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NUEVO GOBIERNO

Un Ejecutivo que aspira a infundir confianza

Zapatero tenía pensado desde antes del 14-M el equipo del que quería rodearse

Luis R. Aizpeolea

Días antes de las elecciones generales del 14 de marzo, José Luis Rodríguez Zapatero aseguraba a sus interlocutores que "ya tenía el Gobierno en la cabeza". No era un farol. Zapatero creía, frente a la mayoría del mundo político, que ganaría los comicios y, por ello, llevaba meses preparando el Gobierno. Los hechos lo avalan. A los 15 días de la victoria, era pública la lista completa del Ejecutivo, algo inédito en la democracia española. De tal modo que ayer, tras la jura ante el Rey, rompió el rito de hacer pública la lista de su Gobierno porque sencillamente ya lo era desde el 31 de marzo.

Acostumbrados en los ocho años de José María Aznar a su cuaderno azul, que simbolizaba el secretismo con que el anterior presidente del Gobierno gestionaba sus nombramientos, Zapatero ha roto los esquemas. Su equipo se ha ido conociendo por goteo y con rapidez, desde el mismo día de su victoria. Algunos sabían que iban a ser ministros la misma noche del 14-M, como Juan Fernando López Aguilar.

Zapatero quería huir del secretismo de Aznar, y sus ministros se han conocido con rapidez
De los 10 miembros del 'comité de notables', seis ocuparán una cartera en el Gobierno
La docencia es una cantera para Zapatero, fascinado por el mundo universitario
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Zapatero ha propiciado este esquema de "transparencia" para distanciarse del "secretismo" de Aznar. Pero también por razones prácticas. El traspaso de poderes en los ministerios le decidió a adelantar los nombres de sus ministros, porque quiso que éstos encabezaran el relevo.

Zapatero ha improvisado poco. Tenía claro desde hace tiempo que quería un Gobierno de amplia experiencia en la gestión, que inspirase confianza en la población por su profesionalidad, y de perfil político más bien bajo. Quiere ser él quien encarne el mensaje político.

Esta pretensión entraba en contradicción con el equipo de que disponía en la Ejecutiva socialista, joven y, en buena parte, inexperto. Lo improvisó cuando, partiendo de cero, ganó la secretaria general del PSOE en el congreso de julio 2000. Pero la gestión de la crisis de la Asamblea de Madrid, en junio pasado, puso a su equipo en el ojo del huracán y Rodríguez Zapatero tuvo que adelantar sus planes con una operación capaz de neutralizar la imagen de debilidad de la Ejecutiva.

No esperó a las elecciones para anunciar su comité de notables, 10 veteranos expertos en materias variadas, con los que ya venía tratando. Pero el comité no era una mera operación de apariencia. Ha sido la principal cantera del Gobierno. De sus 10 miembros, seis son ministros: Pedro Solbes, vicepresidente económico; Miguel Ángel Moratinos, de Exteriores; José Bono, de Defensa; María Jesús San Segundo, de Educación; Magdalena Álvarez, de Infraestructuras, y Carmen Calvo, de Cultura.

De la Ejecutiva ha extraído cuatro miembros: Juan Fernando López Aguilar, titular de Justicia; Jordi Sevilla, de Administraciones Públicas; José Montilla, de Industria, Comercio y Turismo, y Cristina Narbona, de Medio Ambiente. De la dirección del Grupo Socialista han salido la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, y Jesús Caldera, ministro de Trabajo y Asuntos Sociales. De la vocalía del Poder Judicial llega José Antonio Alonso como ministro del Interior. Y del campo de la gestión territorial -otra clave de este Gobierno- proceden la extremeña María Antonia Trujillo, ministra de Vivienda; y la gallega Elena Espinosa, de Agricultura y Pesca.

Zapatero tiene un Gobierno predominantemente de expertos en la gestión, más que de jóvenes renovadores. Y esta decisión responde al sentido institucional del presidente del Ejecutivo, para quien el interés general del país está por encima de sus afectos. Y que piensa, además, que la situación de España no está para improvisaciones. Zapatero está entre los más jóvenes del Gobierno, cuando en la Ejecutiva del PSOE era uno de los más veteranos. Es un reflejo de la situación.

Zapatero ha elegido personalmente su Ejecutivo -con muy pocas sugerencias externas-, pero no le han salido los cálculos al cien por cien. Quería como ministro de Economía a Miguel Sebastián ex jefe del servicio de estudios del BBVA, del que aprecia el sentido del rigor en el gasto, algo que Zapatero tiene muy interiorizado desde su etapa de portavoz de la Comisión de Administraciones Públicas del Congreso. Pero Sebastián no quiso ser ministro.

Optó entonces por el comisario europeo Pedro Solbes, al que había nombrado, en enero, miembro de su comité de expertos. Solbes exigió una vicepresidencia y Zapatero aceptó. Cree básico este nombramiento por lo que aporta de solidez y credibilidad ante el mundo económico. Y por su interés en continuar con la política de estabilidad presupuestaria del Ejecutivo anterior, por la que cree que será juzgado el Gobierno socialista.

