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Las exportaciones y el gasto público compensan el frenazo del consumo

El INE confirma que el PIB creció un 0,3% en el primer trimestre - Las ventas de mercancías al exterior aumentan al mayor ritmo desde el inicio de la crisis

Alejandro Bolaños

La débil recuperación a la que se aferra la economía española es, ahora mismo, la suma de dos comportamientos extremos. Como muestra, la evolución del PIB en el primer trimestre, que desmenuzó ayer el Instituto Nacional de Estadística. La tasa trimestral del producto interior bruto ya escaló al 0,3%, dato ya anticipado hace dos semanas; un avance modesto, pero que superó las expectativas de la mayoría de los analistas y aleja, décima a décima, el recuerdo de la Gran Recesión. Lo llamativo es que ese resultado se produjo a pesar del frenazo del consumo privado, que equivale a casi un 60% del PIB. Solo fue posible por otro incremento extraordinario de las exportaciones. Y por un elocuente repunte del gasto público, cuando lo que se anuncian son ajustes presupuestarios.

El consumo de los hogares y la inversión en bienes de equipo se estanca
El gasto corriente de la Administración crece mientras cae la inversión
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Crecimiento anémico

A un lado, una demanda interna atenazada por las cifras históricas del paro, el repunte de la inflación y de los intereses de las hipotecas o la falta de crédito. Al otro, un sector exterior capaz de engancharse a la recuperación, mucho más consistente, de otros países avanzados (Alemania creció un 1,5% en el mismo periodo), a la pujanza de las economías emergentes. En la evolución interanual, este comportamiento desigual se aprecia aún mejor. Con relación al primer trimestre de 2010, el PIB avanza un 0,8%: la demanda nacional resta 0,6 puntos porcentuales, la demanda externa suma 1,4 puntos.

Las empresas que venden en España son mucho más intensivas en mano de obra que las que colocan sus productos fuera. Y el sector exterior es mucho más reducido que el que abastece a la demanda interna. La conclusión es que, si como suele ocurrir en las primeras fases de la recuperación, el crecimiento se alimenta de exportaciones, es compatible que el PIB avance y el empleo siga cayendo, aunque sea tres años después del inicio de la crisis.

Los datos de contabilidad nacional corroboran lo que ya reveló la encuesta de población activa (EPA) del primer trimestre, que situó el número de parados en 4,9 millones de personas, una cifra récord. En la comparación interanual, la destrucción de empleo es similar a la que reflejaba la EPA (-1,4%), un dato que deja dos lecturas: la moderación en la destrucción del empleo que se producía desde el otoño de 2009 se ha interrumpido; y la previsión del Gobierno (un avance del 0,2%) para 2011 se parece cada vez más a un buen propósito.

Los pésimos datos del comercio anticipaban ya la congelación del consumo. De hecho, el estancamiento del gasto de los hogares en el primer trimestre (según la estadística, un casi inapreciable retroceso) es el peor resultado del componente más determinante de la demanda desde que arrancó la recuperación, hace poco más de un año. Es cierto que el consumo privado cayó en el tercer trimestre de 2010, pero solo porque se comparaba con un periodo (de abril a junio) en el que se aceleraron las ventas por el fin de las ayudas a la compra de coches y la inminente subida del IVA, en vigor desde el 1 de julio.

La debilidad del consumo se manifiesta también en la evolución de las importaciones, que crecieron a menor ritmo (3,9%) que las exportaciones (5%) en tasa trimestral. Y eso que, durante ese periodo, el petróleo pasó de los 100 a los 125 dólares por barril, lo que tiene un reflejo inmediato en la importación de productos energéticos. En las exportaciones, destacan sobremanera las ventas de mercancías, que aumentan al mayor ritmo (7,6%) trimestral desde 1994. Y el gasto de los visitantes extranjeros también se incrementa, otra señal de una buena temporada turística.

El desfallecimiento del consumo privado no se reproduce en el sector público, más bien al contrario. El consumo final de las Administraciones públicas aumentó un 1,4%, en lo que supone el mayor repunte desde que comenzó la crisis, además de romper la tendencia de recorte iniciada en el verano de 2010, tras las drásticas medidas de ajuste anunciadas por el Gobierno de Zapatero. Al posible afloramiento de facturas de proveedores en el inicio del ejercicio, aunque correspondan al año anterior, se suma esta vez la cercanía de la convocatoria electoral en comunidades y Ayuntamientos.

Muchas Administraciones evitan afrontar recortes en plena campaña -el empleo público sigue creciendo, en contraste con lo que ocurre en el resto del mercado laboral-, lo que plantea una incógnita mayúscula sobre lo que ocurrirá con esta partida de gasto (equivalente al 20% del PIB) después del 22 de mayo.

El anunciado ajuste presupuestario arroja, por ahora, un saldo de esos que gustan poco a los expertos: el gasto corriente crece mientras la inversión en infraestructuras, más condicionada a las posibilidades de financiación, cae. De hecho, por primera vez desde que comenzó la crisis, el desplome de las obras no residenciales es, en tasa anual, mayor que el retroceso en la construcción de viviendas (-10,9% por -8,9%). Con este lastre, la inversión vuelve a caer (un 1,4% respecto al trimestre anterior), más aún cuando el gasto en bienes de equipo también se estanca.

Las claves de la evolución del PIB tienen su correlato en el lado de la oferta. Así, la industria, más ligada a las exportaciones, tiene un comportamiento notable (un avance trimestral cercano al 5%, también el mejor registro de la recuperación). Y el sector servicios, gripado por la debilidad de la demanda nacional, tropieza (baja un 0,1%). El sector de la construcción, rodeado por todos los flancos (el inicio de viviendas bajo mínimos, las obras públicas en retroceso), vuelve a las andadas y firma un descenso del 1,6%.

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