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Reportaje:

El expresionismo del Barça

El conjunto de Guardiola remató tres veces más que el Arsenal y combinó el doble

Víctor Valdés abandonaba el Emirates Stadium la noche del miércoles algo contrariado: "El fútbol que hemos jugado no merece el empate a dos goles", dijo. No le faltaba razón. Los números dan sentido a todos y cada uno de los piropos que el Barcelona recibió tras un primer tiempo magistral, aunque sin goles, en el partido de ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones contra el Arsenal. Firmó, como dijo Pep Guardiola, los mejores 45 minutos iniciales que él recuerda desde que lo dirige. Y, pese a la resurrección del Arsenal en un tramo del segundo acto, fue superior en todos los aspectos. El Barça controló el balón, el juego de combinación y suyas fueron infinidad de ocasiones.

"Es el mejor equipo contra el que he jugado en toda mi vida", dijo Wenger
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Las estadísticas lo demuestran: el actual campeón de la Champions sumó 22 disparos a portería por solo seis del Arsenal. Más del triple. De modo que la sensación de que los de Guardiola acribillaron la meta rival fue un hecho más que probado. Como también lo fue que el héroe de la noche se llamara Almunia, que paró los siete disparos que los jugadores culés lanzaron entre los tres palos en el primer tiempo. Es la única razón por la que se marcharon al descanso con un empate a cero que les supo a muy poco.

Entre otras razones, porque, además, habían tenido el balón mucho más que sus rivales (un 69% de posesión frente al 31%). De hecho, en los primeros 20 minutos, los gunners apenas olieron el cuero: el Barcelona alcanzó el 76% de la posesión, un récord en la competición europea. Y también, porque el recital de pases, con un porcentaje de acierto elevadísimo, fue asimismo infinito: los azulgrana completaron 533 centros buenos en total. Los de Arsène Wenger sumaron 265, la mitad. Aunque hay otro dato todavía más significativo: los locales intentaron 375 pases, una cifra sensiblemente inferior a los 533 que los visitantes completaron de un total de 643.

Cesc, el capitán del Arsenal y señalado como uno de los héroes de la noche, se rindió con cierta resignación a los encantos del rival: "Una cosa es verlo por la tele, pero, cuando lo tienes delante, aún es peor. Es impresionante la facilidad que tienen sus jugadores para pasarse la pelota. En la primera parte no había manera de quitarles el balón. Ha sido sencillamente maravillosa".

Salvo por la expulsión de Puyol, el único pero que se le puede poner al equipo, los azulgrana superaron a su adversario en todas las facetas del juego. Los de Guardiola recuperaron más veces el balón (64 frente a 53). Y provocaron más saques de esquina (cuatro por ninguno de los locales). Los de Wenger cometieron más faltas (18 por 11) y vieron más tarjetas amarillas (cinco por una del Barça). Claro que el fútbol, caprichoso, tradujo esa superioridad en un empate a dos. Pero el resultado no logró manchar el espectáculo.

"Sin duda, es el mejor equipo contra el que he jugado en toda mi vida", dijo Wenger, el técnico de los gunners, tras el encuentro. Y no se le cayeron los anillos. "Es un orgullo que Wenger diga eso. Normalmente, no es así de generoso. Eso es porque hemos jugado bien", respondió su homólogo, Guardiola, cuando conoció las declaraciones realizadas por el francés.

La devoción que se tiene en el Arsenal al Barcelona es absoluta. Ya lo explicó el presidente, Joan Laporta, que dijo haber recibido numerosas felicitaciones antes de abandonar el estadio. También ayer recogían los periódicos británicos un sinfín de halagos. Como The Times, que en la crónica del encuentro se refiere al equipo que dirige Guardiola como "Su Majestad el Barça". Como The Sun, que titulaba: "Arsène tiene razón... Esto es arte". En sus páginas interiores, Shan Custis explicaba que el fútbol no tiene lógica: "Y por eso lo amamos. El primer tiempo pudo acabar 5-0 y el Arsenal terminó empatando a dos". También en su crónica The Daily Telegraph recordaba la comparación que hizo Wenger entre el fútbol y el arte y señalaba que, "a veces, aquello fue expresionismo contra naturaleza muerta".

No en vano, los entrenadores de ambos conjuntos se marcharon orgullosos a casa. El uno, por la exhibición futbolística de los suyos. El otro, por la resistencia y el coraje mostrado. "En ningún momento un equipo ha dejado de atacar. Nunca dejamos de buscar el gol. Ni ellos ni nosotros", sentenció Wenger.

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