Esta decisión ha condicionado la siguiente. Zapatero ha hecho de la paridad entre hombres y mujeres otra de las claves del Gobierno. Tenía claro que la otra vicepresidencia, la política, tenía que ser para una mujer. La elegida, Teresa Fernández de la Vega, también será portavoz. Es una mujer discreta, muy trabajadora y con una dilatada experiencia en la etapa de Felipe González, y miembro de la dirección del Grupo Socialista en las dos legislaturas de oposición. "Ha trabajado muy bien y nunca me ha pedido nada", dijo Zapatero al escogerla.

El nombramiento de Fernández de la Vega le supuso a Zapatero tener que sortear el reto interno más delicado, el de su amigo y número dos en la oposición, Jesús Caldera. Se daba por hecho que sería vicepresidente. Zapatero ha mostrado firmeza y delicadeza en su resolución. Caldera fue el primero de su equipo con el que Zapatero habló tras su victoria. Le convenció de la necesidad de mantener su compromiso por la paridad y le ofreció elegir su salida, Trabajo y Asuntos Sociales, cuya misión será impulsar la cara más socialdemócrata del Gobierno y la más innovadora, junto con Educación.

La cartera de Defensa para José Bono la zanjó Zapatero cuatro días después de la victoria. Se la reclamó el propio Bono, al que Zapatero había pensado destinar a Interior. Este cambio decidió a Zapatero a nombrar al vocal del Poder Judicial y persona de su absoluta confianza, José Antonio Alonso, ministro del Interior, un cargo extremadamente delicado, con el reto del terrorismo islamista. La cartera de Justicia, para la que parecía destinado Alonso, tiene como destinatario a Juan Fernando López Aguilar, artífice del pacto de la Justicia con el PP.

También tenía Zapatero decidido hace tiempo nombrar a Moratinos para Exteriores. Su experiencia en Oriente Próximo y sus contactos internacionales decidieron a Zapatero nombrarle para afrontar, como prioridad, la crisis de Irak. Este nombramiento está en la clave de irradiar seguridad a la opinión. que quiere Zapatero. Para ello tuvo que dar una salida al responsable internacional del PSOE, Manuel Marín, y fue por lo alto, como presidente del Congreso.

La ministra de Educación, María Jesús San Segundo, procede de la universidad y tiene el aval de Gregorio Peces-Barba. La docencia es y será una cantera de ministros y altos cargos para Zapatero, fascinado por el mundo universitario. También proviene de la universidad la directora de RTVE, Carmen Caffarell. Con ello cumple el compromiso de poner independientes al frente de los organismos públicos más relevantes.

José Montilla cuenta con el aval del PSC y la gran simpatía de Zapatero por su gestión en la crisis desatada por Josep Lluís Carod-Rovira. Como ministro de Industria, Comercio y Turismo, deberá luchar contra la fuga de empresas. Jordi Sevilla, ministro de Administraciones Públicas, además de contar con la simpatía de Zapatero, tiene el aval de Solbes. Fue su jefe de Gabinete cuando Solbes era ministro de Felipe González. Gestionará un asunto clave en la legislatura, el reto territorial.

Las ministras de Infraestructuras, Magdalena Álvarez, y de Cultura, Carmen Calvo, cuentan con el aval del presidente del PSOE, Manuel Chaves, y de su gestión en la Junta de Andalucía. Lo mismo sucede con la extremeña María Antonia Trujillo, ministra de Vivienda, avalada por el presidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, cuya gestión social ha sido elogiada por Zapatero.

Cristina Narbona, ministra de Medio Ambiente, procedente de la Ejecutiva del PSOE, y las gallegas Elena Salgado, ministra de Sanidad, y Elena Espinosa, de Agricultura y Pesca, completan la lista. Estas dos últimas han sido las únicas sugerencias ajenas a Zapatero. La primera de Alfredo Pérez Rubalcaba, y la segunda, de José Blanco.

Zapatero también ha seguido muy de cerca los nombramientos en los segundos niveles, donde han entrado personas de su confianza desde que estuvo en la comisión de Administraciones Públicas, como Fernando Magro, en La Moncloa; Dolores Carrión, como subsecretaria de Administraciones Públicas; Amparo Valcarce, secretaria de Asuntos Sociales; Valeriano Gómez, secretario general de Empleo, y Víctor Morlan, secretario de Estado de Infraestructuras.

José Luis Rodríguez Zapatero promete su cargo de presidente del Gobierno en presencia de los Reyes. A la izquierda, el presidente del Senado, Javier Rojo; el del Tribunal Constitucional, Manuel Jiménez de Parga; el del Congreso, Manuel Marín, y el ex presidente José María Aznar.
José Luis Rodríguez Zapatero promete su cargo de presidente del Gobierno en presencia de los Reyes. A la izquierda, el presidente del Senado, Javier Rojo; el del Tribunal Constitucional, Manuel Jiménez de Parga; el del Congreso, Manuel Marín, y el ex presidente José María Aznar.ULY MARTÍN

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