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Reportaje:66ª Feria del Libro de Madrid

Nómadas, cacharros y fronteras

La heterodoxia formal define buena parte de las propuestas narrativas de los autores más recientes

José Andrés Rojo

En Nocilla dream (Candaya), de Agustín Fernández Mallo (A Coruña, 1967) no hay una sino muchas historias. Se abren, se bifurcan, se hacen guiños unas a otras.

En La ofensa (Seix Barral), de Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971), en cambio, se narra lo que le ocurrió a un sastre en la II Guerra Mundial en el 19º Cuerpo Blindado del 6º Ejército alemán. En el primer caso, conviven junto a las historias narradas textos de procedencia diversa: noticias científicas, referencias concretas sobre las micronaciones, notas periodísticas... En el segundo, todo está organizado alrededor de un episodio fundamental que lo transforma todo.

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Javier Calvo (Barcelona, 1973) explica por qué se dedicó a la literatura: "Para hacer algo con mi vida, si no algo útil por lo menos algo que vistiera". "Ahora lo hago principalmente como una meta en sí: me fascina el proceso, la construcción de la narración, el trabajo artesanal, la técnica que hay detrás". Ese cambio se entiende perfectamente al recorrer las 550 páginas de Mundo maravilloso (Mondadori), su última novela. Conviven allí personajes que proceden de mundos donde circula mucho dinero con otros que vienen de sectores marginales: matones, actrices porno, ladrones de medio pelo. Manda un estilo cargado de ironía y lleno de sentido de humor.

De lunes a domingo, de Lisboa a Setúbal y luego a Troia, el narrador de Ninguna necesidad (Mondadori), de Julián Rodríguez (Ceclavín, Cáceres, 1968), va dando tumbos de un lado a otro. Se le está muriendo un amigo y le han pedido que catalogue sus fotos. En la trama se inmiscuye la historia de una rica familia, dueña de Air Luxor, y suena de fondo el Tour. En La ciudad en invierno (Caballo de Troya), Elvira Navarro (Huelva, 1978) cuenta cuatro historias que giran en torno a una adolescente, Clara. No existe una trama convencional: son cuatro fogonazos que desnudan la extrema fragilidad de una joven que se inicia a la vida con dolor y angustia, miedo y soledad, rebeldía y audacia, crueldad.

Estos cinco nombres forman parte de la legión de escritores españoles con obra reciente. Salvo Elvira Navarro, que acaba de debutar, los demás ya tienen otros títulos publicados. No tienen nada en común. Sus influencias son distintas, lo es su manera de escribir, la longitud de sus obras y el estilo con que se manejan. Sólo comparten la voluntad de no hacer concesiones y de tener una voz propia.

El origen de sus actuales afanes es diverso. "Cuando era adolescente, tocaba la batería en varios grupos neopunkis y pop, y nadie quería hacer las letras de las canciones, así que me animé yo", cuenta Fernández Mallo de sus inicios. Julián Rodríguez comenta que se prometió a sí mismo que antes de los 30 años publicaría un libro, y lo hizo unos meses antes (una novela juvenil en Alba). Menéndez Salmón y Elvira Navarro vienen de la filosofía. Para esta última, "la escritura es algo inevitable a la hora de entender el mundo". Y añade: "La escritura es además el imperativo de negar lo que la ideología dictamina como realidad, y una celebración de aquello que jamás podrá ser apresado por ninguna ideología, sea del signo que sea".

"Al escribir La ofensa quería investigar cómo había sido forjado ese mundo previo a la guerra fría", explica Menéndez Salmón. "Si el mundo pudo concebir un Holocausto, y si además pudo tolerarlo, yo necesitaba interrogar a sus actores, aunque fuera a través de un mecanismo ficticio, para indagar sobre su grado de responsabilidad, tanto en el plano ético de los individuos como en el plano moral de las colectividades". Julián Rodríguez, que además de escribir trabaja (como Menéndez Salmón) como editor, dice: "Sólo escribo sobre aquello que me afecta también como persona, incluso como ciudadano, Nunca escribo a partir de ideas, no soy 'un escritor que tiene una idea para un buen libro', sino alguien que convierte en libro aquello que previamente ha formado parte de lo vivido". Elvira Navarro es rotunda. Lo que alimenta su escritura es "la vida".

