lula abraza a una joven el jueves en Palmares (Pernambuco), una de las poblaciones brasileñas afectadas por las lluviasEFE

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