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El PP catalán se queda sin líder

La dimisión de Piqué abre una crisis en el PP

El líder catalán acusa a la cúpula nacional de perjudicar su imagen y autoridad - ø "He trabajado en circunstancias nada fáciles y en un partido en el que no faltan mezquindades y miserias", dice a Rajoy

Carlos E. Cué

A la tercera fue la vencida. Josep Piqué, líder del PP catalán desde 2000, presentó ayer su dimisión irrevocable después de considerarse desautorizado por la dirección nacional y no obtener, según su versión, el respaldo de Mariano Rajoy. Piqué abandona la política y renuncia a todos sus cargos. La crisis se ha producido después de que los malos resultados del PP el 27-M llevaran a la cúpula a retocar el comité de campaña para las generales sin incluir a personas de máxima confianza de Piqué. Esta solución fue pactada, pero una filtración a la prensa que él vio como una desautorización abrió la crisis. La dirección ha querido, dice, "demoler" su "imagen frente a la sociedad catalana" por "mezquindades y miserias". Tras la dimisión de Jaume Matas en Baleares, éste es el segundo barón moderado que pierde Rajoy. Daniel Sirera y Alberto Fernández se perfilan como posibles sucesores.

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Piqué formalizó su renuncia con una carta remitida a Mariano Rajoy en la que, entre otras cosas, le dice: "Como sabes, he seguido trabajando, en circunstancias nada fáciles y en el seno de un partido en el que no faltan mezquindades y miserias (que debo decir que se compensan, más que de sobra, con gente admirable por la que siento un enorme respeto y reconocimiento y que me han ayudado a mantener las ganas y la ilusión)". Llovía sobre mojado.

Al día siguiente de las elecciones municipales del 27-M, en medio de la euforia generada en el PP por la victoria en votos totales sobre los socialistas, los dirigentes más reflexivos no paraban de repetir en privado una idea: tenemos un problema grave en Cataluña. El PP había logrado unos resultados excelentes en Madrid y en la Comunidad Valenciana, razonables en otros muchos sitios de España, malos en el País Vasco y pésimos en la comunidad de Piqué, un quebradero de cabeza histórico para la derecha española. Esto generó las críticas de los tradicionales enemigos de Piqué situados especialmente en torno al portavoz en el Congreso de los Diputados, Eduardo Zaplana. Piqué ha sido siempre duramente criticado, además, por los medios conservadores que llegaron al extremo de pedir el voto para Ciudatans en las elecciones catalanas.

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Hasta ahora, Rajoy, a quien siempre le ha unido un vínculo de confianza con el líder catalán, había preferido dejar pasar el tiempo. Esta semana, sin embargo, llegaron las decisiones consecuencia de aquellos malos resultados. Ángel Acebes, secretario general del PP, se desplazó a Barcelona para ejecutar unos cambios que habían sido pactados entre Rajoy y Piqué. El hombre más reforzado sería el diputado Daniel Sirera, nombrado coordinador de la campaña electoral para las generales junto a Xavier García Albiol, que acababa de obtener un resultado extraordinario en Badalona. Eso dejaba fuera a Francesc Vendrell, mano derecha de Piqué. Hasta ahí todo estaba relativamente tranquilo. Sin embargo, la aparición ayer en tres periódicos de una versión ofrecida por fuentes de la dirección nacional según la cual Acebes habría dado un golpe de mano en Cataluña indignó a Piqué, que culpó de ello a Génova. Era la tercera vez que la dirección nacional desautorizaba al líder catalán. Ya sucedió cuando él dijo que tanto Acebes como Zaplana representaban el pasado en el PP y cuando defendió que la propuesta de financiación del Estatuto de Cataluña se parecía mucho a una del PP. En esta segunda ocasión Piqué presentó su dimisión, pero Rajoy se lo llevó a su casa y, tras más de tres horas de presión, logró convencerle para que siguiera.

