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Reportaje:

La crisis cambia las cajas

El PP y el PSOE discrepan sobre el futuro de estas entidades

Íñigo de Barrón

España es el único de los grandes países europeos que todavía no tiene un plan de rescate de la banca. Es cierto que el sistema financiero español es el que mejor ha aguantado los primeros 20 meses de crisis gracias a que tenía más provisiones que sus competidores internacionales. Pero la crisis ataca con potentes armas y algunas entidades ya tienen grietas en sus muros. Además de la Caja Castilla La Mancha (CCM) que cayó en el campo de batalla, otras más necesitarán pronto el socorro de las tropas del Estado. Sobran 12.000 oficinas y 35.000 empleados, dice PriceWaterhouse. Una reconversión cara.

La ayuda llegará con el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), que está cocinando el Gobierno mientras consulta los ingredientes con la oposición y algunas fuerzas políticas más. El objetivo es "que haya menos entidades, pero que sean más fuertes", como ha declarado Elena Salgado, vicepresidenta y ministra de Economía. Este rediseño del mapa financiero, que también afectará a bancos, dejará reducido a la mitad el mapa de cajas, con lo que quedarían unas 20.

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El Gobierno y el PP están básicamente de acuerdo en el objetivo, pero discrepan profundamente del camino para llegar a él. Mientras el Ejecutivo quiere que el FROB reorganice el sector con cirugía directa sobre la falta de solvencia o liquidez de las entidades dañadas, el PP pide un chequeo general del enfermo, con cambio de normas. Es decir, el PP pide que el Fondo incluya una nueva ley de cajas que ataje los problemas endémicos que debilitan al sector: que pueda haber fusiones entre cajas de diferentes regiones sin posibilidad de veto de las comunidades autónomas; que salgan todos los cargos electos de ayuntamientos, diputaciones y Gobiernos autónomos de los consejos de las cajas y que las fusiones sean por iniciativa privada, no dirigida por el Banco de España, según comenta Cristóbal Montoro, portavoz de Economía del PP. "Hay que aprovechar la crisis para acabar con las debilidades de las cajas. Ahora es la oportunidad", dice este político.

El PSOE y Economía no creen necesario romper tantos huevos para esta tortilla, pensando en molestar lo menos posible a los partidos nacionalistas. "En una reforma de esta naturaleza, sería bueno contar con el visto bueno de los nacionalistas", dicen fuentes socialistas. De momento, José Montilla, presidente de la Generalitat, no parece dispuesto a permitir fusiones de cajas catalanas con las de otros territorios. Los políticos quieren mantener su cuota de poder, como también demuestra Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, con la vapuleada Caja Madrid.

El FROB aboga por las fusiones privadas. En segundo lugar, que sean los Fondos de Garantía de Depósitos los que ayuden a las entidades y sólo si fallan los anteriores pasos, que financie el Estado. Según Salgado, el Fondo puede reestructurar el sector dando más poder al Banco de España y permitiéndole que dirija las fusiones con la posibilidad de entrar en el capital de las entidades débiles a través de las cuotas participativas con derecho de voto.

Aquí llegan los problemas. ¿Cómo se valorarán las cuotas? Y quizá más complicado, ¿cómo y a qué precio saldrá el supervisor de las cajas socorridas? ¿A quién venderá las nuevas acciones? Los sindicatos no quieren cuotas con derechos políticos y el PP no lo tiene claro. El Banco de España sí porque cree que no hay otra vía para elevar el capital de máxima calidad, el core capital, que es con el que hay que pagar las prejubilaciones y los cierres de oficinas.

Los expertos también abogan por aprovechar la crisis para que "entre capital privado en las cajas. Deben estar sometidas al mercado para alejar las tentaciones ocultas de los políticos", dice Javier Díaz-Jiménez, profesor de Economía del IESE. Otro colega suyo, Antonio Cabrales, catedrático en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, cree que "las cajas distorsionan la competencia porque no tienen que dar cuenta de lo que hacen. No pueden captar capital y ahora se ha visto que su modelo es más débil". En la CECA también piden reformas, pero no quieren convertirse en sociedades anónimas.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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