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Las consecuencias de la crisis fiscal europea

El nuevo plan de ayuda a Grecia choca con la oposición de Londres y Helsinki

Irlanda también quiere rebajar los intereses de los préstamos de la UE y el FMI

Andreu Missé

De nuevo los problemas en la zona euro se acumulan y precipitan en cuestión de horas. El nuevo plan de rescate de Grecia diseñado urgentemente por los responsables económicos de la Unión Europea (UE), bajo la batuta de Alemania y Francia, para evitar la catástrofe de la suspensión de pagos choca de entrada con la oposición de Reino Unido y abiertas reticencias de Finlandia. El plan debe detallarse y aprobarse el 16 de mayo en la reunión de los ministros de Finanzas de la UE, el llamado Ecofin. El mismo Consejo debe dar la luz verde al rescate de Portugal de 78.000 millones, bloqueado hasta ahora por Finlandia. Mientras Irlanda ha anunciado que aprovechará la ocasión para exigir una rebaja del precio de los préstamos de ayuda de la UE y el FMI.

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El nuevo plan de ayuda a Grecia consistiría en conceder nuevos préstamos, de 25.000 a 30.000 millones adicionales; extender los plazos de devolución; abaratar el vigente paquete de préstamos de 110.000 millones y suavizar el estricto calendario de reducción del déficit exigido que supone pasar desde el 15,4% en 2009 hasta el 2,6% en 2014.

Londres puso ayer el primer obstáculo. El ministro de Hacienda, George Osborne, manifestó el rechazo de su país a conceder más ayudas a Atenas. "No nos vemos", dijo a la BBC, "firmando un cheque directamente del contribuyente británico al griego o portugués. El caso de Irlanda fue un caso especial". Efectivamente, la banca del Reino Unido es la que tenía una mayor exposición a Irlanda, 179.800 millones de euros. Así que Londres debía cuidar sus intereses. Sobre Grecia, Osborne recordó: "Yo no firmé el préstamo anterior, fue mi predecesor". Y aseguró que si había participado en el rescate a Portugal ha sido "a regañadientes".

Por su parte, el presidente de Verdaderos Finlandeses, Timo Soini, reiteró su oposición a la participación de su país en el rescate de Portugal y ve como "inevitable" la restructuración de la deuda griega. "Es solo cuestión de tiempo", dijo. Soini, cuyo partido es decisivo en el futuro gobierno de Finlandia tras quedar en tercer lugar en las últimas elecciones, no cree en los rescates. "El de Portugal no funcionará como hemos visto en Grecia", señaló.

Para sofocar la creciente oposición a nuevas operaciones de rescate, los responsables económicos de la UE barajan exigir garantías en el supuesto de conceder nuevos préstamos a Grecia.

Las dificultades de Atenas se agravan día a día. Los inversores exigen un 26,2% de interés por los préstamos a dos años. Esto imposibilita que Grecia considere volver a los mercados para financiarse en 2012 como estaba previsto. El riesgo de suspensión de pagos con fuertes pérdidas está encareciendo los precios. Hans-Werner Sinn, presidente del instituto alemán IFO, se ha mostrado partidario de que Grecia abandone el euro y recupere el dracma, su antigua divisa. "Ese paso", ha explicado al diario Frankfurter Allgemeine "sería el mal menor. Le permitiría devaluar su moneda y lograr que la economía sea más competitiva". Esta no es, sin embargo, la posición del Gobierno de Berlín. El ministro de Economía, Rainer Bruederle, aseguró que "yo no estoy precisamente por esto [la salida de Grecia del euro], mi opinión es más bien la contraria".

Mientras tanto, crecen el rechazo en Grecia a las duras medidas de austeridad que exigen las ayudas de la UE y el FMI. Un 45% de los ciudadanos exige que se renegocien las condiciones fijadas, según una reciente encuesta.

También el próximo Ecofin deberá pronunciarse sobre la exigencia irlandesa de rebajar los intereses de los préstamos de su plan de rescate. "Hablando francamente", dijo ayer el ministro de Energía del Gobierno de Dublín, Pat Rabbitte, "el tipo de interés de Irlanda debe reducirse y, en mi opinión, la deuda debe también ser reprogramada, pero esto es otra cuestión".

El ministro de Hacienda británico, George Osborne.
El ministro de Hacienda británico, George Osborne.REUTERS

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