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El Banco de España dibuja un panorama económico desolador para 2009 y 2010

El PIB caerá un 3% este año y sólo a finales del próximo puede haber una incipiente recuperación - El déficit público superará el 8% y el paro rondará los 4,5 millones

Lluís Pellicer

Este año no será el de la recuperación económica. Y lo que todavía es peor: es probable que el próximo tampoco lo sea. Tras 14 años consecutivos de expansión, España sufrirá en 2009 la peor caída del producto interior bruto (PIB) desde la Guerra Civil. El Banco de España pronosticó ayer que la economía española se contraerá un 3% y desbordó la previsión del 1,6% del Gobierno. La virulencia de la crisis, que ha contaminado ya todos los sectores, lastrará también el PIB del año que viene. En el informe de proyecciones del Boletín Económico, el supervisor aparca la recuperación más allá de 2010, aunque prevé que en el segundo semestre del próximo año la economía empezará a estabilizarse.

El ajuste debe venir de los salarios, no de la destrucción de puestos de trabajo
Al duro revés de la construcción se suma la caída en bienes de equipo
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El brusco descenso del consumo en la segunda mitad del año pasado llevó a la economía española a cerrar 2008 con un retroceso intertrimestral del 1%, el mayor desde 1960. El Gobierno previó en enero que este año el PIB se hundiría un 1,6%, pero la previsión del Ejecutivo fue quedando desfasada a medida que bancos, cajas y analistas la iban corrigiendo al alza. BBVA situó el decrecimiento hasta el 2,8%, y la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), hasta el 3%. El deterioro de la confianza y la pérdida de la riqueza financiera e inmobiliaria de consumidores y empresarios, las restricciones crediticias y el declive del comercio mundial han supuesto que la previsión del Banco de España se sitúe entre las más pesimistas.

La recesión se traslada a velocidad de crucero a la economía real. Al duro revés que sufre la construcción se le añade la grave crisis industrial, que se refleja en un desplome de la inversión en bienes de equipo. El indicador que de nuevo vuelve a acusar de forma más intensa el descalabro vuelve a ser la tasa de paro. Según el Banco de España, el desempleo seguirá escalando este año hasta afectar al 17,1% de la población activa, mientras que el año que viene se situará en el 19,4%.

El director del Servicio de Estudios de Funcas, Ángel Laborda, recalca que este dato supone que "en algún momento del año que viene se llegará a una tasa del 20%". Esta tasa implica que prácticamente habrá 4,5 millones de parados, un millón más que ahora. Y eso suponiendo que la población activa sea la misma, algo que los expertos dudan, puesto que en los últimos trimestres ha aumentado.

Ante la "intensa y persistente" destrucción de empleo, el Banco de España propone contenerlo mediante reformas que pasen por incentivar que los ajustes se realicen "a través de los salarios y condiciones de empleo, y no mediante la destrucción de puestos de trabajo".

Pero la recesión, como rezan los optimistas, también conllevará algunas oportunidades. Una de ellas es la reducción del endeudamiento de los hogares y las empresas en estos dos años. Las necesidades de financiación de España mejorarán y pasarán del 9,1% el año pasado al 4,4% en 2010. Con este panorama, las administraciones públicas tirarán del carro, lo cual supondrá que España se aleje de la senda del déficit público del 3% que le ha marcado la Comisión Europea.

Si el año pasado las administraciones cerraron con un déficit del 3,8% del PIB, este año darán un salto de vértigo hasta el 8,3%. Y en 2010 todavía avanzará otras cuatro décimas, hasta el 8,7%. Este boquete es fruto del impacto de la crisis en las cuentas públicas, pero también de las medidas "de carácter expansivo aprobadas hasta el momento" y del aumento de los fondos dedicados a prestaciones por desempleo, inversión y consumo público. En cualquier caso, las previsiones del Banco de España rebasan con creces el programa de estabilidad que presentó a Bruselas el Gobierno español, y que contemplaba un déficit del 5,8% para este año y del 4,9% para 2010.

La deuda pública, que en 2007 era del 39,5% del PIB, pasará a ser este año cercana al 50%, mientras que en 2010 se situará alrededor del 60%, según el Banco de España. El supervisor señala que este "deterioro tan sustancial" de las finanzas públicas se basa en el supuesto de que no se adopten nuevas medidas expansivas, y advierte de que hay un "escaso margen de maniobra" para seguir usando la política presupuestaria como instrumento para "impulsar la demanda". En cambio, el organismo aboga por planes de consolidación que permitan recuperar la estabilidad a medio plazo. Aun así, el informe resalta alguna medida del Gobierno, que servirá como paliativo a la crisis. En concreto, estima que el Fondo Estatal de Inversión Local contribuirá en 0,3 puntos al crecimiento en el promedio de 2009 y 2010.

La salida del laberinto no va a ser fácil, y menos cuando las últimas previsiones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) indican que el PIB de sus países miembros retrocederá este año un 4,3%. "Economías como la alemana, un mercado natural de España, se contraerán el 5,3%. Si estuviera mejor, podríamos salir de la crisis con mayor facilidad, pero no es así", explica Xavier Segura, jefe del Servicio de Estudios de Caixa Catalunya. Laborda coincide, aunque afirma ser más pesimista que el supervisor en las previsiones de los intercambios internacionales. "Casi no hay comercio internacional. Los sectores industriales de Alemania o Japón se han venido abajo y, en este contexto, a corto plazo es muy complicado enderezar la situación", sostiene.

El sector exterior, sin embargo, contribuirá de forma positiva al PIB. "Es un cambio de modelo radical. Las exportaciones caen, pero las importaciones lo hacen todavía más. No era así como tenía que ocurrir", lamenta Segura. Para este año, el informe del supervisor prevé que España exporte un 8,9% menos, lo cual compensará con un desplome del 15,1% en las importaciones.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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