Ayer, por la mañana todo parecía indicar que esto sería una nueva crisis con final feliz. Piqué habló con Rajoy, amenazó con dimitir y éste le pidió tiempo. El líder catalán confiaba, según su entorno, en que Rajoy aprovecharía un acto público que tenía en Isla Antilla (Huelva) para hacer algún gesto que confirmara la autoridad de Piqué en Cataluña. Hasta hace pocos días en el PP se daba por seguro que el líder del PP catalán sería el número uno de la lista al Congreso de los Diputados por Barcelona, volviendo así a la primera fila de la política nacional de la mano de su amigo Rajoy. El entorno de Piqué entendía que para presentarse a unas generales, que son fundamentales para el PP, Rajoy debía disipar cualquier duda sobre su respaldo al catalán, algo muy complicado con las informaciones de los periódicos encima de la mesa.

Rajoy no se refirió en ningún momento de su acto a la crisis, ni siquiera veladamente, aunque todos los dirigentes que le rodeaban, entre ellos el andaluz Javier Arenas, gran aliado de Piqué, no hablaban de otra cosa en los pasillos.

El acto concluyó. Piqué seguía sin recibir el respaldo público que quería y ningún miembro de la dirección general salió a los medios para apoyar a Piqué. El líder del PP catalán reunió a su equipo de máxima confianza, entre ellos Vendrell, y ante la ausencia de apoyo tomó una decisión definitiva: dimisión, esta vez sí, irrevocable. Piqué llamó a Rajoy, que por entonces se disponía a tomar el AVE para Madrid, con la decisión tomada y sin posibilidad de marcha atrás.

La carta de dimisión es harto explícita. Piqué dimite "después de constatar la voluntad de la dirección nacional del partido de imponer un replanteamiento estratégico en Cataluña, perjudicando la imagen y la autoridad personal de su presidente y de su equipo". La misiva recuerda a Rajoy que días atrás aceptó reconsiderar la dimisión ante los argumentos "políticos y, sobre todo, humanos" que le dio el presidente del partido. Más adelante, repite que sólo "los argumentos personales" esgrimidos por Rajoy han retrasado una decisión que "en ningún caso iba a ir más allá de las elecciones generales".

Piqué declinó en conversación telefónica con este diario añadir nada al comunicado emitido por su partido para anunciar la dimisión. Se limitó a despedirse con un lacónico "hasta el futuro".

La resolución de la crisis, tal vez la peor de las posibles para los intereses de Rajoy a sólo ocho meses de las generales, sentó como un jarro de agua fría en la dirección del PP. Oficialmente desde Génova, la sede central del PP, se limitaban a mostrar su sorpresa: "Un presidente de un partido no puede dimitir por un titular de prensa, esto no tiene ninguna lógica. Se han producido unos cambios en el comité de campaña, pero no es verdad que Acebes imponga nada. Todo estaba pactado con Piqué, que precisamente presidía ese órgano. Todo se había desarrollado con normalidad". Sin embargo, en privado otros dirigentes mostraban su indignación porque Piqué abra una crisis de este calado en una comunidad clave para el PP a ocho meses de las elecciones. La dimisión se produce, además, dos semanas después de que Jaume Matas arrojara la toalla al saber que no iba a poder gobernar en Baleares.

Piqué fue un fichaje independiente de José María Aznar en 1996 mientras Matas ha desarrollado una carrera de gestor pero no siempre en primera línea de la política. Ambos representaban al sector de barones moderados y proclives a las reformas estatutarias que más claramente han apoyado a Rajoy. La marcha de Piqué cobra así relevancia política puesto que pertenece al grupo que más ha respaldado a Rajoy en la etapa que siguió a la derrota electoral de 2004, la más dura para el líder del PP.

Josep Piqué, durante una intervención en el Parlamento de Cataluña.
Josep Piqué, durante una intervención en el Parlamento de Cataluña.MARCEL·LÍ SÁENZ

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