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El Gobierno indio paraliza la repatriación de los últimos inmigrantes del 'Marine I'

Crece la tensión entre las autoridades españolas y las mauritanas en el puerto de Nuadibú

El Gobierno de India ha paralizado la repatriación de 229 inmigrantes del Marine I que permanecen encerrados en una nave industrial del puerto de Nuadibú, dos semanas después de que fueran rescatados por Salvamento Marítimo frente a las costas de África occidental. Las autoridades de Nueva Delhi aseguran haber cotejado los nombres y las direcciones que los sin papeles proporcionaron a la policía española y a los funcionarios indios desplazados a la ciudad mauritana para identificarlos, y afirman que ninguno de esos datos es auténtico. Anoche estaba prevista la llegada de la embajadora de India en Senegal, quien al parecer está autorizada por su Gobierno para repasar la investigación y aceptar o rechazar las repatriaciones.

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El Ministerio de Asuntos Exteriores volvió a precipitarse el martes al anunciar, en un comunicado oficial, que ayer sería llevada a cabo la repatriación de los sin papeles indios. Si el problema generado por el rescate del Marine I en aguas de responsabilidad marítima de Senegal generó tensión entre el Ministerio de Fomento, que ordenó la operación, y los de Interior y Exteriores, encargados de resolver la crisis, ahora el centro de las críticas es el departamento que dirige Miguel Ángel Moratinos.

Le responsabilizan de que el avión del Ministerio de Defensa que el martes por la tarde se dirigía a Cabo Verde con 35 inmigrantes subsaharianos tuviera que dar la vuelta y esperar en la pista del aeropuerto de Nuadibú a que los diplomáticos revisaran el acuerdo, supuestamente ya cerrado, con las autoridades de la ex colonia portuguesa.

También responsabilizan a Exteriores de que otros 35 inmigrantes (22 originarios de Birmania, 10 de Sri Lanka y tres de Afganistán), que según el ministerio serían atendidos por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y por la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) en Mauritania, con el consentimiento de este país, tuvieran que ser trasladados de modo precipitado anteayer a Las Palmas de Gran Canaria.

Pero, sobre todo, le reprochan que el acuerdo cerrado por el subsecretario de Exteriores, Bernardino León, con el Gobierno de Mauritania estableciera un plazo, a todas luces ridículo, de sólo cuatro horas para que todos los inmigrantes del Marine I fueran sacados del país. El consecuente incumplimiento de ese acuerdo es la causa de la fuerte tensión existente entre los gendarmes mauritanos, que se consideran engañados, y los policías españoles, quienes tratan de ganar tiempo para terminar su trabajo. Esa tensión ha generado un rosario de incidentes. Los últimos se produjeron entre la noche del martes y la mañana del miércoles.

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El martes por la noche, el Ministerio del Interior decidió relevar a los 130 policías que se hallaban en Nuadibú. Los agentes no habían visto una cama desde hacía tres días, y estaban agotados. Cuando las decenas de gendarmes armados con fusiles kaláshnikov (un contingente suficientemente amplio como para intentar un golpe de Estado) que vigilaban el exterior de la nave portuaria en la que estaban encerrados los inmigrantes vieron que una primera tanda de 35 policías se disponía a volver a España, creyeron que intentaban engañarles una vez más y abandonar a los sin papeles.

Los policías mauritanos cerraron el puerto e impidieron la salida a los agentes españoles. Para convencerlos solamente se trataba de un simple relevo, el Ministerio del Interior tuvo que hacer subir al avión a los 35 sin papeles que, según había asegurado Exteriores unas horas antes, iban a ser atendidos en Mauritania por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados y la Organización Internacional de las Migraciones.

Al filo de la medianoche, el avión pudo despegar al fin. En Las Palmas desembarcaron los policías y los inmigrantes y embarcaron otros 38 agentes, que aterrizaron de madrugada en Nuadibú.

Inmediatamente los policías se dirigieron al puerto y relevaron a los compañeros que se habían quedado custodiando a los inmigrantes sin papeles. Pero cuando éstos se hallaban ya dentro del avión que debía devolverles a España, el comisario del aeropuerto decidió bloquear el aparato e impidió el despegue.

Las negociaciones entre el funcionario mauritano y el agregado del Ministerio del Interior fueron durísimas y se prolongaron varias horas. El representante español acabó despertando al wali (gobernador) de la provincia.

El avión logró despegar, por fin, a las 10.30 de ayer.

Ram Saingh, portavoz del grupo de inmigrantes indios, en las instalaciones del puerto.
Ram Saingh, portavoz del grupo de inmigrantes indios, en las instalaciones del puerto.CLAUDIO ÁLVAREZ

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