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Reportaje:

Los fantasmas abren su casa

El Palacio de Linares ofrece visitas guiadas al público desde el próximo domingo

¿Qué fue de los fantasmas del Palacio de Linares? Si le apetece cazar presuntos fenómenos paranormales, este afrancesado y magnífico edificio, sede de la Casa de América, abre sus puertas al público con visitas guiadas a partir del próximo domingo 17 de junio. Pero si no cree en los seres de ultratumba y le aburren las leyendas populares, sus 120 años de historia y la propia belleza del recinto, que mantiene el ambiente de época en todas sus estancias, son excelentes razones para verlo, por fin, por dentro. Porque, en palabras de la directora de patrimonio de esta institución, Laura Demaría, esta joya de la arquitectura madrileña es "un gran desconocido".

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Entre la colección de edificios encantados de Madrid, destaca el bello Palacio de Linares, vecino de la diosa Cibeles y del Palacio de Correos. Situado en el Paseo de Recoletos 2, alberga desde hace 15 años las instalaciones de la Casa de América, dedicada al fomento de la cultura hispanoamericana, con entrada gratuita y que sólo cierra los lunes. Sin embargo, hasta ahora se mantenían ocultas sus más suntuosas salas, reservadas a cumbres y citas de mandatarios de excepción. Lugares de ensueño como el comedor de diario, el comedor de gala, el tocador o el salón principal -con suelos de mosaicos bizantinos y lienzos de Casto Plasencia y Francisco Amérigo y Sebastián Gessa-, el salón de baile -con dorados versallescos y frescos de Francisco de Pradilla-, y la sala de té -decorada con sedas, maderas y cerámicas de China-.

No tiene cocina

La intención es "poner el palacio al alcance de la gente de Madrid", ha destacado durante la presentación de las visitas guiadas el director de la Casa de América, Miguel Barroso. Se intenta así hacer del edificio y de su "valioso patrimonio histórico y artístico" un lugar "atractivo y accesible" para todos los visitantes, según Demaría. El opulento edificio es un característico ejemplo de la obra palaciega madrileña del siglo XIX, en el que destaca su vestíbulo ovalado desde el que arranca la elegante escalera con doble derrama, hecha de mármol de Carrara por el escultor Jerónimo Suñol. Son tres pisos en los que a conviven los estilos rococó, renacentista y oriental. Con un total de 10 salas, tres salones, una galería, un comedor de gala, una capilla y un invernadero, es una vivienda de lujo fuera de lo común, ya que no tiene cocina. Los marqueses no la necesitaban, ya que pedían a diario la comida de un restaurante madrileño.

La construcción fue atribuida durante años al arquitecto francés Adolf Ombrecht, pero fue obra de un español, el entonces arquitecto municipal Carlos Colubí, quien lo proyectó por encargo de Don Mateo Murga Michelena, marqués de Linares, en 1863. Las obras no comenzaron hasta diez años después y fue inaugurado en 1900. Rastreando la historia, se sabe que en el terreno en el que actualmente se encuentra el palacio -3.064 metros cuadrados- se crearon en 1561 los Molinos de Plata del Rey. En 1664, estos molinos dieron paso al Pósito Real, una pequeña villa que en 1740 se transformó, de la mano de Nicolás de Churriguera, en un nuevo inmueble, que fue derribado en 1860 para ceder su espacio al actual palacio.

Algunos de sus frescos fueron realizados por Valeriano Becquer, al que ayudó su hermano Gustavo Adolfo y en él se rodó la película de Berlanga Patrimonio Nacional. Desde siempre, se ha dicho que estaba maldito a causa de los amores incestuosos de sus dueños. Según cuenta la leyenda, el hijo del marqués, José de Murga, se casó con una joven humilde, Raimunda de Osorio, una vez que falleció su padre, que se oponía con fuerza al matrimonio. De Murga tenía una importante razón para negarse al casorio, una razón secreta que se llevó a la tumba y que destrozó a la pareja cuando lo descubrió: José y Raimunda eran, al parecer, hermanastros.

La desdichada historia de Raimundita

El Vaticano emitió, supuestamente, una bula papal que imponía a los marqueses no tener contacto, por lo que la mujer fue condenada a vivir en la segunda planta, mientras que el marqués residía en la primera. El servicio moraba la tercera planta. Se dice que, a pesar de todo, como fruto de esta unión nació Raimundita, que fue asesinada al nacer. "Esto no es más que una leyenda que gusta mucho a la gente, pero que está muy alejada de la realidad", ha subrayado el actual marqués de Linares, Antonio Martín de Santiago-Concha, quien ha comentado que, cuando de niño preguntaba a su abuelo, él le contestaba que "no existía la bula del Vaticano y que los marqueses no eran hermanos".

Desde el fallecimiento de María Villapadierna, la última heredera que lo habitó, fue sede de varias empresas, hasta que en 1989 comenzó la rehabilitación del palacio y los obreros y los guardas jurados afirmaron oír ruidos, pisadas y voces de ultratumba, que atribuyen a los espíritus de los antiguos moradores del palacio. Según estos testimonios, las voces dicen: "Yo tuve una hija", "Mi hija Raimunda? Nunca oí decir mamá". A continuación, responde la voz de una niña, Raimundita: "¿Mamá? Yo no tengo mamá". Por último, replica el marqués: "¡Fuera... No, aquí no!".

Por sus vacías estancias desfilaron en los 90 numerosos expertos en psicofonías. Paloma Navarrete indica en su informe la vivencia que tuvo: "Percibí que el palacio estaba muy cargado de energía, carga que se acentuaba en determinados lugares como la parte central de la capilla, debajo del altar, la habitación de la marquesa, el Salón Chino y la galería de la primera planta, en la que tuve sensación de frío intenso cada vez que lo atravesé. En el Salón de Baile, en un momento en el que estábamos reunidos parte del equipo, alumbrados por linternas, pude ver clara pero fugazmente la figura de una muchacha joven, rubia, con el peinado de rizos y vestida de blanco, que atravesaba corriendo el salón".

Se hicieron grabaciones e incluso un vídeo grabado durante la restauración fue emitido por el programa televisivo El otro lado de la realidad, del periodista Javier Sierra, en el que aparecen unas supuestas figuras fantasmagóricas en una sala a oscuras del edificio. Tras las obras, el edificio se reabrió en 1992 como sede de la Casa de América. Sobre las visitas, el marqués, a quien su casa le parece "un lugar difícil para vivir", está de acuerdo: "Me parece muy bien que la gente pueda conocer el palacio". Y los fantasmas, existan o no, no han aparecido durante la visita de la prensa. Pero son, en palabras de Demaría, un elemento "jugoso" y un "punto de recreo" para el público.

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