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Reportaje:

Los testigos del cambio

Pescadores, agricultores y biólogos relatan cómo se ha transformado la naturaleza en Galicia a lo largo de las últimas décadas por culpa de la contaminación

Desde mucho antes de que comenzara a sonar el término de cambio climático, quienes trabajan en contacto con la naturaleza han visto cómo el paisaje y la fauna han ido mudando. Las mariscadoras ven disminuir la diversidad y cantidad de especies, los pescadores de río se conforman con mucho menos en sus cestas y los meteorólogos notan que las estaciones se han vuelto locas. El aumento de temperatura o la subida de nivel del mar ya han saltado de la teoría a la práctica, aunque la transformación de Galicia en los últimos años no se puede separar del abandono progresivo del campo, el consiguiente cambio en los usos del suelo, la introducción de maquinaria para labores antes manuales, la industria, la construcción en la costa o el uso de productos químicos para abonar la ya de por si productiva tierra gallega.

Los bosques almacenan la mitad del CO2 que genera el país
El nuevo plan para recortar emisiones no se aprobará hasta finales de 2010
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"Aquí las almejas eran grandes como una cartera. ¡Era un maná del cielo!"
"¡Esto era un maná del cielo!
"Hoy en día un agricultor medio produce diez veces más patata"
"Ya no hay ni invierno ni verano y la pesca se resiente"
"Cogía cientos de panchitos con una simple caña; ahora no hay"
"Se ha diluido la frontera entre las estaciones"
"Especies típicas desaparecen debido a los usos del suelo"

Afrontar los efectos del cambio climático es un reto para el que aún no se ha elaborado un plan con medidas concretas, aunque ya preocupó al último Gobierno de Manuel Fraga. Galicia se debe adaptar a los límites de emisiones fijados hace ya 12 años en el Protocolo de Kyoto que le corresponden a España, pero, aún así, quedan fuera los gases de efecto invernadero difusos, los que producen los gallegos en la vida diaria con la calefacción o los coches.

La actual Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas está revisando el plan que no llegó a aprobar el bipartito y ha anunciado un nuevo documento para finales de 2010. El principal cambio, avanzan, será potenciar los bosques gallegos como sumideros de CO2

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a través de la explotación forestal ordenada, el uso energético de la biomasa, las talas programadas y el uso del material procedente de la madera en la construcción. "El bosque gallego es la principal herramienta y en esa línea va a avanzar el Gobierno gallego", explicó hace unos días el conselleiro de Medio Ambiente en el Parlamento. En Galicia hay 1,4 millones de hectáreas arboladas que almacenan 14 millones de toneladas de CO2 al año, el 50% de las emisiones de la comunidad, justifica la Administración.

Para el nuevo plan aún no se han fijado objetivos concretos de reducción de gases. El anterior ambicionaba emitir 12,25 millones de toneladas menos en sus cinco años de vigencia, la parte que le corresponde a Galicia para cumplir con Kyoto. Aunque el nuevo documento de la Xunta se extenderá hasta 2020 no se sabe qué objetivos busca el Gobierno gallego ya que los vinculaba a un acuerdo en el seno de la ONU en la cumbre de Copenhague que nunca llegó.

Mientras, sólo tres empresas de las situadas en Galicia provocan la mitad de los gases de efecto invernadero que Galicia emite a la atmósfera y las investigaciones de más de 100 científicos ponen de relevancia que las cosechas de vino se adelantan o que la cada vez más lenta renovación del agua en las rías afectará a la producción del marisco. "¡Esto era un maná del cielo!", recuerda una mariscadora de la playa pontevedresa de Praceres. Como otros sectores, el suyo se resiente. Pero también el pasatiempo de Luis, un jubilado que se entretiene pescando, aunque ya no como antes, porque "no hay ni invierno ni verano".

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