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ELECCIONES 2008 | Los resultados

ERC se descalabra y pierde el grupo parlamentario

Carod asume el mal resultado tras perder cinco escaños

Àngels Piñol

"Son un mal resultado y lo asumimos: parte de nuestro electorado se ha quedado en casa y otro ha preferido votar a los socialistas para frenar al PP". Arropado por su ejecutiva, Josep Lluís Carod Rovira, presidente de Esquerra, asumió el fracaso en una de las peores noches de la historia del partido. El varapalo fue de primera magnitud. Con cerca del 98% de los votos escrutados, el partido independentista pasó de los ocho escaños de 2004 a tres. El resultado arrojó el peor escenario posible: la pérdida del grupo parlamentario -mínimo de cinco- y no tener la menor influencia en el Gobierno de Zapatero. Su subida fulminante en 2004 ha sido proporcional a su caída en picado.

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El partido vivió una noche de cuchillos largos a las puertas de un Congreso que decidirá su futuro entre las familias de Carod y Joan Puigcercós, el secretario general. Esquerra Independentista, corriente interna opositora, clamó por un cambio de ciclo. Los dirigentes del partido, encerrados en la sala de un hotel, aparecieron juntos en público para hacer un análisis desde el escenario y se negaron luego a conceder entrevistas. La cúpula desfiló después en un silencio sepulcral. Hubo más aplausos para el gol del empate de Xavi -una pantalla retransmitía el partido del Barça- que para ellos. Las caras de la militancia eran un poema. "¡Siempre hay alguien que está peor!", exclamó un militante tras la dimisión de Gaspar Llamazares.

La ejecutiva de Esquerra mantendrá hoy una reunión para analizar unos resultados catastróficos y muy alejados de sus previsiones de consolidar el grupo parlamentario. Pese a que la dirección sabía que no repetirían los ocho escaños, cuando Carod sufrió una campaña de acoso y derribo del PP, no esperaba bajo ningún concepto algo así. Históricamente, Esquerra no suele digerir bien las derrotas y falta ver si será tentada por una huida adelante. Tras las últimas municipales, por ejemplo, Jordi Portabella realizó una hábil maniobra y maquilló su pérdida de votos saliendo del gobierno municipal. Puigcercós, sin embargo, garantizó ayer la estabilidad del Gobierno de Montilla.

Encerrada en una sala del hotel Catalonia, en la calle de Pelai, la cúpula de Esquerra encajó con estupor cómo el goteo del escrutinio confirmaba unos resultados inamovibles: tres escaños, la horquilla inferior de los primeros sondeos electorales. Marina Llansana, la portavoz de ERC, compareció pasadas las 20.00 horas y dio la sensación de imaginar lo peor: "Partíamos de un listón muy alto y no hemos podido escapar del bipartidismo. El PSOE ha acabado capitalizando el voto del miedo al PP, incluido el de nuestros votantes". Sobre las 22.15, la cúpula de ERC asumía el fracaso. "Hemos pagado la bipolarización, el miedo al PP y el desánimo de los electores por la política catalana", dijo con gesto grave Joan Ridao, el candidato por Barcelona, que tendrá como únicos compañeros a Joan Tardà (segundo por Barcelona) y a Francesc Canet (Girona). "Los mosqueteros también eran tres e hicieron mucho trabajo", añadió. Menos literario, Carod hizo autocrítica y subrayó que el PSC ha tomado el relevo de ERC al ser la opción útil para frenar al PP. "Tendrán la responsabilidad en exclusiva de la financiación. Todo está en sus manos", avisó Carod, quien afirmó que debía analizar por qué parte de su electorado no se ha movilizado.

Y tiene razón: en 2004, ERC recibió 638.902 votos y ahora 294.915. La estrategia ha sido un fiasco: el partido ha perdido dos escaños en Barcelona, el de Tarragona, el de Lleida y el segundo de Girona. Bajo el lema O nosotros o el PP, ERC quería conservar el escaño de Lleida (ha ido a parar al PP) y el de Girona (para el PSC). Tampoco cuajaron los esfuerzos de Carod para alertar del peligro de una holgada mayoría del PSOE. Dijo que no se harían públicas las balanzas fiscales, ni habría nueva financiación y que el Tribunal Constitucional tendría "barra libre" para recortar más el Estatuto. La amenaza, lejos de cuajar, ha tenido efecto bumerán.

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El fracaso abrirá ahora la veda en Esquerra. La tregua entre las dos facciones, sostenida con alfileres en esta campaña, no ha funcionado. Al margen de si ha pagado esa factura, ERC ha perdido votos de su ala más soberanista, seducida por la Candidatura d'Unitat Popular, que pedía votar en blanco o no votar. "¡Los partidos blancos no tienen representación en el Congreso!", exclamaba Carod en los mítines, consciente de que ERC languidecía: ha pasado en cuatro años de pactar con Zapatero a verse relegada por CiU para ahora no pintar nada.

Los críticos piden cambios

La corriente interna de ERC liderada por el diputado Uriel Bertran y el politólogo Héctor López Bofill, de nombre Esquerra Independentista (EI), no dejó pasar ayer la oportunidad de cargar contra la dirección independentista. Según un comunicado de EI, "las elecciones española certifican el final de un ciclo del catalanismo y la necesidad de un cambio en Esquerra Republicana".

Además, para estos críticos los resultados de ayer confirman "la defunción de una etapa marcada por el pactismo a la baja con España y el peix al cove, que ya se comprobó con la elaboración y los recortes del Estatuto de 2006". Los críticos también censuran "la gobernabilidad por la gobernabilidad" como estrategia independentista.

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