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Reportaje:Príncipe de Asturias de las Letras

Un grito literario contra la injusticia

La autora canadiense Margaret Atwood gana el Premio Príncipe de Asturias de las Letras

José Andrés Rojo

Hay quienes asocian a Margaret Atwood (Ottawa, 1939) con una incesante batalla por subrayar la dignidad de la mujer. La escritora canadiense, sin embargo, está metida en todas las guerras, y su escritura está ahí para vociferar contra las injusticias políticas, sociales, religiosas, económicas, medioambientales o étnicas.

"Estoy encantada y es un gran honor para mí haber sido galardonada con este importante premio", dijo ayer Margaret Atwood a través de un comunicado que facilitó Ediciones B, la editorial que ha traducido muchos de sus libros. "Los premios Príncipe de Asturias no sólo son un gran tributo a la literatura, las humanidades y la ciencia, sino también al proyecto universal de construir una sociedad sensata y humana". "España es un país asombroso: ha sabido reinventarse a sí mismo muchas veces", comentaba al contestar por correo electrónico un cuestionario de este diario.

"Un escritor debe estar atrapado por la historia que tiene que contar"
"Prefiero el francés para los cumplidos y el inglés para las malas noticias"
"Lo que no sé de los españoles es de dónde sacan horas para dormir"
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Margaret Atwood ha visitado este país varias veces, pero en 1999 estuvo una temporada en Madrid, donde escribió parte de su extensa novela El asesino ciego, que obtuvo el Premio Booker del año 2000. Cuenta que pasaron entonces unos meses maravillosos. "Los españoles", dice, "están atravesando un periodo de enorme creatividad, o ésa es por lo menos mi impresión. Lo que yo me pregunto es de dónde sacan horas para dormir".

La "agudeza" y la "ironía" fueron dos cualidades que destacó ayer el jurado del Premio Príncipe de Asturias, que utilizó el término de "espléndida" para definir su obra literaria, y valoró también su inteligencia a la hora de asumir la tradición clásica y ese afán permanente de denunciar las injusticias sociales y de defender la "dignidad de las mujeres".

El premio a Atwood provocó cierto desencuentro entre los miembros del jurado, informa Javier Cuartas. Hubo una corriente -encabezada por su presidente, y director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha- que defendía que el galardón fuera para un escritor en lengua española (no se premia a ninguno desde hace ocho años), y otra que se inclinaba por una elección más universal. Juan Goytisolo estuvo en la brecha hasta el final. Pero ganó la canadiense.

"Un día que iba de vuelta a casa desde la escuela por el furtivo camino de costumbre, un enorme pulgar invisible descendió del cielo y se apoyó en lo alto de mi cabeza, presionándome. Entonces surgió un poema. Era un poema melancólico, de la clase de poemas que los jóvenes escriben". Margaret Atwood tenía entonces 16 años, y la anécdota la cuenta en su página web (www.owtoad.com/), que propone un exhaustivo recorrido por su obra, sus opiniones, las imágenes de su vida, los chistes que sobre ella han hecho y todo cuanto puede pedir cualquiera que quiera acercarse a su arrolladora personalidad y su contagiosa simpatía.

¿Es necesario que un escritor esté comprometido con su tiempo, que se implique en las batallas contra las injusticias o en la defensa de los derechos de la mujer? "Nada hay que sea necesario para un escritor", contesta Margaret Atwood. "Por lo menos nada de este tipo. Lo que sí es imprescindible es que esté atrapado por la historia que siente que tiene que contar. Y contarla de la mejor manera posible".

Así que empezó por la poesía (aparecerá pronto en Bruguera), pero no tardó mucho en publicar también novelas (ha superado la veintena de títulos), cuentos e incluso ha escrito guiones para televisión (algunas de sus obras se han adaptado al cine y al teatro). Formada en artes en el Victoria College de la Universidad de Toronto, y con estudios posteriores en Cambridge y Harvard, ha sido profesora en distintas universidades y ha publicado también numerosos ensayos. Premiada incontables veces, presidenta de distintas asociaciones de escritores, Atwood ha podido dedicarse por completo a la literatura desde 1972.

Ha sido traducida a más de 30 idiomas y escribe tanto en inglés como en francés. ¿Cuál de las dos lenguas prefiere? "El francés para los adjetivos, el inglés para los nombres. El francés para los cumplidos, el inglés para las malas noticias. El inglés es, sin embargo, mi lengua principal, y como nunca ha sido tímido para tomar palabras de otras lenguas tiene un vocabulario enorme. Es como un órgano con un teclado de una milla de largo".

Uno de los elementos que caracterizan la obra narrativa de Margaret Atwood es la meticulosidad con la que construye las tramas y la estructura de cada uno de sus libros. Hay algunos, como La novia ladrona o Doña Oráculo, en que va midiendo con mucho cuidado el "regreso" a la vida de dos mujeres que fingen que mueren. En El cuento de la criada, su obsesión es la de hacer creíble esa distopía presidida por una atmósfera totalitaria en que la mujer sólo es un objeto para reproducir la especie. A El asesino ciego la definió alguna vez como "un conjunto de cajas chinas": abres una y te encuentras otra. Reconoce que ese afán meticuloso es "una obsesión personal que preferiría no tener, pero estoy atrapada por mi propio sino".

Entre esas múltiples cajas que iban abriendo historias diferentes en El asesino ciego, y que recorrían el siglo XX a través de la narración de una octogenaria, también aparecía la Guerra Civil española. ¿Por qué ese interés? "Muchos jóvenes canadienses participaron en esa guerra", explica en su correo electrónico. "Habían sido tratados en su país como parias y fueron llamados antifascistas prematuros. En una novela que se desarrolla en parte en el Canadá de los años treinta, esa guerra tenía que estar presente. Fue un momento-bisagra en el siglo XX. Si las cosas hubieran salido de otra manera, no hubiera habido Segunda Guerra Mundial".

A su edad, dice, ha "acumulado demasiadas lecturas" para reconocer qué escritores son los que más la han influido. "Sería una respuesta muy larga. Cuando tenía 14 años podría haber contestado de manera más breve". Otras veces ha reconocido la fuerte presencia de Flaubert, Zola y Maupassant en su literatura.

¿Y Canadá? "¿Cómo empezar? Es un país muy grande, muy diverso, y por ahora no demasiado maligno. Pero necesita limpiar su actitud y sus prácticas con el medio ambiente".

Margaret Atwood, en el jardín de su casa en Toronto, después de anunciarse la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
Margaret Atwood, en el jardín de su casa en Toronto, después de anunciarse la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Letras.REUTERS

Invitación a leer

- Desorden moral. Bruguera, 2007

- Érase una vez. Lumen, 2007

- Alias Grace. Ediciones B, 2006

- La maldición de Eva. Lumen 2006

- Penélope y las doce criadas. Salamandra, 2005

- Oryx y Crake. Ediciones B, 2004

- Ojo de gato. Ediciones B, 2004

- La mujer comestible. Ediciones B, 2004

- El asesino ciego. Ediciones B, 2001

- Luna nueva. Icaria, 2001

- Doña Oráculo. Aleph, 2001

- El cuento de la criada. Ediciones B, 2001

- Asesinato en la oscuridad. KRK, 1999

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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