¿Nómadas, cacharros y fronteras? En muchos de estos libros, los personajes deambulan de un lado a otro y cuentan episodios que ocurren en escenarios distintos. Sus autores están tocados por la cultura popular de este tiempo y por su cacharrería: el cine, la televisión, el fin de semana en el campo, lo bizarro. Y lo de las fronteras va por el afán que tienen de saltárselas. Fernández Mallo: "Una tradición muy importante para mí es la de la televisión, sobre todo las teleseries norteamericanas clásicas y el fascinante universo autónomo que se gesta dentro de ella" Julián Rodríguez: "La materia de mis escritos, de casi todos ellos, es la confrontación entre el mundo rural y el mundo que suelen narrar los medios de comunicación de masas, para los que lo rural suele ser: a) un lugar de escapada de fin de semana, o b) un lugar donde suceden asesinatos múltiples o hechos terribles". Menéndez Salmón: "En Tempestades de acero, de Ernst Jünger, encontré una imagen extraordinaria que resume bien lo que trato de decir. Jünger acaba de matar a un soldado inglés, se obliga a observar su cadáver y se da cuenta de que ese cadáver vivirá con él para siempre (¡y Jünger vivió 103 años!). Entonces escribe algo increíblemente intenso e increíblemente exacto: 'El Estado, que nos exime de la responsabilidad, no puede librarnos de la aflicción".

De Austen a Buffy Cazavampiros

Cuando se refiere a sus influencias, Javier Calvo (responsable de casi todas las traducciones al español del estadounidense David Foster Wallace, entre otros) dispara multitud de nombres, entre los que figuran Jane Austen, Charles Dickens, Aleister Crowley, la Reina Victoria, Mary Poppins, el Doctor Who, Michael Winterbottom, Roberto Bolaño, Rodrigo Fresán, Buffy Cazavampiros, Los Soprano, Coil, la revista The Wire y sus gatos. De la emergencia de una "narrativa última", con patrones diferentes a los autores ya consagrados por las listas de éxito y los gustos del público, se ocupó ya en marzo en Barcelona un congreso (Neo3) organizado por Círculo Lateral. Intervinieron allí, además de Rodríguez, Fernández Mallo y Calvo, Héctor Bofill, Mercedes Cebrián, Isaac Rosa, Gabi Martínez, Hernán Migota y Eloy Fernández Porta, entre otros. Más allá de un discurso que podría buscar elementos comunes en la diversidad, lo llamativo es precisamente esa diversidad. Fernández Mallo, que es físico y trabaja como tal, dice de las ciencias que las utiliza "siempre de una manera poética, como agentes capaces de articular metáforas". Los referentes de Elvira Navarro (Sten-dhal, Dostoievski, Chéjov, Cortázar, Lispector, Ray Bradbury, Conrad, Kafka, Henry James, Carver, Bola-ño, Faulkner y su biblia, Marguerite Duras, entre otros), Menéndez Salmón (Kafka, Broch y Musil, Schulz y Gombrowicz, Dostoievski y Babel...) y Julián Rodríguez (Pavese, Beckett, Ginzburg, Onetti, Rhys, Duras, Camus, Sciascia, Faulkner, Saer...) muestran que, aunque el presente sea Internet -y Google, YouTube, MySpace y etcétera-, a la hora de escribir siguen mandando los viejos maestros.

LA CULTURA AFRICANA TOMA EL RETIRO

66ª edición de la Feria del Libro de Madrid (del 25 de mayo al 10 de junio)

Paseo de Coches del parque del Retiro. Horario: de lunes a viernes, de 11.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.30. Sábados y domingos: de 10.30 a 14.30 y de 17.00 a 21.30

344 casetas con 362 expositores: 114 librerías (56 especializadas), 191 editores, 21 distribuidores, venta a crédito y/o facsímiles y 36 organismos oficiales

350 actividades, con la cultura africana como protagonista

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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