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Reportaje:Economía global

Recuperación incierta en EE UU

El paro añade incertidumbre a un despegue que se demora más de lo previsto

Demasiado lento para reducir el paro. Demasiado lento también para estabilizar el mercado de la vivienda. Y demasiado lento incluso para hacer frente a la degradación de las cuentas públicas. Esa es la realidad económica que se vive en Estados Unidos, en el que se esperaba iba a ser el verano de la recuperación y que, como dijo recientemente el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, revela que se está en una fase "inusualmente incierta".

El último dato de empleo correspondiente a julio fue una puntilla a la masa de indicadores de las últimas semanas, confirmando que la expansión de la actividad económica no va al ritmo que se esperaba y, ni mucho menos, se deseaba. En el primer mes del segundo semestre se perdieron 131.000 puestos de trabajo por el despido de 202.000 empleados en el sector público. Es el segundo mes consecutivo en que se destruye empleo.

Julio es el segundo mes del año en que se destruye empleo, 131.000 trabajos
Se necesita crecer cinco años al 5% para volver a la situación precrisis
Se debate si se debe crear un paquete de estímulos para generar empleo
El riesgo de un despegue que no llega es caer en deflación
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El sector privado, entre tanto, generó 71.000 trabajos netos, lo que eleva el total creado este año por las empresas hasta 630.000 nuevos contratos. Hay un gran pero. Bart van Ark, economista jefe del Conference Board, cree que es un aumento "modesto", que confirma que la economía avanza muy lenta por la senda de la recuperación y eso crea retos. "Va a llevar tiempo reiniciar la máquina de generación de empleo", añade.

Los analistas de Goldman Sachs hacen cálculos. Se necesitaría crecer durante cinco años a una tasa anualizada del 5% -dos puntos por encima de su potencial- para que el mercado laboral volviera a la situación previa a la recesión. Es decir, se debería crecer prácticamente el doble de lo visto en el segundo trimestre de este año. Y recuerdan que dos puntos del crecimiento actual se atribuyen a los estímulos fiscales y monetarios.

En este momento hay cinco personas compitiendo por cada empleo disponible. Al paso actual, reiteran desde el Conference Board, será muy difícil "recuperar los más de ocho millones de trabajos perdidos" durante la Gran Recesión. Y el gran temor actual es que sectores como el de la construcción o el manufacturero "quizá no vuelvan a los niveles de empleo" previos a la crisis que arrancó en diciembre de 2007.

Los expertos de IHS Global Insight consideran que el dato de empleo "aumenta la presión" para que tanto la Administración que preside Barack Obama como la Reserva Federal adopten medidas adicionales para apuntalar un crecimiento que se muestra anémico. Es decir, por un lado, se debate si debe haber un paquete de estímulos adicional, dirigido a crear puestos de trabajo. Y por otro, ver si el Banco Central reactiva algunos programas de liquidez.

Wall Street da por descontado que el crecimiento será lento. Pero en el mercado de bonos de Chicago son aún más cautos sobre la coyuntura que en el de acciones, porque se teme que la degradación continua del mercado laboral y de la vivienda sigan lastrando el consumo. Nadie habla aún abiertamente de una recaída en la recesión. Goldman Sachs, por ejemplo, le da como mucho un 20% de posibilidades a que la economía se contraiga.

Eso sí, en el banco tienen claro que EE UU está experimentando una fase de ralentización, que comenzó en el segundo trimestre y continuará hasta la primavera de 2011 en el mejor de los escenarios. El más negativo en este momento es el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan. "Creo que estamos en una pausa. Pero cuando se produce una pausa en una recuperación tan modesta como esta, se siente casi como una recesión", ha declarado.

El gurú, al que se considera como uno de los responsables de la crisis actual por la gestión al final de su mandato en la Fed, cree que el problema básico es que la economía estadounidense está "muy distorsionada", porque, puntualiza, los que están notando esencialmente el repunte son las rentas más altas y en áreas muy limitadas de la economía, como los grandes bancos. En el resto, con 14,6 millones de parados, el viento de cara es intenso.

Como admite el propio presidente Barack Obama, "el camino a la recuperación no sigue una senda recta". Y hay algunos sectores, como el financiero, que van mejor que otros como el de la vivienda, donde el fin de los estímulos a la compra de nueva vivienda está mostrando cuál puede ser el efecto de que se agote el apoyo público masivo movilizado durante la recesión.

Es decir, una economía que avanza a velocidades diferentes. Y, como señalan desde el American Enterprise Institute, está aún por ver si el paciente estará en condiciones para caminar por su propio pie cuando se le retire la medicina de los estímulos. Un despegue, por tanto, que no llega y con el añadido de que puede alimentar el riesgo deflacionista, lo que podría atrapar a EE UU en una espiral similar a la que sufre Japón. -

Cientos de desempleados acuden a una feria de empleo en Los Ángeles en busca de trabajo.
Cientos de desempleados acuden a una feria de empleo en Los Ángeles en busca de trabajo.AP

El dilema del déficit

Los economistas buscan entre los datos para encontrar dónde se produjo el punto de inflexión. Y lo sitúan en abril, lo que coincide con las turbulencias por la crisis de la deuda soberana en Europa. Estados Unidos tampoco se escapa en ese frente. El déficit público marcará en 2010 otro récord, unos 1,47 billones de dólares.

Es la última proyección de la Casa Blanca, que mejora los 1,6 millones de los que se hablaba en primavera.

Pero la ralentización en la economía plantea un reto. Se necesitaría crecer por encima del 3% para que se note una mejora. Por eso desde la Reserva Federal se pide un plan urgente de austeridad fiscal.

Sin embargo, el presidente Barack Obama no quiere cerrar el grifo del gasto público tan rápido. Y, en plena batalla electoral, la Casa Blanca vuelve a inflar su promesa de dejar morir en diciembre los beneficios fiscales que adoptó su predecesor George Bush en 2001 y 2003 a favor de las rentas más altas.

Tanto demócratas como republicanos coinciden en que elevar la imposición a la clase media sería contraproducente. La batalla se concentra, por tanto, en los que ganan más de 200.000 dólares. La Administración Obama cree que elevarles los impuestos tendrá un efecto mínimo en la economía y elevará la recaudación. Los republicanos responden que afectará a las pymes.

La falta de una política fiscal clara impide que las empresas puedan planificar sus inversiones futuras e, incluso, entorpece la contratación de empleados para sus nuevas líneas de negocio. Como las pymes son las mayores generadoras de empleo en el país, esto se convierte en una incertidumbre adicional para la marcha de la economía a corto plazo. -

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