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Los efectos de la crisis

El fracaso de los planes de rescate europeos agrava la crisis financiera

Bruselas asume que habrá que liquidar bancos y prevé que la recesión elimine 3,5 millones de empleos - Alemania avisa de eventuales quiebras de Estados

Claudi Pérez

Las reacciones de los mercados suelen ser masivas y fulminantes. Si se empeñan, pueden hacer caer las torres más altas. De momento, el desplome de los mercados en el último año y medio ha acabado con la banca de inversión, ha precipitado la quiebra de decenas de entidades financieras, ha evaporado miles de millones de euros de la Bolsa y ha pinchado varias burbujas inmobiliarias en el mundo desarrollado, sumido en una dramática recesión. Los mercados han hecho doblar la rodilla incluso a algún país, como Islandia. Las víctimas son cada vez más ilustres, hasta el punto de que Alemania alerta del riesgo de quiebra que corren algunos países de la eurozona en medio de una vuelta de tuerca -una más- a la crisis financiera.

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La banca vivió ayer una nueva sesión de pesadilla bursátil ante la constatación de que los planes de rescate son insuficientes para responder al alud de problemas. Bruselas ya es consciente de que los multimillonarios salvavidas a la banca han tenido efectos más bien escasos y la comisaria de Competencia, Neelie Kroes, avisó ayer de que la eurozona deberá "tomar decisiones duras sobre reestructuraciones o posibles liquidaciones controladas. Y estas decisiones deberán adoptarse muy rápidamente".

La comisaria insistió en que si los Estados no toman ahora medidas para reducir la incertidumbre y reactivar el crédito, las consecuencias serán "perpetuar modelos de negocio fracasados, arruinar las finanzas públicas, consolidar las distorsiones de competencia con ayudas públicas sin fin, romper nuestro mercado interior e impedir que emerja de la crisis un mercado bancario viable".

Lo más grave es que en este nuevo capítulo de la crisis la banca puede arrastrar a algún país en su caída. Irlanda está "en una situación muy difícil", aseguró a última hora del lunes el ministro alemán de Finanzas, Peer Steinbrück, que ayer se apresuró a destacar que nunca quiso poner en duda la solvencia del Estado irlandés. Protagonista de una sensacional historia de éxito en los últimos años, Irlanda está ahora inmersa en una profunda crisis. A la recesión añade un déficit público galopante -que este año podría elevarse hasta el 11% del PIB- y el sector bancario más golpeado por las turbulencias.

Irlanda ha anunciado inyecciones millonarias en sus bancos, asegura el 100% de los depósitos y avala la deuda de sus bancos. Y ese puede ser el problema. Lejos de recuperarse con esas medidas, la banca irlandesa sigue en caída libre y amenaza con llevarse por delante la solvencia del Estado, cuya calificación crediticia ya ha sido rebajada. Hay más países con problemas: Steinbrück abrió la caja de los truenos y afirmó que la zona euro debe estar preparada para salir al rescate "de los Estados con dificultades en sus pagos". De nuevo la lógica del demasiado grande para caer: los rescates bancarios trataban de evitar que la quiebra de un banco arrastrara a todo el sector. Esa idea vale para los Estados.

Los problemas financieros han disparado los precios de asegurar la deuda pública irlandesa: los costes de los instrumentos que se usan para esa cobertura se han triplicado en una sola semana. Grecia y Austria tienen también costes elevados, aunque menos. El diferencial de los bonos irlandeses sobre los alemanes también sube, algo que ocurre con la mayoría de los países, incluida España. "Es poco probable, pero si las especulaciones sobre posibles quiebras no se detienen, esos costes seguirán al alza y pondrán en jaque a los Estados para hacer frente a los pagos derivados de su endeudamiento", explicó Antonio Villarroya, de Merrill Lynch. Se trataría de una más de esas profecías autocumplidas tan de moda por la crisis.

"En ningún país europeo hay razones de peso para pensar en una quiebra. Pero es posible si los mercados financieros deciden que un país puede incurrir en ella", aseguró Daniel Gros, director del Centre for European Policy Studies. Simon Johnson, ex economista jefe del FMI, instó el pasado fin de semana al G-7 a buscar una solución a las dificultades de Irlanda, cuyo Gobierno ha desmentido recientemente los rumores de una intervención del FMI.

El Tratado de Maastricht impide que el BCE o un determinado país acuda al rescate de otro en caso de quiebra. "De nuevo la falta de infraestructura institucional puede perjudicar a la zona euro", explicó Federico Steinberg, del Instituto Elcano. "Las dudas sobre algunos países van a ser una dura prueba de fuego para el euro", dijo. Esa incertidumbre ya se deja notar: el euro bajó ayer hasta los 1,25 dólares, el menor nivel desde diciembre.

Tras año y medio de turbulencias, el detonador sigue en el sector financiero. La agencia Moody's advertía de la vulnerabilidad de la banca europea ante la severa recesión de Europa del Este, uno de sus focos de crecimiento.

Y de la banca, a la economía real. Las turbulencias financieras tardaron meses en llegar a consumidores y empresas. Pero ahora también ahí la crisis avanza a toda velocidad: la Comisión aseguró ayer que este año se perderán 3,5 millones de empleos en la zona euro. El paro escalará hasta el 10% en 2010. Las perspectivas sólo mejorarán cuando amaine el huracán financiero, pero incluso entonces, la mejoría laboral no llegará sino meses después.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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