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Reportaje:TOUR 2007

El forúnculo macho de Freire

El cántabro no sabe si correrá por una infección

Carlos Arribas

Cuando el Milram excluyó a Alessandro Petacchi de su equipo para el Tour por un control en litigio, muchos egoístas se alegraron. Qué bien para Freire, dijeron, un rival menos en los sprints. No tan rápido, no tan rápido. Ahora, en las grises vísperas londinenses del Tour de la inocencia, quienes se alegran son los partidarios de McEwen, el lobo estepario australiano, el otro sprinter temido, porque ahora es el turno de las dudas de Freire. El tricampeón mundial de Torrelavega aún no sabe si saldrá mañana, y si sale, no sabe cómo le andarán las cosas. O, mejor, cómo se sentará sobre el sillín por culpa de un forúnculo, pero no de un forúnculo cualquiera, sino de un forúnculo macho, que son los peores, porque se reproducen.

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En efecto, hay forúnculos macho y hembra, dicen los expertos en el tema, o sea, los ciclistas antiguos, los de los años 50 y 60, cuando el forúnculo era una de las plagas del pelotón. ¿La diferencia? Que el hembra, una vez explotado, desaparece; que el macho, aunque haya intervención quirúrgica por medio, antibióticos o sajado, se cronifica y vuelve. Y aunque parezca raro, la intuición tiene base científica. Hay ocasiones en que el bacilo causante de la infección del folículo piloso, vulgo forúnculo, se queda encerrado en la mucosa y aunque parezca que la infección ha desaparecido, ahí sigue, semilla oportunista, esperando cualquier oportunidad para reproducirse. Y eso es lo que le pasó a Freire, que ya se perdió el Mundial de Madrid hace dos años por culpa de un forúnculo, que se operó y que los últimos días, entrenándose en la calurosa y húmeda Alicante, observó con pavor que retornaba. Y para complicar las cosas, un retraso en la entrega de los nuevos culottes del Rabobank ha significado que su amigo Víctor, de Mavi, que le hace unas badanas especiales no haya podido adaptarlos este año.

Quien no estará seguro en el Tour, y no por culpa de un forúnculo sino de sus confesiones de hace unas semanas, es Bjarne Riis, el ganador del Tour del 96 y patrón del CSC -equipo de Carlos Sastre-, quien tras reconocer que ganó dopado su Tour se ha convertido en una especie de apestado para la carrera francesa, que incluso ha borrado su nombre del palmarés de la carrera.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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