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DEFENSA

España quiere participar en la versión naval del 'escudo antimisiles'

Las futuras fragatas F-100 podrían vigilar con su sistema Aegis un ataque lanzado desde Libia

'Fueron conversaciones aún incipientes, sin llegar a plantear una oferta como tal', comenta uno de los asistentes a las reuniones en el Pentágono. Dichos contactos se celebraron dentro de las entrevistas mantenidas en Washington para preparar la visita de George W. Bush a Madrid la pasada semana, en el curso de la cual el presidente del Gobierno, José María Aznar, apoyó una nueva estrategia estadounidense 'que abarque los sistemas disuasorios tanto ofensivos como defensivos', según se recogió en el comunicado conjunto.

'En julio están previstos nuevos contactos en el Pentágono y quizás pueda avanzarse algo más', agregó la misma persona. 'Jugar la carta de la fragata nos parece lo más aceptable hoy, pero hasta ahora ha sido enunciada en plan teórico', precisa.

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La posibilidad de aportar las F-100 se basa en que éstas estarán equipadas con el sistema Aegis (que toma su nombre del escudo que Zeus entregó a Atenea para hacerla invencible), el más potente del mundo para el combate antiaéreo desde una plataforma naval. Sólo los destructores Arleigh Burke y los cruceros Ticonderoga, de Estados Unidos, y los cruceros japoneses Kongo llevan este sistema que Bush ha renunciado a vender a Taiwan por presiones de China, recelosa precisamente de su capacidad antimisiles. Una versión reducida del mismo se instalará en las fragatas F-85 que la empresa española Izar (antigua Bazán) y la estadounidenses Lokheed Martín venderán a Noruega.

El elemento crítico del Aegis es el radar tridimensional AN/SPY-1D, con cuatro antenas planas, situadas sobre la cubierta del buque, capaces de controlar hasta un centenar de blancos simultáneamente. Al contrario que las giratorias, cuya visión es discontinua, este tipo de antenas permite un seguimiento permante, lo que las hace idóneas para seguir objetos que se mueven a gran velocidad, como los misiles. Su ángulo de visión es de 360 grados, pero pueden concentrarse en una zona determinada.

El radar puede ver un objetivo en vuelo a una distancia de hasta 600 kilómetros (320 millas naúticas), aunque el alcance de sus armas apenas cubre un tercio de esta distancia. 'Son unos potentísimos prismáticos, que permiten avisar con antelación de la llegada de un misil, otra cosa es derribarlo', dice un experto.

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La posibilidad de que las fragatas F-100 jueguen un papel en el escudo antimisiles ha sido analizada por técnicos de la Armada. Las dudas se plantean no sobre su capacidad de detección, sino sobre la viabilidad de utilizarlas como plataforma de lanzamiento de misiles interceptores, ya que son más ligeras que los destructores americanos destinados a cumplir tal función (menos de 6.000 toneladas de desplazamiento frente a más de 9.000). En todo caso, dado que utilizan un sistema de combate plenamente compatible con el americano, las F-100 podrían operar conjuntamente con buques lanzamisiles de EE UU ampliando su capacidad.

El sistema NMD (Defensa Nacional de Misiles), al que Bush ha quitado la N para sugerir que no sólo protegerá territorio americano, tardará aún meses o años en estar perfilado, pero se abre camino la idea de que el norte de Europa cuente con un escudo de base terrestre -con instalaciones de radar en Groenlandia o Escocia- y el sur con plataformas navales móviles.

La versión naval tiene dos claras ventajas: la tecnología está más madura, aunque no completamente desarrollada, y un buque puede ser desplazado al lugar donde se produzca la crisis. 'Todo está aún muy verde, pero hay que ir viendo posibilidades', indican las fuentes consultadas.

Hace un mes, una comisión de alto nivel del Pentágono y el Consejo Nacional de Seguridad de EE UU visitó Bruselas y otras capitales europeas -entre las que no figuraba Madrid- para explicar cuáles son, en opinión de Washington, las nuevas amenazas que para la seguridad mundial suponen países como Irak, Irán, Corea del Norte o Libia, con programas de misiles balísticos en macha. Y subrayaron la conveniencia de que los socios europeos se planteen colaborar y participar en el proyecto.

En el curso de la reunión celebrada en Bruselas el 8 de mayo, algunos embajadores europeos comentaron el peligro de convertir a sus propios países en objetivos potenciales si aportaban bases o medios concretos para desarrollar el escudo. Una hipótesis que, en el caso de España, podría traducirse en la dedicación de una fragata a la vigilancia de Libia como misión preferente.

Frente a otros socios europeos, que han advertido del riesgo de que la iniciativa dinamite todo la arquitectura de tratados de desarme y reactive la carrera armamentista, Aznar ha mostrado su comprensión. Quizás por ello, Bush llegó a decir que España es 'uno de los aliados más fiables de EE UU'.

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