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En El Verger ya nadie se fía del río Girona

Desde el lunes, la cuenca del Girona vive nuevas noches de insomnio. Y ya van muchas desde la riada de octubre de 2007. "¿Hasta cuándo vamos a poder vivir así?", se preguntaba ayer una señora mientras contemplaba las aguas encrespadas y marrones que descendían con furia. La noche del lunes, cuando el nivel del río había subido unos 80 centímetros, se desprendió la parte del cauce situada a la altura de la calle de la Divina Aurora, donde en 2007 se produjo una víctima mortal.

El suceso se convirtió en símbolo de la indignación de los vecinos por el hecho de seguir a merced de los elementos: "Los escombros que se han desprendido quedaron ahí después de que en noviembre de 2008 derribaran los restos de las casas afectadas por la riada; desde entonces han tenido tiempo para realizar un muro de contención", señaló un vecino. Por su parte, el Ayuntamiento de El Verger aducía que esas obras están incluidas en el Plan de Confianza del Consell con un coste de 532.000 euros. Pero lo cierto es que aún no se han llevado a cabo.

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Así, el clima de inseguridad lo impregna todo. "Faltan otras escolleras a la altura del río y los puentes no están preparados para nuevas crecidas: si las autoridades estuvieran seguras, no nos obligarían a retirar los coches del cauce" se quejaba una joven. Y otra aseveraba: "Yo tenía que irme de viaje y me he quedado porque no quiero dejar sola mi casa". Dos años después de la riada, nadie se fía del Girona.

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